Aunque en una economía no muy formalizada como la de Ecuador el registro del desempleo abierto difícilmente señala el verdadero nivel de las dificultades para obtener empleo, las cifras recogidas durante los años ochenta reflejan la evolución de la crisis económica. Según CEPAL, el desempleo crece fuertemente desde 1983 hasta alcanzar el 11% en 1986, para descender en torno al 8% en el resto del decenio.
De acuerdo a los datos censales, en un año de crecimiento económico como 1974, la tasa de desocupación de los hombres era ligeramente mayor que la de las mujeres (3,3 frente a 2,5, respectivamente). Sin embargo, en un año de crisis como 1982, esa situación era la opuesta: la tasa de desempleo era del 4,9% en las mujeres y del 4,5% en los hombres. No obstante, en los censos suele suceder con más facilidad que las mujeres que pierden su empleo se registren como inactivas (dueñas de casa) en vez de desempleadas. En 1990, las tasas de hombres y mujeres se equiparaban (en torno al 3%).
Por esa razón, los datos sobre desempleo según sexo procedentes de las Encuestas son más confiables. De acuerdo a esa información, las tasas de desocupación femenina fueron más altas que las masculinas, tanto al inicio de la crisis como en su conclusión, aunque la brecha fue más amplia cuando la crisis era mayor.
Aunque en una economía no muy formalizada como la de Ecuador el registro del desempleo abierto difícilmente señala el verdadero nivel de las dificultades para obtener empleo, las cifras recogidas durante los años ochenta reflejan la evolución de la crisis económica. Según CEPAL, el desempleo crece fuertemente desde 1983 hasta alcanzar el 11% en 1986, para descender en torno al 8% en el resto del decenio.
De acuerdo a los datos censales, en un año de crecimiento económico como 1974, la tasa de desocupación de los hombres era ligeramente mayor que la de las mujeres (3,3 frente a 2,5, respectivamente). Sin embargo, en un año de crisis como 1982, esa situación era la opuesta: la tasa de desempleo era del 4,9% en las mujeres y del 4,5% en los hombres. No obstante, en los censos suele suceder con más facilidad que las mujeres que pierden su empleo se registren como inactivas (dueñas de casa) en vez de desempleadas. En 1990, las tasas de hombres y mujeres se equiparaban (en torno al 3%).
Por esa razón, los datos sobre desempleo según sexo procedentes de las Encuestas son más confiables. De acuerdo a esa información, las tasas de desocupación femenina fueron más altas que las masculinas, tanto al inicio de la crisis como en su conclusión, aunque la brecha fue más amplia cuando la crisis era mayor.