Es la pérdida de bosques también contribuye de manera contundente a la pérdida de biodiversidad y al deterioro de los ecosistemas y por ende representa un problema para las comunidades locales, para las cuales los servicios ecosistémicos son la fuente de su economía y bienestar.
Cerca de 2.194 plantas y 503 animales están amenazados en Colombia por la desaparición de bosques y selvas. Según el Instituto de Investigaciones Alexander Von Humboldt, hay especies de flora y fauna que se ven altamente afectadas por la deforestación. Y tal vez una de las consecuencias globales más impactantes de esta problemática es su repercusión sobre el cambio climático. El cambio en el uso del suelo es el principal generador de gases de efecto invernadero y según Omar Franco, Director del IDEAM, el sector denominado AFOLU (agricultura, silvicultura y cambio de uso del suelo) genera más gases que el transporte o la industria.
Lo más claro de este panorama es que el problema no se mira de manera integral y no se entiende la compleja relación que tienen la pérdida de los bosques y su biodiversidad, con la economía y el bienestar de la población.
El desafío que ahora tiene el Estado, el nuevo gobierno y la sociedad colombiana, es buscar cuáles son las medidas necesarias para hacerle frente a esta peligrosa situación, que según expertos, va a ser mayor en el 2017. Las herramientas que se presentan para evitarla son las mismas de hace 20 años que no han mostrado ningún resultado. Hay que ser creativos y sobretodo trabajar con la gente y para la gente. Como lo señalaba Germán Andrade, hay que construir una real gobernanza de los bosques desde lo local, desde la diversidad de los territorios. Creo que constituir mesas no es suficiente, se crean comités y grupos cuando hay un problema, pero las soluciones no es tan allí. Proponer sistemas de producción sostenible con alto valor agregado en donde se justifique la creación de esas nuevas áreas de desarrollo rural y que sean más rentables que la especulación o la coca, es el gran desafío. Si no se hace sosteniblemente, de manera verificable y con mercados definidos que reconozcan y permitan su diferenciación, seguramente la ampliación de la frontera agrícola y la potrerización se disparará aún más, haciendo más vulnerable los territorios y sus poblaciones.
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Es la pérdida de bosques también contribuye de manera contundente a la pérdida de biodiversidad y al deterioro de los ecosistemas y por ende representa un problema para las comunidades locales, para las cuales los servicios ecosistémicos son la fuente de su economía y bienestar.
Cerca de 2.194 plantas y 503 animales están amenazados en Colombia por la desaparición de bosques y selvas. Según el Instituto de Investigaciones Alexander Von Humboldt, hay especies de flora y fauna que se ven altamente afectadas por la deforestación. Y tal vez una de las consecuencias globales más impactantes de esta problemática es su repercusión sobre el cambio climático. El cambio en el uso del suelo es el principal generador de gases de efecto invernadero y según Omar Franco, Director del IDEAM, el sector denominado AFOLU (agricultura, silvicultura y cambio de uso del suelo) genera más gases que el transporte o la industria.
Lo más claro de este panorama es que el problema no se mira de manera integral y no se entiende la compleja relación que tienen la pérdida de los bosques y su biodiversidad, con la economía y el bienestar de la población.
El desafío que ahora tiene el Estado, el nuevo gobierno y la sociedad colombiana, es buscar cuáles son las medidas necesarias para hacerle frente a esta peligrosa situación, que según expertos, va a ser mayor en el 2017. Las herramientas que se presentan para evitarla son las mismas de hace 20 años que no han mostrado ningún resultado. Hay que ser creativos y sobretodo trabajar con la gente y para la gente. Como lo señalaba Germán Andrade, hay que construir una real gobernanza de los bosques desde lo local, desde la diversidad de los territorios. Creo que constituir mesas no es suficiente, se crean comités y grupos cuando hay un problema, pero las soluciones no es tan allí. Proponer sistemas de producción sostenible con alto valor agregado en donde se justifique la creación de esas nuevas áreas de desarrollo rural y que sean más rentables que la especulación o la coca, es el gran desafío. Si no se hace sosteniblemente, de manera verificable y con mercados definidos que reconozcan y permitan su diferenciación, seguramente la ampliación de la frontera agrícola y la potrerización se disparará aún más, haciendo más vulnerable los territorios y sus poblaciones.
espero que te ayude
;)