La medida del tiempo siempre ha sido un asunto incluido en las preocupaciones de las diferentes civilizaciones que han ido poblando la tierra. Desconocemos el nacimiento de los calendarios, pero podemos aproximarnos al momento inicial en su uso.
En las antiguas civilizaciones se utilizaba el calendario lunar para calcular el paso del tiempo. La órbita de la luna marcaba las transiciones entre meses y, transcurridos 12 meses, se hablaba de un año. En el antiguo Egipto aparecieron los primeros calendarios solares, utilizando el movimiento del sol como valor de medición del tiempo. En el Imperio Romano, existían 304 días dispuestos en 10 meses. Utilizaban un mes más cada determinados años para compensar el desajuste temporal.
Con Julio César, apareció el calendario Juliano, que dividía el año en 365 días y 12 meses. Este calendario incluyó la reforma de añadir un día más cada cuatro años para compensar el desajuste. Aparecieron así los años bisiestos. Este calendario también ubicó los meses tal y como hoy los tenemos.
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Al no corregir por completo el ajuste temporal, se creó el calendario Gregoriano. El Papa Gregorio XVIII fue el encargado de implantar este calendario que establece como años bisiestos los múltiplos de 4, exceptuando los años múltiplos de 100, para compensar el desajuste temporal.
Aún así, este último calendario – vigente hasta el momento- no corrige totalmente los desajustes temporales propios de la astronomía, se estipula que debe ser revisado cada 3.000 años, ya que los movimientos de rotación y traslación se van ralentizando, y eso hace que se incurra de nuevo en desajustes.
Explicación:
La medida del tiempo siempre ha sido un asunto incluido en las preocupaciones de las diferentes civilizaciones que han ido poblando la tierra. Desconocemos el nacimiento de los calendarios, pero podemos aproximarnos al momento inicial en su uso.
En las antiguas civilizaciones se utilizaba el calendario lunar para calcular el paso del tiempo. La órbita de la luna marcaba las transiciones entre meses y, transcurridos 12 meses, se hablaba de un año. En el antiguo Egipto aparecieron los primeros calendarios solares, utilizando el movimiento del sol como valor de medición del tiempo. En el Imperio Romano, existían 304 días dispuestos en 10 meses. Utilizaban un mes más cada determinados años para compensar el desajuste temporal.
Con Julio César, apareció el calendario Juliano, que dividía el año en 365 días y 12 meses. Este calendario incluyó la reforma de añadir un día más cada cuatro años para compensar el desajuste. Aparecieron así los años bisiestos. Este calendario también ubicó los meses tal y como hoy los tenemos.
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Al no corregir por completo el ajuste temporal, se creó el calendario Gregoriano. El Papa Gregorio XVIII fue el encargado de implantar este calendario que establece como años bisiestos los múltiplos de 4, exceptuando los años múltiplos de 100, para compensar el desajuste temporal.
Aún así, este último calendario – vigente hasta el momento- no corrige totalmente los desajustes temporales propios de la astronomía, se estipula que debe ser revisado cada 3.000 años, ya que los movimientos de rotación y traslación se van ralentizando, y eso hace que se incurra de nuevo en desajustes.
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Hola, para mi el tiempo ha sido medido en
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