jhoanahacker
Rescate y muerte de Atahaulpa, último Inca muerto el 26 de junio de 1533 por orden de Francisco Pizarro. Se le aplicó la pena de garrote- Ver Fuente
Al día siguiente de ser tomado preso Atahualpa, sabedor de la sed que tenían los españoles de los metales preciosos, le ofreció a Pizarro llenarle tres veces el hoy conocido "cuarto del rescate", dos de plata y una de oro, hasta donde alcanzara su mano; esto a cambio de su libertad.
Pizarro aceptó la propuesta, pero bajo la condición de que se cumpliera en cuarenta días. Vencido el plazo de cuarenta días, Pizarro dio por cumplido el pacto, sin embargo, no dejó en libertad al Inca, aduciendo para ello simplemente razones de seguridad
No cabe duda que entre los problemas que abundaban en la cabeza de Pizarro, el más serio debía llamarse Atahualpa, pues sabía qué para que continuara históricamente el proceso de la conquista, ese indio debía morir.
Al ejecutar al Inca se estaba complicando, ya que dentro de los españoles de representatividad, Hernando Pizarro y Hernando de Soto, comenzaron a oponerse a que Pizarro ejecutase á Atahualpa. Pizarro, Almagro y Valverde pasaron a armar contra el Inca una de las más grandes farsas jurisdiccionales que registra la Historia. Las acusaciones: hereje, incesto, no haber cumplido con la totalidad del rescate, haber ordenado desde la prisión la muerte dé su hermano Huáscar e intentar levantar a los indios para dar muerte á los éspañoles. Su condena: ser quemado vivo, condena que recién al pié de la hoguera será conmutada por la del garrote, ya que aceptó bautizarse, muriendo con el nombre de Juan para unos y para otros Francisco (26 de junio de 1533). Muerto Atahualpa, Pizarro de inmediato, coronó como Inca a Túpac Huallpa o Toparpa, otro hijo de Huayna Cápac.
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Al día siguiente de ser tomado preso Atahualpa, sabedor de la sed que tenían los españoles de los metales preciosos, le ofreció a Pizarro llenarle tres veces el hoy conocido "cuarto del rescate", dos de plata y una de oro, hasta donde alcanzara su mano; esto a cambio de su libertad.
Pizarro aceptó la propuesta, pero bajo la condición de que se cumpliera en cuarenta días. Vencido el plazo de cuarenta días, Pizarro dio por cumplido el pacto, sin embargo, no dejó en libertad al Inca, aduciendo para ello simplemente razones de seguridad
No cabe duda que entre los problemas que abundaban en la cabeza de Pizarro, el más serio debía llamarse Atahualpa, pues sabía qué para que continuara históricamente el proceso de la conquista, ese indio debía morir.
Al ejecutar al Inca se estaba complicando, ya que dentro de los españoles de representatividad, Hernando Pizarro y Hernando de Soto, comenzaron a oponerse a que Pizarro ejecutase á Atahualpa.
Pizarro, Almagro y Valverde pasaron a armar contra el Inca una de las más grandes farsas jurisdiccionales que registra la Historia. Las acusaciones: hereje, incesto, no haber cumplido con la totalidad del rescate, haber ordenado desde la prisión la muerte dé su hermano Huáscar e intentar levantar a los indios para dar muerte á los éspañoles. Su condena: ser quemado vivo, condena que recién al pié de la hoguera será conmutada por la del garrote, ya que aceptó bautizarse, muriendo con el nombre de Juan para unos y para otros Francisco (26 de junio de 1533). Muerto Atahualpa, Pizarro de inmediato, coronó como Inca a Túpac Huallpa o Toparpa, otro hijo de Huayna Cápac.