De acuerdo con la Biblia, el plan de Dios es que el matrimonio sea un compromiso de toda la vida. Es por eso que el divorcio se considera pecado.
El matrimonio es visto vital para la naturaleza como seres humanos en la sociedad. Por eso se instituyó el matrimonio al crear y unir al primer hombre y la primera mujer en el jardín de la Creación.
Se requieren dos especies, hombre y mujer, para completar la imagen divina del género humano.
La manera en que Dios creó a los seres humanos para que vivieran en la tierra y la forma en que los unió indican que su intención fue que el hombre y la mujer vivieran el uno para el otro. Su relación debía ser social y física.
El tema del divorcio es una de las áreas más controversiales en la vida de iglesia. No hay duda de que la Biblia tiene directrices claras en la mayoría de las áreas, pero hay otras áreas, como esta, donde la Biblia nos da pautas con las cuales nos tenemos que conducir y dejar que Dios haga el resto. Vamos a comenzar por lo más claro que está en la Biblia:
Dios ordenó la unión de una mujer y un hombre, por un lado, para el desarrollo de la creación—creced y multiplicaos—pero también como un símbolo de la unión de Cristo con Su iglesia. De hecho, muchos teólogos piensan que la unión de Adán y Eva era una representación simbólica de lo que iba a ser Cristo y la iglesia.
Dios ve el matrimonio como algo sagrado
Dios odia el divorcio (Malaquías 2) porque no representa la razón para la cual el diseñó esta unión.
Dentro de lo que es el mundo caído, Dios ha reconocido algunas cosas que necesitan ser reguladas—este no es el jardín del Edén. Por eso, cuando Cristo habló del divorcio, habló de que había una razón—lo que ha sido llamado la cláusula de excepción—bajo la cual se pudiera conceder un permiso: el caso de adulterio. El adulterio violenta tan significativamente lo que es el pacto de fidelidad de una pareja, y la representación de esa unión de Cristo con Su iglesia, que en este mundo caído hay una concesión, no una ordenanza, bajo la cual el divorcio pudiese lograrse.
Ahora, eso no quiere decir que si descubro que mi esposa fue adultera ayer, ya hoy tengo el permiso para divorciarme; ese no es el sentir de toda la revelación de Dios—El perdonó a Israel vez tras vez. Entonces, ocurrido tal cosa, debe haber un proceso intenso de reconciliación con consejería pastoral donde se pueda evaluar la veracidad del arrepentimiento. Dentro de los ideales está que esa pareja se reconcilie y viva y muestre el Evangelio. De eso es que trata el Evangelio: reconciliación entre el hombre con Dios y luego entre los hombres. Lamentablemente, en muchos casos, o hay uno de los conyugues que no está verdaderamente arrepentido o quizás no hay evidencia de arrepentimiento; en esos casos, entendemos que la Biblia da esa luz verde.
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De acuerdo con la Biblia, el plan de Dios es que el matrimonio sea un compromiso de toda la vida. Es por eso que el divorcio se considera pecado.
El matrimonio es visto vital para la naturaleza como seres humanos en la sociedad. Por eso se instituyó el matrimonio al crear y unir al primer hombre y la primera mujer en el jardín de la Creación.
Se requieren dos especies, hombre y mujer, para completar la imagen divina del género humano.
La manera en que Dios creó a los seres humanos para que vivieran en la tierra y la forma en que los unió indican que su intención fue que el hombre y la mujer vivieran el uno para el otro. Su relación debía ser social y física.
Respuesta:
El tema del divorcio es una de las áreas más controversiales en la vida de iglesia. No hay duda de que la Biblia tiene directrices claras en la mayoría de las áreas, pero hay otras áreas, como esta, donde la Biblia nos da pautas con las cuales nos tenemos que conducir y dejar que Dios haga el resto. Vamos a comenzar por lo más claro que está en la Biblia:
Dios ordenó la unión de una mujer y un hombre, por un lado, para el desarrollo de la creación—creced y multiplicaos—pero también como un símbolo de la unión de Cristo con Su iglesia. De hecho, muchos teólogos piensan que la unión de Adán y Eva era una representación simbólica de lo que iba a ser Cristo y la iglesia.
Dios ve el matrimonio como algo sagrado
Dios odia el divorcio (Malaquías 2) porque no representa la razón para la cual el diseñó esta unión.
Dentro de lo que es el mundo caído, Dios ha reconocido algunas cosas que necesitan ser reguladas—este no es el jardín del Edén. Por eso, cuando Cristo habló del divorcio, habló de que había una razón—lo que ha sido llamado la cláusula de excepción—bajo la cual se pudiera conceder un permiso: el caso de adulterio. El adulterio violenta tan significativamente lo que es el pacto de fidelidad de una pareja, y la representación de esa unión de Cristo con Su iglesia, que en este mundo caído hay una concesión, no una ordenanza, bajo la cual el divorcio pudiese lograrse.
Ahora, eso no quiere decir que si descubro que mi esposa fue adultera ayer, ya hoy tengo el permiso para divorciarme; ese no es el sentir de toda la revelación de Dios—El perdonó a Israel vez tras vez. Entonces, ocurrido tal cosa, debe haber un proceso intenso de reconciliación con consejería pastoral donde se pueda evaluar la veracidad del arrepentimiento. Dentro de los ideales está que esa pareja se reconcilie y viva y muestre el Evangelio. De eso es que trata el Evangelio: reconciliación entre el hombre con Dios y luego entre los hombres. Lamentablemente, en muchos casos, o hay uno de los conyugues que no está verdaderamente arrepentido o quizás no hay evidencia de arrepentimiento; en esos casos, entendemos que la Biblia da esa luz verde.
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