Cristóbal Colón no descubrió América. Ese podría ser otro título. ¿Cómo descubrir un continente ya poblado? El nuevo mundo no lo era tanto. Lo habitaban de norte a sur. Desde las tierras más septentrionales a las más meridionales. Del desierto helado de los inuit de Alaska y los ojibway de Canadá al hogar de los patagones y los onas de Tierra del Fuego. Una miríada de pueblos había hecho suya América en tiempos inmemoriales. Podemos enzarzarnos en una discusión bizantina sobre si Colón fue un descubridor o un conquistador, pero una cosa está clara: él no fue el primero.
Casi cinco siglos antes llegaron los vikingos.
Vikingos. Pocas palabras despiertan tantas resonancias épicas. Pocas, también, han sido más desvirtuadas. De entrada, olvidaos de los cascos con cuernos, el arquetipo asociado a la no menos arquetípica barbarie y belicosidad con que nos imaginamos a estos escandinavos. No se sabe con exactitud quién fue el creador de este icono, pero la idea causó furor desde que el sueco Johan August Malmström (1829-1901) los dibujó así en una edición de La saga de Frithiof . Numerosos artistas siguieron su ejemplo, como el británico Monro S. Orr.
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Cristóbal Colón no descubrió América. Ese podría ser otro título. ¿Cómo descubrir un continente ya poblado? El nuevo mundo no lo era tanto. Lo habitaban de norte a sur. Desde las tierras más septentrionales a las más meridionales. Del desierto helado de los inuit de Alaska y los ojibway de Canadá al hogar de los patagones y los onas de Tierra del Fuego. Una miríada de pueblos había hecho suya América en tiempos inmemoriales. Podemos enzarzarnos en una discusión bizantina sobre si Colón fue un descubridor o un conquistador, pero una cosa está clara: él no fue el primero.
Casi cinco siglos antes llegaron los vikingos.
Vikingos. Pocas palabras despiertan tantas resonancias épicas. Pocas, también, han sido más desvirtuadas. De entrada, olvidaos de los cascos con cuernos, el arquetipo asociado a la no menos arquetípica barbarie y belicosidad con que nos imaginamos a estos escandinavos. No se sabe con exactitud quién fue el creador de este icono, pero la idea causó furor desde que el sueco Johan August Malmström (1829-1901) los dibujó así en una edición de La saga de Frithiof . Numerosos artistas siguieron su ejemplo, como el británico Monro S. Orr.
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