Desde una modesta oficina en el centro de Santiago, donde se ganaba la vida como abogado, el hombre que en presidia el Senado se vio enfrentado a las heridas y fantasmas de su pasado Patricio Aylwin hizo un mea culpa por su apoyo inicial a la dictadura y por hacer oidos sordos a las primeras d
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Desde una modesta oficina en el centro de Santiago, donde se ganaba la vida como abogado, el hombre que en presidia el Senado se vio enfrentado a las heridas y fantasmas de su pasado Patricio Aylwin hizo un mea culpa por su apoyo inicial a la dictadura y por hacer oidos sordos a las primeras d
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