zaydacipriano
En 1819, el Director Supremo Pueyrredon ordena a San Martín gobernador de Cuyo, que reprima a las montoneras de López, Ramírez y Bustos. San Martín desobedece las ordenes. El 13 de marzo de 1819, San Martín escribe a Artigas: "No puedo ni debo analizar las causas de esta guerra entre hermanos; lo más sensible es que siendo todos de iguales opiniones en sus principios, es decir, a la emancipación e independencia absoluta de España...debemos cortar toda diferencia. Mi sable jamás se sacará de la vaina por opiniones políticas, como éstas no sean en contra de los españoles y su dependencia”. Ya en Perú, liberada Lima del poder español, San Martin no cesaba en su intento de liberación continental. Antonio Gutiérrez de la Fuente, joven militar peruano, el 22 de mayo de 1822 se embarcó en El Callo con rumbo a Valparaíso y desde alli a Buenos Aires. San Martin le habia encomendado pedir apoyo financiero para terminar la guerra de liberación continental. Dos veces habló con Bernardino Rivadavia. El 14 de agosto de 1822 se volvió con las manos vacías. Guayaquil sería en desenlace de la falta de apoyo del Gobierno porteño. Bolivar se encargaría de proseguir la lucha de liberación. Desilusionado y enfermo, regresa San Martin a Mendoza para dirigirse a Buenos Aires en agosto de 1823, sabiendo de que su esposa estaba gravemente enferma. Estanislao López, caudillo santafesino, le remitió a San Martín una esquela en la que comentaba: "Se de manera positiva, por mis agentes en Buenos Aires, que a la llegada de usted a aquella capital, será mandado a juzgar por el gobierno en un consejo de guerra de oficiales generales, por haber desobedecido sus órdenes de 1819 haciendo la gloriosa campaña de Chile, no invadir a Santa Fe y la expedición libertadora del Perú...siento el honor de asegurar a usted que a su solo aviso estaré con mi provincia en masa a esperarlo a usted “ Es el mismo San Martín que le escribe tiempo después a su amigo Tomás Guido: "Ignora usted por ventura que en el año 23 cuando yo por ceder a las instancias de mi mujer de venir a Buenos Aires, se apostaron partidas en el camino para prenderme como a un facineroso” En setiembre de 1824, Rivadavia desnudó su sentimiento hacia San Martín en una carta dirigida a Manuel García: "Es de mi deber decir a usted para su gobierno que es un gran bien para ese país que dicho general esté lejos de él". San Martin ya había partido hacia Francia. Desobediencia debida, San Martín, nunca desenfundo su sable por las luchas entre hermanos, y luchó por la liberación americana de toda potencia extranjera como estaba plasmada en el acta de 1816.
Desobediencia debida del Padre de la Patria, nunca ejemplo de aquellos que prefirieron 150 años después masacrar a miles de jóvenes, ocultando cobardemente los hechos, amañados en la obscena obediencia debida.
El 13 de marzo de 1819, San Martín escribe a Artigas:
"No puedo ni debo analizar las causas de esta guerra entre hermanos; lo más sensible es que siendo todos de iguales opiniones en sus principios, es decir, a la emancipación e independencia absoluta de España...debemos cortar toda diferencia. Mi sable jamás se sacará de la vaina por opiniones políticas, como éstas no sean en contra de los españoles y su dependencia”.
Ya en Perú, liberada Lima del poder español, San Martin no cesaba en su intento de liberación continental. Antonio Gutiérrez de la Fuente, joven militar peruano, el 22 de mayo de 1822 se embarcó en El Callo con rumbo a Valparaíso y desde alli a Buenos Aires. San Martin le habia encomendado pedir apoyo financiero para terminar la guerra de liberación continental. Dos veces habló con Bernardino Rivadavia. El 14 de agosto de 1822 se volvió con las manos vacías. Guayaquil sería en desenlace de la falta de apoyo del Gobierno porteño. Bolivar se encargaría de proseguir la lucha de liberación.
Desilusionado y enfermo, regresa San Martin a Mendoza para dirigirse a Buenos Aires en agosto de 1823, sabiendo de que su esposa estaba gravemente enferma.
Estanislao López, caudillo santafesino, le remitió a San Martín una esquela en la que comentaba:
"Se de manera positiva, por mis agentes en Buenos Aires, que a la llegada de usted a aquella capital, será mandado a juzgar por el gobierno en un consejo de guerra de oficiales generales, por haber desobedecido sus órdenes de 1819 haciendo la gloriosa campaña de Chile, no invadir a Santa Fe y la expedición libertadora del Perú...siento el honor de asegurar a usted que a su solo aviso estaré con mi provincia en masa a esperarlo a usted “
Es el mismo San Martín que le escribe tiempo después a su amigo Tomás Guido: "Ignora usted por ventura que en el año 23 cuando yo por ceder a las instancias de mi mujer de venir a Buenos Aires, se apostaron partidas en el camino para prenderme como a un facineroso”
En setiembre de 1824, Rivadavia desnudó su sentimiento hacia San Martín en una carta dirigida a Manuel García:
"Es de mi deber decir a usted para su gobierno que es un gran bien para ese país que dicho general esté lejos de él".
San Martin ya había partido hacia Francia.
Desobediencia debida, San Martín, nunca desenfundo su sable por las luchas entre hermanos, y luchó por la liberación americana de toda potencia extranjera como estaba plasmada en el acta de 1816.
Desobediencia debida del Padre de la Patria, nunca ejemplo de aquellos que prefirieron 150 años después masacrar a miles de jóvenes, ocultando cobardemente los hechos, amañados en la obscena obediencia debida.