Supuesto que deseemos vivir en libertad, ¿cuáles son las condiciones de una vida social organizada para hacerlo posible? Y establecidas esas condiciones, ¿cómo podemos justificar la preferencia por esa sociedad frente a diseños alternativos? Porque no está claro que, gustándonos la libertad, estemos dispuestos a aceptar cualesquiera resultados del ejercicio de la misma. De modo que quizá tampoco podamos señalar fácilmente dónde termina el gobierno y empieza la sociedad, o viceversa. ¿Abstracciones demasiado remotas? Recordemos que, durante los últimos años, no hemos dejado de preguntarnos si el Estado puede inculcar valores morales en la escuela, si uno puede disponer de su propia vida en condiciones terminales, si el dinero de los contribuyentes ha de pagar un rescate empresarial. Asuntos prácticos sobre los que, en realidad, apenas podemos reflexionar sin recurrir a molestas abstracciones.
Pues bien, acaban de aparecer en España dos libros de procedencia diversa, pero propósito común, cuya lectura puede servir para iluminar este intrincadísimo debate. Hay que apresurarse a señalar que los trabajos de Polanyi y Buchanan nos llegan con un ligero retraso, publicados como están originalmente en 1951 y 1975; pero celebremos que llegan, en lugar de lamentar que todavía no habían llegado. Y celebrémoslo, porque nos permiten reconstruir las discusiones sobre la naturaleza de la sociedad liberal que tuvieron lugar en la posguerra y en la década de los setenta del siglo pasado, así como aplicarlas a lo que hoy nos traemos entre manos.
Supuesto que deseemos vivir en libertad, ¿cuáles son las condiciones de una vida social organizada para hacerlo posible? Y establecidas esas condiciones, ¿cómo podemos justificar la preferencia por esa sociedad frente a diseños alternativos? Porque no está claro que, gustándonos la libertad, estemos dispuestos a aceptar cualesquiera resultados del ejercicio de la misma. De modo que quizá tampoco podamos señalar fácilmente dónde termina el gobierno y empieza la sociedad, o viceversa. ¿Abstracciones demasiado remotas? Recordemos que, durante los últimos años, no hemos dejado de preguntarnos si el Estado puede inculcar valores morales en la escuela, si uno puede disponer de su propia vida en condiciones terminales, si el dinero de los contribuyentes ha de pagar un rescate empresarial. Asuntos prácticos sobre los que, en realidad, apenas podemos reflexionar sin recurrir a molestas abstracciones.
Pues bien, acaban de aparecer en España dos libros de procedencia diversa, pero propósito común, cuya lectura puede servir para iluminar este intrincadísimo debate. Hay que apresurarse a señalar que los trabajos de Polanyi y Buchanan nos llegan con un ligero retraso, publicados como están originalmente en 1951 y 1975; pero celebremos que llegan, en lugar de lamentar que todavía no habían llegado. Y celebrémoslo, porque nos permiten reconstruir las discusiones sobre la naturaleza de la sociedad liberal que tuvieron lugar en la posguerra y en la década de los setenta del siglo pasado, así como aplicarlas a lo que hoy nos traemos entre manos.