La visión poética de la mujer amada responde a un canon de belleza el de la donna angelicata: cabello rubio, tez pálida, mejillas sonrosadas, ojos brillantes, labios rojos, dientes muy blancos, cuello largo y erguido. El retrato suele limitarse al busto. Especialmente el cabello (metaforseado en red de amor) y los ojos (cauce del fluir amoroso), están casi siempre presentes en la descripción.
Cuando el petrarquismo llega a España lleva consigo no sólo la influencia de Petrarca sino también la de sus seguidores más directos, influidos por las ideas neoplatónicas.
La visión poética de la mujer amada responde a un canon de belleza el de la donna angelicata: cabello rubio, tez pálida, mejillas sonrosadas, ojos brillantes, labios rojos, dientes muy blancos, cuello largo y erguido. El retrato suele limitarse al busto. Especialmente el cabello (metaforseado en red de amor) y los ojos (cauce del fluir amoroso), están casi siempre presentes en la descripción.
Cuando el petrarquismo llega a España lleva consigo no sólo la influencia de Petrarca sino también la de sus seguidores más directos, influidos por las ideas neoplatónicas.