Cabe afirmar que el Caribe es el laboratorio viviente del dinamismo de los encuentros entre África y Europa en tierra extranjera, y de ambas con los nativos americanos que habían habitado las Américas durante los períodos de conquista y deshumanización y el proceso correspondiente de lucha y resistencia. En este sentido, el noreste del Brasil, con su emblemático centro en Bahía, Nueva Orleans y todo el litoral oriental de América del Norte, conocido como la América de las Plantaciones, constituyen, junto con las islas del Caribe, una zona geocultural que alberga una civilización con una lógica y cohesión internas que le son propias.
Los que llegaron al Caribe después de la abolición, primeramente de la trata de esclavos africanos y posteriormente de la propia esclavitud, no se salvaron de la explotación laboral. Sin embargo, llegaron como hombres y mujeres libres a una sociedad que para entonces les prometía la dignidad y civismo propios de una existencia humana, aunque no siempre humanitaria. Esta sociedad adquirió un rasgo distintivo por la función catalizadora de la Presencia Africana en la formación social dentro de un universo psicológico que en buena medida ha estado sumergido, consciente o inconscientemente, en un silencio subterráneo y submarino. Estas metáforas combinadas son máscaras que ocultan los verdaderos rostros o mecanismos que imponen ese silencio amenazador que Jimmy Cliff, la gran estrella del reggae y brillante letrista, describió de manera característica al decir:
"Me robasteis mi historia,
destruisteis mi cultura,
me cortasteis la lengua,
para que no pudiera comunicarme.
Ahora os interponéis
y separáis,
ocultáis toda mi forma de vivir,
para que me odie a mí mismo".
De "The Price of Peace" (1973)
Es lógico, pues, que la Comunidad del Caribe tenga interés por romper el silencio, ese segundo acto de opresión más poderoso que la Presencia Africana en las Américas ha sufrido durante los últimos 500 años en la Ruta del Esclavo. Estos son los actos que caracterizan el periplo de los que, arrancados de sus patrias ancestrales y habiendo sufrido el exilio en las plantaciones, sin embargo sobrevivieron y siguen luchando más allá de la supervivencia.
La búsqueda de la verdad de lo ocurrido en la segunda mitad del último milenio es una forma eficaz de afrontar lo que probablemente haya sido la mayor lacra de la vida moderna. Puede decirse que fue la culminación de cerca de cuatro siglos de obscenidades perpetradas en busca de ganancias materiales, alentadas por la avaricia y el ansia de poder, y a menudo disfrazadas de misión civilizadora, supuestamente dictada por mandato divino e incluso, en los primeros tiempos, bendecida por un edicto papal.
La lucha por la dominación y ocupación de las recién "descubiertas" Américas continuó con la esclavización de millones. Luego vino la deshumanización sistemática de una fuerza de trabajo terriblemente explotada y el condicionamiento psicológico de millones de personas sumidas en una situación de autodesprecio, todo ello reforzado por un racismo persistente, la rígida discriminación clasista subyacente y la violación sistemática de los derechos humanos. Estos son algunos de los baldones de la historia de la humanidad que han dejado un legado extremadamente preocupante en su marcha hacia el siglo XXI.
No obstante, hay otros legados. Y éstos hablan no sólo de la invencibilidad del espíritu humano contra todo pronóstico, sino también de la capacidad de la mente humana para ejercer el intelecto y la imaginación de manera creativa para el progreso del conocimiento humano y la sensibilidad estética. La contribución de la Presencia Africana a este proceso merece una reafirmación rotunda, basada en la investigación minuciosa, el análisis crítico y la difusión planificada y resuelta, todo ello parte de la misión del proyecto de la UNESCO La Ruta del Esclavo.
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Respuesta: me das corona plix
Explicación:
Cabe afirmar que el Caribe es el laboratorio viviente del dinamismo de los encuentros entre África y Europa en tierra extranjera, y de ambas con los nativos americanos que habían habitado las Américas durante los períodos de conquista y deshumanización y el proceso correspondiente de lucha y resistencia. En este sentido, el noreste del Brasil, con su emblemático centro en Bahía, Nueva Orleans y todo el litoral oriental de América del Norte, conocido como la América de las Plantaciones, constituyen, junto con las islas del Caribe, una zona geocultural que alberga una civilización con una lógica y cohesión internas que le son propias.
Los que llegaron al Caribe después de la abolición, primeramente de la trata de esclavos africanos y posteriormente de la propia esclavitud, no se salvaron de la explotación laboral. Sin embargo, llegaron como hombres y mujeres libres a una sociedad que para entonces les prometía la dignidad y civismo propios de una existencia humana, aunque no siempre humanitaria. Esta sociedad adquirió un rasgo distintivo por la función catalizadora de la Presencia Africana en la formación social dentro de un universo psicológico que en buena medida ha estado sumergido, consciente o inconscientemente, en un silencio subterráneo y submarino. Estas metáforas combinadas son máscaras que ocultan los verdaderos rostros o mecanismos que imponen ese silencio amenazador que Jimmy Cliff, la gran estrella del reggae y brillante letrista, describió de manera característica al decir:
"Me robasteis mi historia,
destruisteis mi cultura,
me cortasteis la lengua,
para que no pudiera comunicarme.
Ahora os interponéis
y separáis,
ocultáis toda mi forma de vivir,
para que me odie a mí mismo".
De "The Price of Peace" (1973)
Es lógico, pues, que la Comunidad del Caribe tenga interés por romper el silencio, ese segundo acto de opresión más poderoso que la Presencia Africana en las Américas ha sufrido durante los últimos 500 años en la Ruta del Esclavo. Estos son los actos que caracterizan el periplo de los que, arrancados de sus patrias ancestrales y habiendo sufrido el exilio en las plantaciones, sin embargo sobrevivieron y siguen luchando más allá de la supervivencia.
La búsqueda de la verdad de lo ocurrido en la segunda mitad del último milenio es una forma eficaz de afrontar lo que probablemente haya sido la mayor lacra de la vida moderna. Puede decirse que fue la culminación de cerca de cuatro siglos de obscenidades perpetradas en busca de ganancias materiales, alentadas por la avaricia y el ansia de poder, y a menudo disfrazadas de misión civilizadora, supuestamente dictada por mandato divino e incluso, en los primeros tiempos, bendecida por un edicto papal.
La lucha por la dominación y ocupación de las recién "descubiertas" Américas continuó con la esclavización de millones. Luego vino la deshumanización sistemática de una fuerza de trabajo terriblemente explotada y el condicionamiento psicológico de millones de personas sumidas en una situación de autodesprecio, todo ello reforzado por un racismo persistente, la rígida discriminación clasista subyacente y la violación sistemática de los derechos humanos. Estos son algunos de los baldones de la historia de la humanidad que han dejado un legado extremadamente preocupante en su marcha hacia el siglo XXI.
No obstante, hay otros legados. Y éstos hablan no sólo de la invencibilidad del espíritu humano contra todo pronóstico, sino también de la capacidad de la mente humana para ejercer el intelecto y la imaginación de manera creativa para el progreso del conocimiento humano y la sensibilidad estética. La contribución de la Presencia Africana a este proceso merece una reafirmación rotunda, basada en la investigación minuciosa, el análisis crítico y la difusión planificada y resuelta, todo ello parte de la misión del proyecto de la UNESCO La Ruta del Esclavo.