Dentro de 5.000 millones de años la Vía Láctea, nuestra galaxia, chocará con su vecina Andrómeda. El titánico encuentro provocará oleadas de destrucción durante las que desaparecerán miles de sistemas solares, pero será también el punto inicial para el nacimiento de incontables estrellas nuevas. Cuando colisionen, ambas galaxias perderán sus identidades individuales y se convertirán en una sola. En el futuro, ambas mostrarán casi el mismo aspecto que NGC 2207 e IC 2163 (arriba), dos galaxias en plena colisión a 80 millones de años luz de la Tierra.
Para comprender bien cómo se desarrollará este inevitable proceso, numerosos investigadores dedican todos sus esfuerzos a analizar lo que sucede cuando las galaxias chocan. Sin embargo, esta clase de interacciones (que pueden durar cientos de millones de años) son demasiado largas como para ser estudiadas por los científicos individualmente. Simplemente, no vivimos lo suficiente como para ver una colisión de principio a fin.
Por eso, los astrónomos están elaborando un catálogo cada vez más extenso de colisiones galácticas, "pilladas" en distintos momentos del proceso de modo que, juntándolas, empiezan a tener una visión global de cómo se producen estos fenómenos.
Combinando los datos de los telescopios espaciales Spitzer y GALEX (Galaxy Evolution Explorer), un grupo de investigadores del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, liderado por Lauranne Lanz, ha conseguido por fin reconstruir lo que sucede durante la colisión de dos galaxias y plasmar el resultado en una simulación informática, la más detallada obtenida hasta ahora.
"Hemos combinado los datos de un atlas de colisiones galácticas para tener una idea completa de principio a fin -afirma Lanz- . Este atlas es el primer paso hacia la lectura de la historia de cómo las galaxias se forman, crecen y evolucionan". Lanz presentó ayer sus hallazgos durante el 218 congreso de la Sociedad Astronómica Americana.
Estrellas jóvenes y calientes
Las nuevas imágenes combinan las observaciones, en el rango del infrarrojo, del telescopio espacial Spitzer con las realizadas en el ultravioleta por el GALEX. Así, analizando la información de diferentes zonas del espectro de la luz de las mismas galaxias, los científicos pueden acceder a datos que hasta ahora habían permanecido ocultos. Por una parte, GALEX ha capturado las emisiones de estrellas jóvenes y muy calientes, mientras que Spitzer ha revelado las zonas en las que las estrellas se están formando con mayor rapidez.
Generalmente, la colisión entre dos galaxias supone que en las zonas de mayor interacción se impulsa el nacimiento de nuevas estrellas. Sin embargo, la observación nos dice que algunas colisiones galácticas producen más nuevas estrellas que otras. Lanz y sus colegas quieren averiguar a qué se deben estas diferencias. En palabras del propio Lanz, "estamos trabajando con los teóricos para comprender lo que sucede en realidad. Nuestros resultados podrán ser comprobados en 5.000 millones de años, cuando la Vía Láctea experimente su propia colisión".
Dentro de 5.000 millones de años la Vía Láctea, nuestra galaxia, chocará con su vecina Andrómeda. El titánico encuentro provocará oleadas de destrucción durante las que desaparecerán miles de sistemas solares, pero será también el punto inicial para el nacimiento de incontables estrellas nuevas. Cuando colisionen, ambas galaxias perderán sus identidades individuales y se convertirán en una sola. En el futuro, ambas mostrarán casi el mismo aspecto que NGC 2207 e IC 2163 (arriba), dos galaxias en plena colisión a 80 millones de años luz de la Tierra.
Para comprender bien cómo se desarrollará este inevitable proceso, numerosos investigadores dedican todos sus esfuerzos a analizar lo que sucede cuando las galaxias chocan. Sin embargo, esta clase de interacciones (que pueden durar cientos de millones de años) son demasiado largas como para ser estudiadas por los científicos individualmente. Simplemente, no vivimos lo suficiente como para ver una colisión de principio a fin.
Por eso, los astrónomos están elaborando un catálogo cada vez más extenso de colisiones galácticas, "pilladas" en distintos momentos del proceso de modo que, juntándolas, empiezan a tener una visión global de cómo se producen estos fenómenos.
Combinando los datos de los telescopios espaciales Spitzer y GALEX (Galaxy Evolution Explorer), un grupo de investigadores del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, liderado por Lauranne Lanz, ha conseguido por fin reconstruir lo que sucede durante la colisión de dos galaxias y plasmar el resultado en una simulación informática, la más detallada obtenida hasta ahora.
"Hemos combinado los datos de un atlas de colisiones galácticas para tener una idea completa de principio a fin -afirma Lanz- . Este atlas es el primer paso hacia la lectura de la historia de cómo las galaxias se forman, crecen y evolucionan". Lanz presentó ayer sus hallazgos durante el 218 congreso de la Sociedad Astronómica Americana.
Estrellas jóvenes y calientesLas nuevas imágenes combinan las observaciones, en el rango del infrarrojo, del telescopio espacial Spitzer con las realizadas en el ultravioleta por el GALEX. Así, analizando la información de diferentes zonas del espectro de la luz de las mismas galaxias, los científicos pueden acceder a datos que hasta ahora habían permanecido ocultos. Por una parte, GALEX ha capturado las emisiones de estrellas jóvenes y muy calientes, mientras que Spitzer ha revelado las zonas en las que las estrellas se están formando con mayor rapidez.
Generalmente, la colisión entre dos galaxias supone que en las zonas de mayor interacción se impulsa el nacimiento de nuevas estrellas. Sin embargo, la observación nos dice que algunas colisiones galácticas producen más nuevas estrellas que otras. Lanz y sus colegas quieren averiguar a qué se deben estas diferencias. En palabras del propio Lanz, "estamos trabajando con los teóricos para comprender lo que sucede en realidad. Nuestros resultados podrán ser comprobados en 5.000 millones de años, cuando la Vía Láctea experimente su propia colisión".