La música fue considerada, desde sus iniciales expresiones, un regalo divino. En efecto, no es casualidad que el dios patrono de la música y la poesía es el que encarna más puramente el espíritu helenístico, Apolo. Numerosas referencias se encuentran en los antiguos poetas acerca de éste; el amor de Apolo por la lira, y las competiciones musicales que lo enfrentaron con el dios Pan se describen en el Himno homérico a Apolo y en las Metamorfosis de Ovidio, respectivamente.
Además del dios iridiscente, las figuras icónicas relacionadas con las artes son las musas. Desde los mitos más primigenios se encuentra la enumeración de las musas (no la misma en las diversas fuentes; a veces son tres o cinco solamente), y todas están íntimamente relacionadas con la música, gustando del canto y la danza. Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y Calíope son, de acuerdo a la Teogonía de Hesíodo, las divinidades encargadas de inspirar, propiciar y alentar la creación artística en el hombre.
Además de las divinidades, existen figuras mitológicas centrales por sus hazañas a través de la música. Tal vez el mejor ejemplo es Orfeo, hijo de Calíope, quien ejercía un poder extraordinario sobre la naturaleza con su lira y su canto, tal y como lo cuenta Simónides el primero, y posteriormente Esquilo y Eurípides, entre otros; Apolonio de Rodas en las Argonáuticas y Píndaro en la Pítica IV, ubican al mismo personaje en la tripulación de “superhéroes” que van a la Cólquide para recuperar el vellocino de oro, y protagoniza pasajes como en el que, gracias a su canto, salva a sus camaradas al cruzar por la isla de las fatídicas sirenas, misma que más tarde atravesará Odiseo con el mismo éxito. Otro personaje interesante es Anfión, quien junto con su hermano Zeto, erigió las ciclópeas murallas tebanas tañendo la lira, de modo que las piedras se colocaban en su lugar, según Paléfato, citando a Hesíodo.
En Homero, basta el inicio de La Iliada para reconocer el papel de la música en su obra: “La cólera canta, oh diosa, del Pelida Aquiles […]”. La palabra que utiliza Homero, ἀείδω (cuya transliteración es aeído), que no sólo significa cantar sino también alabar, dio origen a palabras como aedo o melodía. Tan sólo en el mismo canto I, aparece un banquete en el Olimpo, donde Apolo tañe la lira y las musas cantan, además de una hecatombe en donde se entona un pean, un canto al dios de argénteo arco; más tarde, en el canto IX, el mismo Aquiles aparece cantando acerca de las antiguas gestas de héroes con una fórminge, un instrumento de cuerdas similar a la lira sin caja de resonancia.
En el siguiente himno en modo hipolidio y de autor desconocido (melodía recuperada por Bendetto Marcello) se entonan los primeros versos del Himno homérico a Démeter.
Respuesta:
En yasi yatere coronita plis
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La música fue considerada, desde sus iniciales expresiones, un regalo divino. En efecto, no es casualidad que el dios patrono de la música y la poesía es el que encarna más puramente el espíritu helenístico, Apolo. Numerosas referencias se encuentran en los antiguos poetas acerca de éste; el amor de Apolo por la lira, y las competiciones musicales que lo enfrentaron con el dios Pan se describen en el Himno homérico a Apolo y en las Metamorfosis de Ovidio, respectivamente.
Además del dios iridiscente, las figuras icónicas relacionadas con las artes son las musas. Desde los mitos más primigenios se encuentra la enumeración de las musas (no la misma en las diversas fuentes; a veces son tres o cinco solamente), y todas están íntimamente relacionadas con la música, gustando del canto y la danza. Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y Calíope son, de acuerdo a la Teogonía de Hesíodo, las divinidades encargadas de inspirar, propiciar y alentar la creación artística en el hombre.
Además de las divinidades, existen figuras mitológicas centrales por sus hazañas a través de la música. Tal vez el mejor ejemplo es Orfeo, hijo de Calíope, quien ejercía un poder extraordinario sobre la naturaleza con su lira y su canto, tal y como lo cuenta Simónides el primero, y posteriormente Esquilo y Eurípides, entre otros; Apolonio de Rodas en las Argonáuticas y Píndaro en la Pítica IV, ubican al mismo personaje en la tripulación de “superhéroes” que van a la Cólquide para recuperar el vellocino de oro, y protagoniza pasajes como en el que, gracias a su canto, salva a sus camaradas al cruzar por la isla de las fatídicas sirenas, misma que más tarde atravesará Odiseo con el mismo éxito. Otro personaje interesante es Anfión, quien junto con su hermano Zeto, erigió las ciclópeas murallas tebanas tañendo la lira, de modo que las piedras se colocaban en su lugar, según Paléfato, citando a Hesíodo.
En Homero, basta el inicio de La Iliada para reconocer el papel de la música en su obra: “La cólera canta, oh diosa, del Pelida Aquiles […]”. La palabra que utiliza Homero, ἀείδω (cuya transliteración es aeído), que no sólo significa cantar sino también alabar, dio origen a palabras como aedo o melodía. Tan sólo en el mismo canto I, aparece un banquete en el Olimpo, donde Apolo tañe la lira y las musas cantan, además de una hecatombe en donde se entona un pean, un canto al dios de argénteo arco; más tarde, en el canto IX, el mismo Aquiles aparece cantando acerca de las antiguas gestas de héroes con una fórminge, un instrumento de cuerdas similar a la lira sin caja de resonancia.
En el siguiente himno en modo hipolidio y de autor desconocido (melodía recuperada por Bendetto Marcello) se entonan los primeros versos del Himno homérico a Démeter.