El país conmemora hoy medio siglo de las expediciones de Constanza, el 14 de junio de 1959, Estero Hondo y Maimón, en las que 200 osados decididos a morirse, ingresaron al país con el propósito inquebrantable de liquidar la tiranía que desde 29 años imponía a los dominicanos el dictador Rafael Leonidas Trujillo.
Eso era un imposible desde la óptica militar, porque Trujillo disponía de unas Fuerzas Armadas dóciles y compactas, la Fuerza Aérea más poderosa de toda el área del Caribe, y no existía ni concientización política ni una red organizativa de conspiración como soporte a la arriesgada decisión del enfrentamiento militar.
Los dominicanos estábamos huérfanos de educación política, y la única que saturaba el ambiente era la amplia cobertura informativa de la tiranía con La Voz Dominicana, con potencia de 50 kilos, repitiendo día y noche las conveniencias de la tiranía y los diarios El Caribe y La Nación de la capital y con entusiasmo graduado, La Información de Santiago de los Caballeros.
Los expedicionarios fueron capturados casi todos, transportados a la base aérea de San Isidro, sede de la entonces Aviación Militar Dominicana (AMD), donde fueron torturados sin piedad, bárbaramente, no sin antes vejarlos hasta la sociedad y luego ultimarlos y sepultarlos en fosas comunes detrás del hangar del recinto militar.
Fueron disposiciones unilaterales terribles del titular del ejército del aire, mayor general Ramfis Trujillo, que obtuvo de su progenitor conformar la unidad aérea militar más completa del Caribe, y sus ejecutorias contradijeron por primera vez de manera pública, las emanadas del generalísimo
El país conmemora hoy medio siglo de las expediciones de Constanza, el 14 de junio de 1959, Estero Hondo y Maimón, en las que 200 osados decididos a morirse, ingresaron al país con el propósito inquebrantable de liquidar la tiranía que desde 29 años imponía a los dominicanos el dictador Rafael Leonidas Trujillo.
Eso era un imposible desde la óptica militar, porque Trujillo disponía de unas Fuerzas Armadas dóciles y compactas, la Fuerza Aérea más poderosa de toda el área del Caribe, y no existía ni concientización política ni una red organizativa de conspiración como soporte a la arriesgada decisión del enfrentamiento militar.
Los dominicanos estábamos huérfanos de educación política, y la única que saturaba el ambiente era la amplia cobertura informativa de la tiranía con La Voz Dominicana, con potencia de 50 kilos, repitiendo día y noche las conveniencias de la tiranía y los diarios El Caribe y La Nación de la capital y con entusiasmo graduado, La Información de Santiago de los Caballeros.
Los expedicionarios fueron capturados casi todos, transportados a la base aérea de San Isidro, sede de la entonces Aviación Militar Dominicana (AMD), donde fueron torturados sin piedad, bárbaramente, no sin antes vejarlos hasta la sociedad y luego ultimarlos y sepultarlos en fosas comunes detrás del hangar del recinto militar.
Fueron disposiciones unilaterales terribles del titular del ejército del aire, mayor general Ramfis Trujillo, que obtuvo de su progenitor conformar la unidad aérea militar más completa del Caribe, y sus ejecutorias contradijeron por primera vez de manera pública, las emanadas del generalísimo