El ser humano no es un ente intemporal que sobrevuela las diferentes épocas históricas, sino que está históricamente condicionado y ello se refleja en la cultura y en la mentalidad. Para reflexionar sobre nuestro mundo y sobre nosotros mismos, hay que huir, como quería Marcuse, de la casa en llamas y buscar un nuevo refugio. La historia y la literatura son los mejores refugios con ese fin. Desde otras culturas y desde los inagotables mundos de la literatura podemos comprender mejor la sociedad unidimensional y enfrentarnos a ella. Como defiende la Escuela de Francfort, hay que poner en cuestión la ciencia y la técnica establecidas, aunque sólo fuera porque ponen en peligro nuestra existencia como especie. Entre la Edad Media y nuestros días, sin embargo, no sólo hay discontinuidades, sino también continuidades. Basta con mirar al centro de muchas de nuestras ciudades, con su configuración y con sus monumentos artísticos, a la idea de Europa o a numerosos rasgos de nuestra mentalidad. La amenaza de la física nuclear moderna para el mundo es precisamente el tema central de la comedia Die Physiker (1962), de Friedrich Dürrenmatt. Frente a Das Leben Galilei, de Brecht, que también trata de la responsabilidad del científico, Dürrenmatt defiende la tesis de que el individuo no puede salvar al hombre del desastre. El azar juega un papel esencial. En su comentario sobre la obra, 21 Punkte zu den Physikern, el autor afirma que “cuanto más planificadamente proceden los seres humanos, tanto más eficazmente consigue alcanzarlos el azar”. Otra tesis de Dürrenmatt es que “el contenido de la física afecta a los físicos, el efecto a todos los hombres.” El carácter intelectual de Die Physiker se suaviza principalmente con el humor verbal.
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El ser humano no es un ente intemporal que sobrevuela las diferentes épocas históricas, sino que está históricamente condicionado y ello se refleja en la cultura y en la mentalidad. Para reflexionar sobre nuestro mundo y sobre nosotros mismos, hay que huir, como quería Marcuse, de la casa en llamas y buscar un nuevo refugio. La historia y la literatura son los mejores refugios con ese fin. Desde otras culturas y desde los inagotables mundos de la literatura podemos comprender mejor la sociedad unidimensional y enfrentarnos a ella. Como defiende la Escuela de Francfort, hay que poner en cuestión la ciencia y la técnica establecidas, aunque sólo fuera porque ponen en peligro nuestra existencia como especie. Entre la Edad Media y nuestros días, sin embargo, no sólo hay discontinuidades, sino también continuidades. Basta con mirar al centro de muchas de nuestras ciudades, con su configuración y con sus monumentos artísticos, a la idea de Europa o a numerosos rasgos de nuestra mentalidad. La amenaza de la física nuclear moderna para el mundo es precisamente el tema central de la comedia Die Physiker (1962), de Friedrich Dürrenmatt. Frente a Das Leben Galilei, de Brecht, que también trata de la responsabilidad del científico, Dürrenmatt defiende la tesis de que el individuo no puede salvar al hombre del desastre. El azar juega un papel esencial. En su comentario sobre la obra, 21 Punkte zu den Physikern, el autor afirma que “cuanto más planificadamente proceden los seres humanos, tanto más eficazmente consigue alcanzarlos el azar”. Otra tesis de Dürrenmatt es que “el contenido de la física afecta a los físicos, el efecto a todos los hombres.” El carácter intelectual de Die Physiker se suaviza principalmente con el humor verbal.