Las funciones que se han asignado a la familia han sido: procreación, cuidado de la prole, seguridad para la enfermedad y la vejez, que al depender de otras instituciones sociales, han evolucionado hacia otras funciones más relacionadas con el ámbito psicológico y afectivo, para contrarrestar las presiones externas producidas por la complejidad de la vida actual, convirtiéndose en un lugar dónde el hombre y la mujer buscan relajarse y encontrar sosiego, paz y tranquilidad, después de una ardua jornada de trabajo, a veces, dentro de un ambiente hostil y competitivo.
Pero, en este ambiente de paz y sosiego… existen los hijos que rompen la fantasía idílica de los padres en busca de reposo, y surgen los problemas.
¿Cómo se afronta esta realidad sin entrar en conflicto?
Desde la perspectiva psicológica y afectiva, las funciones y organización de la familia se han de basar en las relaciones afectivas, impregnadas por la calidad de la comunicación entre sus miembros para afrontar los problemas a través del diálogo, el consenso, etc.
De modo que, si los padres desean que su hogar sea ese deseado rincón de paz… su logro va a depender de sus habilidades como propulsores y dinamizadores de las relaciones que se establezcan en su seno.
Porque el nuevo estilo de familia, que emerge de nuestra sociedad, exige que sea ella misma, la que decida sus funciones y participe activamente en su organización. Esta situación requiere que siga criterios democráticos de participación y facilite relaciones simétricas entre sus miembros.
¿Qué es necesario para lograrlo?. Una buena dosis de creatividad.
La familia deja de ser una idea de familia, la representación mental que cada cual tiene en función de sus experiencias, para convertirse en algo diferente, intentando buscar nuevas vías y alternativas que mejoren su convivencia, como fruto de las decisiones tomadas entre los implicados que tratan de tener una identidad propia de familia.
En este nuevo sistema, la definición de roles no está en función del género sino del intercambio recíproco de atención a las necesidades.
Porque en la dinámica del hogar en la que padre y madre trabajan, se hace necesario un estilo de organización en la que todos los miembros se responsabilicen de las tareas, de modo que el trabajo no recaiga sobre un sólo miembro, habitualmente, la madre, que es uno de los problemas, con los que se encuentra la mujer que trabaja fuera de casa.
Es indudable que el bebé no está en condiciones de tomar decisiones, pero sí se le puede enseñar a elegir, a participar, a cooperar…
Las funciones que se han asignado a la familia han sido: procreación, cuidado de la prole, seguridad para la enfermedad y la vejez, que al depender de otras instituciones sociales, han evolucionado hacia otras funciones más relacionadas con el ámbito psicológico y afectivo, para contrarrestar las presiones externas producidas por la complejidad de la vida actual, convirtiéndose en un lugar dónde el hombre y la mujer buscan relajarse y encontrar sosiego, paz y tranquilidad, después de una ardua jornada de trabajo, a veces, dentro de un ambiente hostil y competitivo.
Pero, en este ambiente de paz y sosiego… existen los hijos que rompen la fantasía idílica de los padres en busca de reposo, y surgen los problemas.
¿Cómo se afronta esta realidad sin entrar en conflicto?
Desde la perspectiva psicológica y afectiva, las funciones y organización de la familia se han de basar en las relaciones afectivas, impregnadas por la calidad de la comunicación entre sus miembros para afrontar los problemas a través del diálogo, el consenso, etc.
De modo que, si los padres desean que su hogar sea ese deseado rincón de paz… su logro va a depender de sus habilidades como propulsores y dinamizadores de las relaciones que se establezcan en su seno.
Porque el nuevo estilo de familia, que emerge de nuestra sociedad, exige que sea ella misma, la que decida sus funciones y participe activamente en su organización. Esta situación requiere que siga criterios democráticos de participación y facilite relaciones simétricas entre sus miembros.
¿Qué es necesario para lograrlo?. Una buena dosis de creatividad.
La familia deja de ser una idea de familia, la representación mental que cada cual tiene en función de sus experiencias, para convertirse en algo diferente, intentando buscar nuevas vías y alternativas que mejoren su convivencia, como fruto de las decisiones tomadas entre los implicados que tratan de tener una identidad propia de familia.
En este nuevo sistema, la definición de roles no está en función del género sino del intercambio recíproco de atención a las necesidades.
Porque en la dinámica del hogar en la que padre y madre trabajan, se hace necesario un estilo de organización en la que todos los miembros se responsabilicen de las tareas, de modo que el trabajo no recaiga sobre un sólo miembro, habitualmente, la madre, que es uno de los problemas, con los que se encuentra la mujer que trabaja fuera de casa.
Es indudable que el bebé no está en condiciones de tomar decisiones, pero sí se le puede enseñar a elegir, a participar, a cooperar…