El origen de la humanidad es uno de los temas científicos con mayor incidencia en el interés público. Desde que Darwin y Wallace publicaran sus trabajos sobre la evolución hacia mediados del siglo XIX, se han ido sucediendo hallazgos fósiles de gran trascendencia en distintas regiones de África que van actualizando poco a poco nuestro conocimiento sobre el surgimiento del género humano y sobre las especies de primates emparentados con su génesis. Junto a estos, el estudio de las primeras industrias líticas nos está aportando datos de gran interés que suponen un cambio constante del paradigma anteriormente existente. Hoy en día, sabemos que muchas especies de homininos convivieron en África al mismo tiempo, y se sospecha que las primeras herramientas quizá no fueran obra de los primeros humanos, sino de los ancestros de estos.
La génesis de la humanidad por Eudald Carbonell (IPHES / Fundación Atapuerca)
La génesis de la humanidad por Eudald Carbonell (IPHES / Fundación Atapuerca)
Los humanos nos preguntamos sobre nuestro origen constantemente. La teoría de la evolución planteada en el año 1858 y formulada por Charles Darwin y Alfred Russell Wallace, a través del concepto de la selección natural, nos dio un marco para poder explicar quiénes somos y de dónde venimos los seres vivos del planeta. Estos dos grandes naturalistas plantearon su teoría en un momento en el que no se habían producido los grandes descubrimientos del registro fósil africano o asiático. La famosa búsqueda del “eslabón perdido” se puso de moda cuando se pensaba que la evolución era lineal, sobre todo en la primera mitad del siglo XX. Ya nadie habla de eslabones, sino de especies, de cronoespecies que configuran un arbusto en el que pueden convivir distintas formas evolutivas del mismo o diferente género. Ha llovido mucho desde entonces y, cada vez más, los descubrimientos y reflexiones que realizamos nos acercan las respuestas, a pesar de la aparente complejidad de la evolución. Con el artículo, se incluye un mapa a doble página con los principales hallazgos fósiles de homininos en África oriental, central y meridional y los yacimientos con la industria lítica más antigua relacionada con el origen de la humanidad.
Adaptarse o extinguirse. Determinantes paleoambientales para la evolución de los homininos por Jordi Nadal (Universitat de Barcelona)
Adaptarse o extinguirse. Determinantes paleoambientales para la evolución de los homininos por Jordi Nadal (Universitat de Barcelona)
Somos seres vivos, de eso no hay duda. Lo somos porque, como dijera el recientemente fallecido profesor de física de la Universitat de Barcelona Jorge Wagensberg, hemos luchado durante 3500 millones de años, generación tras generación, contra la entropía, contra un entorno constantemente cambiante que nos obliga a readaptarnos, una y otra vez, a la búsqueda de nuestro lugar en el puzle de la biodiversidad, tras nuestro nicho ecológico. Como primates, los humanos deberíamos ser, desde un punto de vista de las probabilidades estadísticas, una especie arborícola, fundamentalmente frugívora, y esencialmente ecuatorial o tropical. En cambio, en tanto que únicos y últimos representantes de la subfamilia de los homininos, somos terrestres bípedos, muy generalistas en nuestra dieta y ubicuistas, habiendo ocupado casi todos los biomas del planeta. Y, además, extremadamente inteligentes y tecnológicos. Acompañando a este texto, se incluye una estupenda ilustración, obra de ªRU-MOR, reconstruyendo un grupo de Australopithecus africanus de hace tres millones de años en un entorno boscoso del sur de África, un paisaje dominado por el agua y un tectónicamente modificado.
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El origen de la humanidad es uno de los temas científicos con mayor incidencia en el interés público. Desde que Darwin y Wallace publicaran sus trabajos sobre la evolución hacia mediados del siglo XIX, se han ido sucediendo hallazgos fósiles de gran trascendencia en distintas regiones de África que van actualizando poco a poco nuestro conocimiento sobre el surgimiento del género humano y sobre las especies de primates emparentados con su génesis. Junto a estos, el estudio de las primeras industrias líticas nos está aportando datos de gran interés que suponen un cambio constante del paradigma anteriormente existente. Hoy en día, sabemos que muchas especies de homininos convivieron en África al mismo tiempo, y se sospecha que las primeras herramientas quizá no fueran obra de los primeros humanos, sino de los ancestros de estos.
La génesis de la humanidad por Eudald Carbonell (IPHES / Fundación Atapuerca)
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Los humanos nos preguntamos sobre nuestro origen constantemente. La teoría de la evolución planteada en el año 1858 y formulada por Charles Darwin y Alfred Russell Wallace, a través del concepto de la selección natural, nos dio un marco para poder explicar quiénes somos y de dónde venimos los seres vivos del planeta. Estos dos grandes naturalistas plantearon su teoría en un momento en el que no se habían producido los grandes descubrimientos del registro fósil africano o asiático. La famosa búsqueda del “eslabón perdido” se puso de moda cuando se pensaba que la evolución era lineal, sobre todo en la primera mitad del siglo XX. Ya nadie habla de eslabones, sino de especies, de cronoespecies que configuran un arbusto en el que pueden convivir distintas formas evolutivas del mismo o diferente género. Ha llovido mucho desde entonces y, cada vez más, los descubrimientos y reflexiones que realizamos nos acercan las respuestas, a pesar de la aparente complejidad de la evolución. Con el artículo, se incluye un mapa a doble página con los principales hallazgos fósiles de homininos en África oriental, central y meridional y los yacimientos con la industria lítica más antigua relacionada con el origen de la humanidad.
Adaptarse o extinguirse. Determinantes paleoambientales para la evolución de los homininos por Jordi Nadal (Universitat de Barcelona)
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Somos seres vivos, de eso no hay duda. Lo somos porque, como dijera el recientemente fallecido profesor de física de la Universitat de Barcelona Jorge Wagensberg, hemos luchado durante 3500 millones de años, generación tras generación, contra la entropía, contra un entorno constantemente cambiante que nos obliga a readaptarnos, una y otra vez, a la búsqueda de nuestro lugar en el puzle de la biodiversidad, tras nuestro nicho ecológico. Como primates, los humanos deberíamos ser, desde un punto de vista de las probabilidades estadísticas, una especie arborícola, fundamentalmente frugívora, y esencialmente ecuatorial o tropical. En cambio, en tanto que únicos y últimos representantes de la subfamilia de los homininos, somos terrestres bípedos, muy generalistas en nuestra dieta y ubicuistas, habiendo ocupado casi todos los biomas del planeta. Y, además, extremadamente inteligentes y tecnológicos. Acompañando a este texto, se incluye una estupenda ilustración, obra de ªRU-MOR, reconstruyendo un grupo de Australopithecus africanus de hace tres millones de años en un entorno boscoso del sur de África, un paisaje dominado por el agua y un tectónicamente modificado.