Cuenta la historia que según las creencias chibchas, Chiminichagua es el ser supremo, omnipotente y creador del mundo. Una divinidad bondadosa y universal, la única luz que existía cuando todo era noche.
Se dice que en el principio del mundo, todo estaba en tinieblas y solamente reinaba la luz de Chiminigagua. Cuando el dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras y las lanzó al espacio. Aseguran algunos lugareños que cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente, con la cual todo el cosmos quedó iluminado. Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo.
En el proceso de creación de todo lo existente en el universo, Chiminigagua señaló la importancia de adorar al sol o Suhá y a su mujer y compañera Chía, o la luna. La adoración al sol y a la luna, para los Chibchas, era la adoración a Chiminigagua, el ser supremo.
Esta historia, relata que la relación entre la creencia en Chiminigagua y el culto al sol existió en otros pueblos indígenas americanos. Los chibchas dedicaron varios templos a la adoración del sol. Los más importantes fueron construidos en Sogamoso, Guatavita, Bogotá y Guachetá.
En la ciudad de Tunja, el zaque Goranchacha construyó el Templo al Sol y en su honor los hunzas dedicaron los célebres "Cojines del Zaque", que son dos piedras en forma circular talladas en la misma roca. Comentan que todos los días, en las horas de la madrugada, el zaque de Tunja, con los sacerdotes y numerosos indígenas, se concentraban para adorar al sol y esperar su salida por el oriente.
El zaque se arrodillaba en los cojines y oraba al sol en común unión con los jeques o sacerdotes y con las gentes devotas del astro-rey. Los indígenas oraban, cantaban, danzaban y en algunas oportunidades hacían los sacrificios de los Moxas, que eran niños de doce años a quienes se les sacaba el corazón como una ofrenda sagrada al sol.
Chiminigagua era un dios estático y sin figura corporal que estaba por encima de todos los héroes, pero a quien no se le rendía culto directamente, como a los dioses tutelares y protectores. Este culto se le rindió al sol, el dios de la luz y de la fertilidad de la tierra. Por esto, algunos cronistas hablan del sol como el dios chibcha creador del universo; y en la misma forma, hablaron de los españoles que llegaron a América como "hijos del sol".
Explicación:
espero que te ayude el más importante es el último
La adoración al sol y a la luna, para los Chibchas, era la adoración a Chiminigagua, el ser supremo. Esta historia, relata que la relación entre la creencia en Chiminigagua y el culto al sol existió en otros pueblos indígenas americanos. Los chibchas dedicaron varios templos a la adoración del sol.
Explicación:
Aunque había una creencia residual en un dios creador, el culto muisca destacaba al dios del sol (Sua) y a la diosa de la luna (Chía), enlazados a los grandes señores. El dios del sol estaba vinculado a los Zaques del norte, con su Templo de Sogamoso; mientras que la familia del Zipa controlaba el templo de Chía...
Respuesta:
Cuenta la historia que según las creencias chibchas, Chiminichagua es el ser supremo, omnipotente y creador del mundo. Una divinidad bondadosa y universal, la única luz que existía cuando todo era noche.
Se dice que en el principio del mundo, todo estaba en tinieblas y solamente reinaba la luz de Chiminigagua. Cuando el dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras y las lanzó al espacio. Aseguran algunos lugareños que cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente, con la cual todo el cosmos quedó iluminado. Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo.
En el proceso de creación de todo lo existente en el universo, Chiminigagua señaló la importancia de adorar al sol o Suhá y a su mujer y compañera Chía, o la luna. La adoración al sol y a la luna, para los Chibchas, era la adoración a Chiminigagua, el ser supremo.
Esta historia, relata que la relación entre la creencia en Chiminigagua y el culto al sol existió en otros pueblos indígenas americanos. Los chibchas dedicaron varios templos a la adoración del sol. Los más importantes fueron construidos en Sogamoso, Guatavita, Bogotá y Guachetá.
En la ciudad de Tunja, el zaque Goranchacha construyó el Templo al Sol y en su honor los hunzas dedicaron los célebres "Cojines del Zaque", que son dos piedras en forma circular talladas en la misma roca. Comentan que todos los días, en las horas de la madrugada, el zaque de Tunja, con los sacerdotes y numerosos indígenas, se concentraban para adorar al sol y esperar su salida por el oriente.
El zaque se arrodillaba en los cojines y oraba al sol en común unión con los jeques o sacerdotes y con las gentes devotas del astro-rey. Los indígenas oraban, cantaban, danzaban y en algunas oportunidades hacían los sacrificios de los Moxas, que eran niños de doce años a quienes se les sacaba el corazón como una ofrenda sagrada al sol.
Chiminigagua era un dios estático y sin figura corporal que estaba por encima de todos los héroes, pero a quien no se le rendía culto directamente, como a los dioses tutelares y protectores. Este culto se le rindió al sol, el dios de la luz y de la fertilidad de la tierra. Por esto, algunos cronistas hablan del sol como el dios chibcha creador del universo; y en la misma forma, hablaron de los españoles que llegaron a América como "hijos del sol".
Explicación:
espero que te ayude el más importante es el último
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La adoración al sol y a la luna, para los Chibchas, era la adoración a Chiminigagua, el ser supremo. Esta historia, relata que la relación entre la creencia en Chiminigagua y el culto al sol existió en otros pueblos indígenas americanos. Los chibchas dedicaron varios templos a la adoración del sol.
Explicación:
Aunque había una creencia residual en un dios creador, el culto muisca destacaba al dios del sol (Sua) y a la diosa de la luna (Chía), enlazados a los grandes señores. El dios del sol estaba vinculado a los Zaques del norte, con su Templo de Sogamoso; mientras que la familia del Zipa controlaba el templo de Chía...