No puedo negar que esta vez la esperanza existe. La esperanza de que después de toda la embestida militar contra la guerrilla, las leyes del conflicto hagan logrado que la negociación sea el único camino para la parte más débil de esa guerra infame, que hoy en Colombia, sin lugar a dudas, es las FARC. Lo que Álvaro Uribe comenzó hace 10 años rendiría sus frutos eventualmente con un presidente con el que la negociación seria una alternativa. Santos no parecía ser ese presidente, pero para sorpresa de todo el país, lo es. Pero la sorpresa más grande la recibimos los colombianos en 2 escenarios, mas precisamente, en dos muy mal planeadas conferencias de prensa. Una en la Habana y la otra en Oslo, la capital de Noruega. Lo que esperábamos los Colombianos era unas FARC diferente, obviamente diezmada como lo pudimos ver, pero esperábamos unas FARC dispuestas a dar el paso mas importante para la búsqueda de la paz: Reconocer los errores del pasado y concentrarse, sin retorica y sin oportunismos, en el fin del conflicto. Lo que recibimos?, todo lo contrario Las FARC de siempre retomaron el escenario de la búsqueda de la paz para echarse el discurso absurdo, hipócrita y desesperanzador de su existencia. Mas deprimente aun, su noción de que los colombianos, cansados de estas parodias constantes en las que nos han querido meter, les creemos. Quien en Colombia ve a las FARC como victimas del conflicto, quien les puede creer que nunca han atacado a la población civil? Sin embargo, por mal que haya empezado, la esperanza aun existe. Con todos los desaciertos del proceso de paz con los paramilitares, la realidad es que hubo un reconocimiento de culpa, y algunos (muy pocos) pagaron por ello, incluso en los Estados Unidos. Si esta reconciliación con las FARC implica que haya perdón y olvido, que así sea. Pero para que eso suceda tiene que haber un claro reconocimiento y responsabilidad de los delitos y atrocidades cometidas. El estado tiene sus pecados, pero esta sujeto a mucho mayor escrutinio por los medios y la comunidad internacional que las FARC, entonces es posible decir que sabemos más de las atrocidades del estado que de las de las FARC, porque aunque ambos actores tienen la capacidad de manipular los hechos, las FARC tiene la ventaja de controlar la información que permite salir de una manera mucho mas hermética que lo que el estado puede hacer. Ahora las FARC quieren ocultar su verdad y esperar reconciliación y olvido? Los colombianos sabemos que lo que pasó en el Caguan no va a pasar esta vez. Las FARC están diezmadas, el ejército aun las combate y la realidad es que no les queda más alternativa que dialogar. Pero el país esta cansado del cinismo y la pretensión de inocencia y de lucha popular que hace años desapareció en las FARC. Esto es un proceso de paz, de reconciliación, no un proceso de cínico y selectivo olvido, de una pretensión de amnesia colectiva sobre las atrocidades que este grupo cometió con el país y su pueblo.
No puedo negar que esta vez la esperanza existe. La esperanza de que después de toda la embestida militar contra la guerrilla, las leyes del conflicto hagan logrado que la negociación sea el único camino para la parte más débil de esa guerra infame, que hoy en Colombia, sin lugar a dudas, es las FARC. Lo que Álvaro Uribe comenzó hace 10 años rendiría sus frutos eventualmente con un presidente con el que la negociación seria una alternativa. Santos no parecía ser ese presidente, pero para sorpresa de todo el país, lo es.
Pero la sorpresa más grande la recibimos los colombianos en 2 escenarios, mas precisamente, en dos muy mal planeadas conferencias de prensa. Una en la Habana y la otra en Oslo, la capital de Noruega. Lo que esperábamos los Colombianos era unas FARC diferente, obviamente diezmada como lo pudimos ver, pero esperábamos unas FARC dispuestas a dar el paso mas importante para la búsqueda de la paz: Reconocer los errores del pasado y concentrarse, sin retorica y sin oportunismos, en el fin del conflicto. Lo que recibimos?, todo lo contrario
Las FARC de siempre retomaron el escenario de la búsqueda de la paz para echarse el discurso absurdo, hipócrita y desesperanzador de su existencia. Mas deprimente aun, su noción de que los colombianos, cansados de estas parodias constantes en las que nos han querido meter, les creemos. Quien en Colombia ve a las FARC como victimas del conflicto, quien les puede creer que nunca han atacado a la población civil?
Sin embargo, por mal que haya empezado, la esperanza aun existe. Con todos los desaciertos del proceso de paz con los paramilitares, la realidad es que hubo un reconocimiento de culpa, y algunos (muy pocos) pagaron por ello, incluso en los Estados Unidos. Si esta reconciliación con las FARC implica que haya perdón y olvido, que así sea. Pero para que eso suceda tiene que haber un claro reconocimiento y responsabilidad de los delitos y atrocidades cometidas. El estado tiene sus pecados, pero esta sujeto a mucho mayor escrutinio por los medios y la comunidad internacional que las FARC, entonces es posible decir que sabemos más de las atrocidades del estado que de las de las FARC, porque aunque ambos actores tienen la capacidad de manipular los hechos, las FARC tiene la ventaja de controlar la información que permite salir de una manera mucho mas hermética que lo que el estado puede hacer. Ahora las FARC quieren ocultar su verdad y esperar reconciliación y olvido?
Los colombianos sabemos que lo que pasó en el Caguan no va a pasar esta vez. Las FARC están diezmadas, el ejército aun las combate y la realidad es que no les queda más alternativa que dialogar. Pero el país esta cansado del cinismo y la pretensión de inocencia y de lucha popular que hace años desapareció en las FARC. Esto es un proceso de paz, de reconciliación, no un proceso de cínico y selectivo olvido, de una pretensión de amnesia colectiva sobre las atrocidades que este grupo cometió con el país y su pueblo.
fuente:http://www.eltiempo.com/blogs/politica_internacional_-_colombia_latinoamerica_y_el_mundo/2012/10/proceso-de-paz-con-amnesia-no.php