El inicio del siglo XXI viene dominado por dos realidades que aparecen como antagónicas: el proceso de globalización y la toma de conciencia de la diversidad cultural y civilizacional del mundo. En ese sentido, la armonía que resulte del necesario diálogo entre civilizaciones, no ha de producirse a pesar de las diferencias culturales, sino gracias a ellas. Este es el punto de partida del trabajo de este taller.
Las culturas y su diálogo, no son un aspecto constitutivo más de las sociedades humanas, sino su eje fundamentador principal. Cada civilización humana tiene una potencialidad creativa irreducible. La humanidad se encuentra ante la disyuntiva de sacrificar la diversidad cultural en el altar de la globalización o, por contra, hacer del diálogo intercultural el instrumento al servicio del enriquecimiento y conocimiento mutuo entre culturas, paso fundamental para asegurar la posibilidad de un mundo justo, en paz y en armonía, aprovechando algunos de los instrumentos que la globalización ha desarrollado.
El inicio del siglo XXI viene dominado por dos realidades que aparecen como antagónicas: el proceso de globalización y la toma de conciencia de la diversidad cultural y civilizacional del mundo. En ese sentido, la armonía que resulte del necesario diálogo entre civilizaciones, no ha de producirse a pesar de las diferencias culturales, sino gracias a ellas. Este es el punto de partida del trabajo de este taller.
Las culturas y su diálogo, no son un aspecto constitutivo más de las sociedades humanas, sino su eje fundamentador principal. Cada civilización humana tiene una potencialidad creativa irreducible. La humanidad se encuentra ante la disyuntiva de sacrificar la diversidad cultural en el altar de la globalización o, por contra, hacer del diálogo intercultural el instrumento al servicio del enriquecimiento y conocimiento mutuo entre culturas, paso fundamental para asegurar la posibilidad de un mundo justo, en paz y en armonía, aprovechando algunos de los instrumentos que la globalización ha desarrollado.