Cada ciudadano se movilizavahacia donde le tocaba y debía poner en su zurrón o más bien en su cesta algo para alimentarse durante tres días; sobre todo pan, queso, aceitunas, cebolla y ajo. Ésta es la razón por la cual Aristófanes habla a menudo de ese macuto que huele a cebolla y que simbolizaba todas las incomodidades de la vida militar.La mayoría de las batallas campales de la época clásica eran choques brutales defalangesque se atacaban de frente a la carrera, cantando elpeánen cuanto la trompeta daba la señal de ataque, como hicieron los atenienses en Maratón: se apresuraban para reducir el tiempo durante el cual podían causar bajas las armas arrojadizas lanzadas por las tropas ligeras del enemigo, y también para que el choque de las lanzas fuera más violento e irresistible.
Incluso los lacedemonios, eran los griegos más famosos por la forma de realizar las maniobras, y los mejor entrenados, se ponían en formación antes de atacar al enemigo y la conservaban mientras duraba la acción, salvo en casos de absoluta necesidad, pues cualquier cambio de táctica en contacto con el adversario era peligroso.
Cada ciudadano se movilizavahacia donde le tocaba y debía poner en su zurrón o más bien en su cesta algo para alimentarse durante tres días; sobre todo pan, queso, aceitunas, cebolla y ajo. Ésta es la razón por la cual Aristófanes habla a menudo de ese macuto que huele a cebolla y que simbolizaba todas las incomodidades de la vida militar.La mayoría de las batallas campales de la época clásica eran choques brutales de falanges que se atacaban de frente a la carrera, cantando el peán en cuanto la trompeta daba la señal de ataque, como hicieron los atenienses en Maratón: se apresuraban para reducir el tiempo durante el cual podían causar bajas las armas arrojadizas lanzadas por las tropas ligeras del enemigo, y también para que el choque de las lanzas fuera más violento e irresistible.
Incluso los lacedemonios, eran los griegos más famosos por la forma de realizar las maniobras, y los mejor entrenados, se ponían en formación antes de atacar al enemigo y la conservaban mientras duraba la acción, salvo en casos de absoluta necesidad, pues cualquier cambio de táctica en contacto con el adversario era peligroso.