Ser mujer sigue siendo muy difícil todavía. Y debo decir, con un mejicanismo, que solo se supera con mucho trabajo ". La pintora Leonora Carrington (Lancanshire, Inglaterra, 1917) siempre fue una rebelde. Desde niña -la expulsaron varias veces de los colegios- y hasta sus noventa años, en los que seguía desafiando al tiempo, a las modas y a los lugares comunes en la calle de Chihuahua de la Ciudad de México, donde vivía. Su lucha por ser ella misma le llevó a ser denostada por su padre y encerrada en un psiquiátrico de Santander en 1940, nada más acabar la Guerra Civil española. Un destino habitual para aquellas mujeres que querían ser, por encima de todo, ellas mismas, con iguales derechos que sus hermanos. Por eso Leonora, nada loca, creía ser un caballo ("no una yegua"), la figura que ha ocupado buena parte de su obra artística.Ser mujer sigue siendo muy difícil todavía. Y debo decir, con un mejicanismo, que solo se supera con mucho trabajo". La pintora Leonora Carrington (Lancanshire, Inglaterra, 1917) siempre fue una rebelde. Desde niña -la expulsaron varias veces de los colegios- y hasta sus noventa años, en los que seguía desafiando al tiempo, a las modas y a los lugares comunes en la calle de Chihuahua de la Ciudad de México, donde vivía. Su lucha por ser ella misma le llevó a ser denostada por su padre y encerrada en un psiquiátrico de Santander en 1940, nada más acabar la Guerra Civil española. Un destino habitual para aquellas mujeres que querían ser, por encima de todo, ellas mismas, con iguales derechos que sus hermanos. Por eso Leonora, nada loca, creía ser un caballo ("no una yegua"), la figura que ha ocupado buena parte de su obra artística.
Ser mujer sigue siendo muy difícil todavía. Y debo decir, con un mejicanismo, que solo se supera con mucho trabajo ". La pintora Leonora Carrington (Lancanshire, Inglaterra, 1917) siempre fue una rebelde. Desde niña -la expulsaron varias veces de los colegios- y hasta sus noventa años, en los que seguía desafiando al tiempo, a las modas y a los lugares comunes en la calle de Chihuahua de la Ciudad de México, donde vivía. Su lucha por ser ella misma le llevó a ser denostada por su padre y encerrada en un psiquiátrico de Santander en 1940, nada más acabar la Guerra Civil española. Un destino habitual para aquellas mujeres que querían ser, por encima de todo, ellas mismas, con iguales derechos que sus hermanos. Por eso Leonora, nada loca, creía ser un caballo ("no una yegua"), la figura que ha ocupado buena parte de su obra artística.Ser mujer sigue siendo muy difícil todavía. Y debo decir, con un mejicanismo, que solo se supera con mucho trabajo". La pintora Leonora Carrington (Lancanshire, Inglaterra, 1917) siempre fue una rebelde. Desde niña -la expulsaron varias veces de los colegios- y hasta sus noventa años, en los que seguía desafiando al tiempo, a las modas y a los lugares comunes en la calle de Chihuahua de la Ciudad de México, donde vivía. Su lucha por ser ella misma le llevó a ser denostada por su padre y encerrada en un psiquiátrico de Santander en 1940, nada más acabar la Guerra Civil española. Un destino habitual para aquellas mujeres que querían ser, por encima de todo, ellas mismas, con iguales derechos que sus hermanos. Por eso Leonora, nada loca, creía ser un caballo ("no una yegua"), la figura que ha ocupado buena parte de su obra artística.