En Europa las revoluciones revisten un carácter liberal y nacionalista. Adoptaron la forma de un pronunciamiento o golpe de estado militar, tras una conspiración contra el absolutismo realizada por individuos organizados de forma clandestina en sociedades secretas (masones y carbonarios).
Dieron comienzo en España con el pronunciamiento de Riego en Cabezas de San Juan, que obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812 y dio origen al Trienio Liberal, que acabó con la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis, tras el Congreso de Verona de 1822, que restablecieron el absolutismo.
El ejemplo español se extendió a Portugal e Italia, donde las insurrecciones de los carbonarios en Nápoles obligaron a Fernando I a dar una Constitución, lo mismo que en Piamonte, pero la intervención de las tropas austriacas restableció el orden absolutista en los dos casos.
En Rusia estalló la revolución decembrista de 1825, un levantamiento de oficiales del ejército contra el zar Nicolás I, sucesor de Alejandro I pero también fracasó por falta de organización.
En Grecia por el contrario la revolución triunfó. El movimiento de resistencia de los griegos contra el Imperio Turco, bajo cuyo dominio se encontraban, se inició en el Congreso de Epidauro (1821) gracias a la acción de la sociedad secreta Hetairía, desencadenándose la guerra desde 1822. El canciller austriaco Metternich no quiso intervenir por miedo al contagio revolucionario entre otros pueblos balcánicos, pero los patriotas griegos contaron con el apoyo en 1825 de Rusia, Inglaterra y Francia, organizándose un movimiento de voluntarios de toda Europa –el más famoso fue Lord Byron, que murió allí–. La guerra de la independencia fue dura, con episodios como la matanza de Quíos. En el Tratado de Adrianópolis (1829) el Imperio Turco reconoció la independencia de Grecia que se convirtió en reino, con Otón de Baviera como primer monarca.
Las revoluciones de 1820 se iniciaron cronológicamente fuera de Europa, con la independencia de las colonias españolas y portuguesas de América. Sus causas fueron el deseo de los criollos de hacerse con el poder y la debilidad política y militar de España, junto a la difusión de las ideas ilustradas y el ejemplo reciente de la revolución norteamericana.
En una primera fase sólo Argentina logró su independencia en 1816, fracasando la revolución en México y Nueva Granada. Pero en una segunda fase, se independizaron Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile, México, Perú y Bolivia.
En Europa las revoluciones revisten un carácter liberal y nacionalista. Adoptaron la forma de un pronunciamiento o golpe de estado militar, tras una conspiración contra el absolutismo realizada por individuos organizados de forma clandestina en sociedades secretas (masones y carbonarios).
Dieron comienzo en España con el pronunciamiento de Riego en Cabezas de San Juan, que obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812 y dio origen al Trienio Liberal, que acabó con la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis, tras el Congreso de Verona de 1822, que restablecieron el absolutismo.
El ejemplo español se extendió a Portugal e Italia, donde las insurrecciones de los carbonarios en Nápoles obligaron a Fernando I a dar una Constitución, lo mismo que en Piamonte, pero la intervención de las tropas austriacas restableció el orden absolutista en los dos casos.
En Rusia estalló la revolución decembrista de 1825, un levantamiento de oficiales del ejército contra el zar Nicolás I, sucesor de Alejandro I pero también fracasó por falta de organización.
En Grecia por el contrario la revolución triunfó. El movimiento de resistencia de los griegos contra el Imperio Turco, bajo cuyo dominio se encontraban, se inició en el Congreso de Epidauro (1821) gracias a la acción de la sociedad secreta Hetairía, desencadenándose la guerra desde 1822. El canciller austriaco Metternich no quiso intervenir por miedo al contagio revolucionario entre otros pueblos balcánicos, pero los patriotas griegos contaron con el apoyo en 1825 de Rusia, Inglaterra y Francia, organizándose un movimiento de voluntarios de toda Europa –el más famoso fue Lord Byron, que murió allí–. La guerra de la independencia fue dura, con episodios como la matanza de Quíos. En el Tratado de Adrianópolis (1829) el Imperio Turco reconoció la independencia de Grecia que se convirtió en reino, con Otón de Baviera como primer monarca.
Las revoluciones de 1820 se iniciaron cronológicamente fuera de Europa, con la independencia de las colonias españolas y portuguesas de América. Sus causas fueron el deseo de los criollos de hacerse con el poder y la debilidad política y militar de España, junto a la difusión de las ideas ilustradas y el ejemplo reciente de la revolución norteamericana.
En una primera fase sólo Argentina logró su independencia en 1816, fracasando la revolución en México y Nueva Granada. Pero en una segunda fase, se independizaron Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile, México, Perú y Bolivia.