Respuesta:La Secretaría de Estado de España, en un esfuerzo de reforzar la administración de sus colonias, buscaba introducir una serie de cambios que fueron englobadas dentro de las llamadas Reformas borbónicas. Como parte de estas, se creó el virreinato del Río de la Plata (1776), escindiendo del anterior Virreinato del Perú los territorios de la Real Audiencia de Charcas, que en aquel entonces atravesaba una importante ruta comercial terrestre, uniendo las ciudades de Cuzco, Arequipa, Puno, La Paz y el resto del Altiplano hasta Potosí. La separación administrativa supuso también la transferencia de los beneficios económicos hacia Buenos Aires en detrimento de Lima, ocasionada por la despenalización del contrabando a través del puerto atlántico.
Paralelamente, en los dominios españoles se incrementaron y cobraron con mayor eficiencia impuestos como la alcabala, afectando a los comerciantes del sur del Virreinato peruano y del Alto Perú (hoy Bolivia). Estos comerciantes eran mayormente caciques (curacas) indígenas de real linaje de cultura mestiza. Ellos también se vieron perjudicados por el movimiento arbitrario de autoridades indígenas por parte de la administración virreinal a favor de indios serviles al Estado, en perjuicio de los jefes étnicamente legítimos.
El siglo XVIII representó el tiempo de mayor presión económica sobre el campesinado indígena. Se observa en su máxima expresión el sistema del reparto de mercancías, mediante el cual los corregidores obligaban a los indios a comprar bienes a precios muy elevados. El reparto, el tributo indígena y la mita minera oprimían la economía colonial a fin de satisfacer las demandas de la metrópoli. Dado esto, la rebelión de Túpac Amaru influyó para la independencia del Perú.
En este contexto, el recuerdo de la historia y los símbolos del Imperio incaico dentro de la población indígena surgió como modelo de alternativa frente a un sistema económico que las perjudicaba en muchos sentidos.
Respuesta:La Secretaría de Estado de España, en un esfuerzo de reforzar la administración de sus colonias, buscaba introducir una serie de cambios que fueron englobadas dentro de las llamadas Reformas borbónicas. Como parte de estas, se creó el virreinato del Río de la Plata (1776), escindiendo del anterior Virreinato del Perú los territorios de la Real Audiencia de Charcas, que en aquel entonces atravesaba una importante ruta comercial terrestre, uniendo las ciudades de Cuzco, Arequipa, Puno, La Paz y el resto del Altiplano hasta Potosí. La separación administrativa supuso también la transferencia de los beneficios económicos hacia Buenos Aires en detrimento de Lima, ocasionada por la despenalización del contrabando a través del puerto atlántico.
Paralelamente, en los dominios españoles se incrementaron y cobraron con mayor eficiencia impuestos como la alcabala, afectando a los comerciantes del sur del Virreinato peruano y del Alto Perú (hoy Bolivia). Estos comerciantes eran mayormente caciques (curacas) indígenas de real linaje de cultura mestiza. Ellos también se vieron perjudicados por el movimiento arbitrario de autoridades indígenas por parte de la administración virreinal a favor de indios serviles al Estado, en perjuicio de los jefes étnicamente legítimos.
El siglo XVIII representó el tiempo de mayor presión económica sobre el campesinado indígena. Se observa en su máxima expresión el sistema del reparto de mercancías, mediante el cual los corregidores obligaban a los indios a comprar bienes a precios muy elevados. El reparto, el tributo indígena y la mita minera oprimían la economía colonial a fin de satisfacer las demandas de la metrópoli. Dado esto, la rebelión de Túpac Amaru influyó para la independencia del Perú.
En este contexto, el recuerdo de la historia y los símbolos del Imperio incaico dentro de la población indígena surgió como modelo de alternativa frente a un sistema económico que las perjudicaba en muchos sentidos.
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