Los dos últimos siglos son y han sido testigos de monumentales revoluciones tecnológicas y de los cambios sociales, políticos y económicos que las acompañaron. Tampoco somos ajenos a su incidencia en la concentración y equilibrio de poder en el mundo.El actual siglo XXI, donde el conocimiento y la información son una pieza central del motor de la sociedad, es heredero de la historia de épocas pasadas.
La investigación científica y sus aplicaciones tecnológicas no se encuentran aisladas de la sociedad en la que se insertan, lo que genera amplias discusiones sobre el rol social de la ciencia. Ya en el siglo XVII, con Galileo, Kepler o Newton, se puso en marcha la revolución científica moderna y paralelamente uno de los movimientos de innovación tecnológicos más significativos en cuanto a su impacto transformador de la sociedad; la Revolución Industrial.
Los dos últimos siglos son y han sido testigos de monumentales revoluciones tecnológicas y de los cambios sociales, políticos y económicos que las acompañaron. Tampoco somos ajenos a su incidencia en la concentración y equilibrio de poder en el mundo.El actual siglo XXI, donde el conocimiento y la información son una pieza central del motor de la sociedad, es heredero de la historia de épocas pasadas.
La investigación científica y sus aplicaciones tecnológicas no se encuentran aisladas de la sociedad en la que se insertan, lo que genera amplias discusiones sobre el rol social de la ciencia. Ya en el siglo XVII, con Galileo, Kepler o Newton, se puso en marcha la revolución científica moderna y paralelamente uno de los movimientos de innovación tecnológicos más significativos en cuanto a su impacto transformador de la sociedad; la Revolución Industrial.