Los continentes se encontraban en movimiento en el Cretácico, ocupados en remodelar la forma y el tono de vida de la Tierra. Al principio del período, los dinosaurios dominaban los restos que se soltaban del supercontinente Pangea, mientras los roedores huían apresuradamente a sus pies por bosques de helechos, cicas y coníferas. Al final del período, unos 80 millones de años más tarde, los océanos rellenaron los abismos que separaban los aislados continentes con una forma muy parecida a la actual. Las plantas con flor se extendieron por todo el paisaje. Y los mamíferos se asentaron dispuestos a ocupar el vacío que pronto dejarían los extinguidos dinosaurios. Se formó un cráter gigante en lo que ahora conocemos como la Península de Yucatán.
Que el asteroide o cometa que generó el cráter Chicxulub causara o no la extinción de más de la mitad de las especies del planeta al final del Cretácico sigue siendo un tema de debate científico. Pero los continentes desplazados, las costas ampliadas y los océanos ensanchados habían enfriado y humedecido el clima del planeta y provocado grandes cambios en la fauna y flora. Un impacto extraterrestre o un período de actividad volcánica interna quizás era más de lo que podían soportar muchas de las especies de la Tierra.
Mucho antes de que comenzara la masacre, el Cretácico continuó lo que había iniciado el Jurásico: gigantescos saurópodos guiaban filas de dinosaurios a través de los bosques, por las llanuras y a lo largo de las costas; reptiles marinos con grandes dientes y largo cuello aterrorizaban a los peces, ammonites y moluscos en los mares; pterosaurios y aves con pelo y plumas surcaban los cielos. Pero conforme se desplegaban los continentes, las corrientes oceánicas se agitaban con más vigor aún. Tras un aumento de temperatura a mitad del Cretácico, el clima comenzó a enfriarse y cambió su curso.
Nuevos dinosaurios
Aunque los dinosaurios gobernaron la Tierra a lo largo del Cretácico, cambiaron los grupos dominantes y evolucionaron muchos nuevos tipos. Los saurópodos dominaban los continentes meridionales, pero eran escasos en el norte. Ornitisquios que iban en manada como el Iguanodon se extendieron por todas partes menos por la Antártida. Hacia el final del Cretácico, grandes manadas de bestias con cuernos como el Triceratops masticaban cicadas y otras plantas bajas en los continentes nórdicos. El carnívoro Tyrannosaurio rex dominó el Cretácico tardío en el norte, mientras que monstruosos comedores de carne como el Spinosaurio, que tenía una enorme aleta en forma de vela en su espalda, abundaban en el sur. Los carnívoros más pequeños probablemente peleaban por las sobras.
Otras criaturas, como las ranas, salamandras, tortugas, cocodrilos y serpientes, proliferaban en las ampliadas costas. Mamíferos de la familia de las musarañas correteaban por los bosques. El pterosaurio más grande conocido planeaba en lo alto aunque la especie en su conjunto afrontaba la competencia cada vez más estresante de otras aves que se diversificaban rápidamente: los antepasados de los modernos somormujos, cormoranes, pelícanos y escolopácidos aparecieron todos en el Cretácico.
En los mares templados y poco profundos que se derramaron por los continentes, los cuellilargos plesiosaurios dieron paso a los gigantescos mosasaurios con forma de serpiente. Las rayas y los modernos tiburones se hicieron muy comunes. Abundaban los erizos y estrellas de mar, mientras los arrecifes de coral seguían creciendo. Las diatomeas, un tipo de plancton con concha, realizaron su primera radiación en el océano.
Pero fue la rápida dispersión de las plantas con flor la que se llevó la palma -un despliegue optimizado con la ayuda de los insectos, desde abejas y avispas hasta hormigas y escarabajos. Las magnolias, ficus y sasafrases rápidamente superaron en número a los helechos, coníferas, ginkgos y cicadas.
Mucha de toda esta exuberante vida -incluidos todos los dinosaurios, pterosaurios, pliosaurios y ammonites- pereció con la extinción que ocurrió al final del período hace 65 millones de años. De hecho, la tierra, los mares y los cielos ya nunca serían los mismos en la nueva era que amanecía tras el fin de la era Mesozoica.
Respuesta:
5 de septiembre de 2010
Los continentes se encontraban en movimiento en el Cretácico, ocupados en remodelar la forma y el tono de vida de la Tierra. Al principio del período, los dinosaurios dominaban los restos que se soltaban del supercontinente Pangea, mientras los roedores huían apresuradamente a sus pies por bosques de helechos, cicas y coníferas. Al final del período, unos 80 millones de años más tarde, los océanos rellenaron los abismos que separaban los aislados continentes con una forma muy parecida a la actual. Las plantas con flor se extendieron por todo el paisaje. Y los mamíferos se asentaron dispuestos a ocupar el vacío que pronto dejarían los extinguidos dinosaurios. Se formó un cráter gigante en lo que ahora conocemos como la Península de Yucatán.
Que el asteroide o cometa que generó el cráter Chicxulub causara o no la extinción de más de la mitad de las especies del planeta al final del Cretácico sigue siendo un tema de debate científico. Pero los continentes desplazados, las costas ampliadas y los océanos ensanchados habían enfriado y humedecido el clima del planeta y provocado grandes cambios en la fauna y flora. Un impacto extraterrestre o un período de actividad volcánica interna quizás era más de lo que podían soportar muchas de las especies de la Tierra.
Mucho antes de que comenzara la masacre, el Cretácico continuó lo que había iniciado el Jurásico: gigantescos saurópodos guiaban filas de dinosaurios a través de los bosques, por las llanuras y a lo largo de las costas; reptiles marinos con grandes dientes y largo cuello aterrorizaban a los peces, ammonites y moluscos en los mares; pterosaurios y aves con pelo y plumas surcaban los cielos. Pero conforme se desplegaban los continentes, las corrientes oceánicas se agitaban con más vigor aún. Tras un aumento de temperatura a mitad del Cretácico, el clima comenzó a enfriarse y cambió su curso.
Nuevos dinosaurios
Aunque los dinosaurios gobernaron la Tierra a lo largo del Cretácico, cambiaron los grupos dominantes y evolucionaron muchos nuevos tipos. Los saurópodos dominaban los continentes meridionales, pero eran escasos en el norte. Ornitisquios que iban en manada como el Iguanodon se extendieron por todas partes menos por la Antártida. Hacia el final del Cretácico, grandes manadas de bestias con cuernos como el Triceratops masticaban cicadas y otras plantas bajas en los continentes nórdicos. El carnívoro Tyrannosaurio rex dominó el Cretácico tardío en el norte, mientras que monstruosos comedores de carne como el Spinosaurio, que tenía una enorme aleta en forma de vela en su espalda, abundaban en el sur. Los carnívoros más pequeños probablemente peleaban por las sobras.
Otras criaturas, como las ranas, salamandras, tortugas, cocodrilos y serpientes, proliferaban en las ampliadas costas. Mamíferos de la familia de las musarañas correteaban por los bosques. El pterosaurio más grande conocido planeaba en lo alto aunque la especie en su conjunto afrontaba la competencia cada vez más estresante de otras aves que se diversificaban rápidamente: los antepasados de los modernos somormujos, cormoranes, pelícanos y escolopácidos aparecieron todos en el Cretácico.
En los mares templados y poco profundos que se derramaron por los continentes, los cuellilargos plesiosaurios dieron paso a los gigantescos mosasaurios con forma de serpiente. Las rayas y los modernos tiburones se hicieron muy comunes. Abundaban los erizos y estrellas de mar, mientras los arrecifes de coral seguían creciendo. Las diatomeas, un tipo de plancton con concha, realizaron su primera radiación en el océano.
Pero fue la rápida dispersión de las plantas con flor la que se llevó la palma -un despliegue optimizado con la ayuda de los insectos, desde abejas y avispas hasta hormigas y escarabajos. Las magnolias, ficus y sasafrases rápidamente superaron en número a los helechos, coníferas, ginkgos y cicadas.
Mucha de toda esta exuberante vida -incluidos todos los dinosaurios, pterosaurios, pliosaurios y ammonites- pereció con la extinción que ocurrió al final del período hace 65 millones de años. De hecho, la tierra, los mares y los cielos ya nunca serían los mismos en la nueva era que amanecía tras el fin de la era Mesozoica.
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