Con la instauración de la Primera Junta Nacional de Gobierno, el 18 de septiembre de 1810, y hasta el 4 de julio de 1811, fecha de instalación del primer Congreso Nacional, nacen en la esfera pública las primeras tendencias políticas en el entonces Reino de Chile.
Estas tendencias o facciones, surgen dentro de las bases de un modelo socio-político de naturaleza tradicional y colonial, el cual experimenta desde 1810 una lenta fase de transición a la política moderna y republicana.
Por ello, estas primeras organizaciones carecen de una ideología formal y difícilmente se les puede rotular como partidos, aunque de igual forma representan las diversas posiciones que caracterizaron a las clases dirigentes, durante los comienzos del proceso de Independencia que afectó a la casi totalidad de las colonias americanas del Imperio español.
En relación a este proceso, existe un relativo consenso que considera que la causa independentista en nuestro país, más que un proceso sistemático y planificado, fue más bien el resultado de una serie de acontecimientos externos que impulsaron y precipitaron el proceso emancipador. El más importante de ellas, sin lugar a dudas, fue la captura del Rey de España, Fernando VII a manos de Napoleón Bonaparte, en 1808. Esta coyuntura puso en jaque a las colonias españolas y aceleró el desarrollo de los acontecimientos políticos que llevaron a la Independencia. Al mismo tiempo que se desarrollaban estos sucesos, y de manera incipiente, el ideario en torno al autogobierno se expandió en un importante sector de la elite criolla que creyó posible que, ante la ausencia o el vacío de poder experimentado, era necesario construir una forma de gobierno local.
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Con la instauración de la Primera Junta Nacional de Gobierno, el 18 de septiembre de 1810, y hasta el 4 de julio de 1811, fecha de instalación del primer Congreso Nacional, nacen en la esfera pública las primeras tendencias políticas en el entonces Reino de Chile.
Estas tendencias o facciones, surgen dentro de las bases de un modelo socio-político de naturaleza tradicional y colonial, el cual experimenta desde 1810 una lenta fase de transición a la política moderna y republicana.
Por ello, estas primeras organizaciones carecen de una ideología formal y difícilmente se les puede rotular como partidos, aunque de igual forma representan las diversas posiciones que caracterizaron a las clases dirigentes, durante los comienzos del proceso de Independencia que afectó a la casi totalidad de las colonias americanas del Imperio español.
En relación a este proceso, existe un relativo consenso que considera que la causa independentista en nuestro país, más que un proceso sistemático y planificado, fue más bien el resultado de una serie de acontecimientos externos que impulsaron y precipitaron el proceso emancipador. El más importante de ellas, sin lugar a dudas, fue la captura del Rey de España, Fernando VII a manos de Napoleón Bonaparte, en 1808. Esta coyuntura puso en jaque a las colonias españolas y aceleró el desarrollo de los acontecimientos políticos que llevaron a la Independencia. Al mismo tiempo que se desarrollaban estos sucesos, y de manera incipiente, el ideario en torno al autogobierno se expandió en un importante sector de la elite criolla que creyó posible que, ante la ausencia o el vacío de poder experimentado, era necesario construir una forma de gobierno local.