En los años 40, una mujer se dedicó a barrer metro a metro las líneas de Nazca, el conjunto de geoglifos que ocupa una extensión de 50 kilómetros cuadrados en el desierto del sur de Perú y cuya longitud total alcanza unos 1.300 kilómetros. Gastó tantas escobas que, según ella misma contaba, entre la población local circularon rumores de que era una bruja. A la alemana Maria Reiche conocida como la Dama de las Líneas, le debemos la conservación de aquel precioso y enigmático legado milenario, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Pero Reiche hizo mucho más que preservar los geoglifos: gracias a su formación en ciencias, desarrolló la primera teoría sobre su posible propósito como calendario astronómico, una hipótesis debatida todavía hoy.
En los años 40, una mujer se dedicó a barrer metro a metro las líneas de Nazca, el conjunto de geoglifos que ocupa una extensión de 50 kilómetros cuadrados en el desierto del sur de Perú y cuya longitud total alcanza unos 1.300 kilómetros. Gastó tantas escobas que, según ella misma contaba, entre la población local circularon rumores de que era una bruja. A la alemana Maria Reiche conocida como la Dama de las Líneas, le debemos la conservación de aquel precioso y enigmático legado milenario, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Pero Reiche hizo mucho más que preservar los geoglifos: gracias a su formación en ciencias, desarrolló la primera teoría sobre su posible propósito como calendario astronómico, una hipótesis debatida todavía hoy.
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nose
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