Las inscripciones funerarias del mundo romano son la fuente documental más importante con testimonios escritos sobre la muerte, tema al que se
refieren estas IX Jornadas Científicas del Área de Ciencias y Técnicas Historiográficas, y lo son en especial por su extensa cronología, la del mundo
romano, de las que me corresponde hablar aquí.
Pero antes de tratar el tema propuesto, y en una Facultad de Historia, no
puedo dejar de referirme, aunque de forma breve, a Hispania en relación
con Roma.
La conquista y romanización de Hispania, 218 a.C.-414 d.C., viene determinada por el desarrollo de su lucha con Cartago por la hegemonía del
Mediterráneo. La batalla de Cissa y la toma de Tarraco, Tarragona, abren
las puertas al período de la conquista de Hispania. Cneo Escipión llega en
218 a.C., tras el ataque de Aníbal a Italia, con el mandato de impedir la
incorporación de hombres y de dinero que les suministraba Hispania y que
eran fundamentales para los cartagineses.
Después de expulsar a los cartagineses de la Península Ibérica, Roma
no sólo incumplió el compromiso de abandonar el territorio, sino que en
206 lo transformó en Provincia, circunstancia por la que se rebelaron numerosas tribus y aliados de los romanos y de los cartagineses.
El año 197 a.C. Roma convirtió las dos grandes zonas militares, sometidas a su dominio, en dos provincias: Hispania Citerior, que comprendía el
valle del Ebro y el litoral levantino hasta Baria (Vera), en Almería, y la
Hispania Ulterior, que comprendía Andalucía. En el 27 a.C. Augusto llamó
Tarraconense a la Citerior y dividió a la Ulterior en Bética y Lusitania,
división que perduró hasta el siglo III, al crear Caracalla la Hispania Citerior Antoniniana, formada por las tierras de galaicos y astures. Finalmente,
MARÍA RUIZ TRAPERO
346
Diocleciano dividió Hispania en cinco provincias peninsulares, Bética,
Lusitania, Cartaginense, Gallaecia y Tarraconense, una africana, Mauritania-Tingitana, y otra insular, las Baleares.
Octavio César Augusto, 27 a.C.-14 d.C., personalidad fundamental en
la historia de Roma y de Hispania, es el primer emperador romano que
impulsó la romanización de las numerosas provincias que había creado
Roma en torno al Mediterráneo, y prestó una atención especial a través de
sus legados a las dos provincias de Hispania.
Roma fue decisiva para la existencia de España, introdujo en Hispania
la lengua latina, las lenguas románicas o romances, trasplantó a España la
cultura y el pensamiento griegos, clave para la cultura de Occidente, y
además creó y consolidó la primera unidad territorial de España, y nos dio
el nombre de Hispania. Configuró nuestra civilización, nuestras primeras
instituciones, nuestras grandes obras públicas; influyó de forma perdurable
en nuestra cultura, nuestra literatura y nuestro arte; y nos dejó como legado
permanente el Derecho romano, base del Derecho español; también abrió
las puertas de Hispania al Cristianismo. En resumen, Roma llevó a Hispania
lo más profundo y lo más duradero de nuestro ser histórico. España no
hubiera existido sin Roma y hasta incluso las antiguas provincias romanas,
sometidas por los pueblos bárbaros, sirvieron más tarde, durante los más de
diez siglos de la Edad Media occidental (siglos V-XV), de estructuras para
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espero te sirva u3u
Explicación:
Las inscripciones funerarias del mundo romano son la fuente documental más importante con testimonios escritos sobre la muerte, tema al que se
refieren estas IX Jornadas Científicas del Área de Ciencias y Técnicas Historiográficas, y lo son en especial por su extensa cronología, la del mundo
romano, de las que me corresponde hablar aquí.
Pero antes de tratar el tema propuesto, y en una Facultad de Historia, no
puedo dejar de referirme, aunque de forma breve, a Hispania en relación
con Roma.
La conquista y romanización de Hispania, 218 a.C.-414 d.C., viene determinada por el desarrollo de su lucha con Cartago por la hegemonía del
Mediterráneo. La batalla de Cissa y la toma de Tarraco, Tarragona, abren
las puertas al período de la conquista de Hispania. Cneo Escipión llega en
218 a.C., tras el ataque de Aníbal a Italia, con el mandato de impedir la
incorporación de hombres y de dinero que les suministraba Hispania y que
eran fundamentales para los cartagineses.
Después de expulsar a los cartagineses de la Península Ibérica, Roma
no sólo incumplió el compromiso de abandonar el territorio, sino que en
206 lo transformó en Provincia, circunstancia por la que se rebelaron numerosas tribus y aliados de los romanos y de los cartagineses.
El año 197 a.C. Roma convirtió las dos grandes zonas militares, sometidas a su dominio, en dos provincias: Hispania Citerior, que comprendía el
valle del Ebro y el litoral levantino hasta Baria (Vera), en Almería, y la
Hispania Ulterior, que comprendía Andalucía. En el 27 a.C. Augusto llamó
Tarraconense a la Citerior y dividió a la Ulterior en Bética y Lusitania,
división que perduró hasta el siglo III, al crear Caracalla la Hispania Citerior Antoniniana, formada por las tierras de galaicos y astures. Finalmente,
MARÍA RUIZ TRAPERO
346
Diocleciano dividió Hispania en cinco provincias peninsulares, Bética,
Lusitania, Cartaginense, Gallaecia y Tarraconense, una africana, Mauritania-Tingitana, y otra insular, las Baleares.
Octavio César Augusto, 27 a.C.-14 d.C., personalidad fundamental en
la historia de Roma y de Hispania, es el primer emperador romano que
impulsó la romanización de las numerosas provincias que había creado
Roma en torno al Mediterráneo, y prestó una atención especial a través de
sus legados a las dos provincias de Hispania.
Roma fue decisiva para la existencia de España, introdujo en Hispania
la lengua latina, las lenguas románicas o romances, trasplantó a España la
cultura y el pensamiento griegos, clave para la cultura de Occidente, y
además creó y consolidó la primera unidad territorial de España, y nos dio
el nombre de Hispania. Configuró nuestra civilización, nuestras primeras
instituciones, nuestras grandes obras públicas; influyó de forma perdurable
en nuestra cultura, nuestra literatura y nuestro arte; y nos dejó como legado
permanente el Derecho romano, base del Derecho español; también abrió
las puertas de Hispania al Cristianismo. En resumen, Roma llevó a Hispania
lo más profundo y lo más duradero de nuestro ser histórico. España no
hubiera existido sin Roma y hasta incluso las antiguas provincias romanas,
sometidas por los pueblos bárbaros, sirvieron más tarde, durante los más de
diez siglos de la Edad Media occidental (siglos V-XV), de estructuras para
configurar lo que hoy llamamos Europa.