CUAL ES LA IMPORTANCIA DE LOS MOVIMIENTOS POLÍTICOS EN COLOMBIA. . . Definición larga por favor.
clochy
La definición más universalmente aceptada de partidos políticos es la de instituciones encar-gadas de agrupar las preferencias políticas de una sociedad para construir el interés general . Así, autores como David Easton plantean que los partidos políticos son “canales de trans-misión hacia los poderes públicos de las de-mandas de la población, mediante los cuales se decide que políticas públicas deben efectuar-se para garantizar la convivencia pacífica y el progreso social”.La función de los partidos, por lo tanto, es transformar las distintas preferencias de los ciudadanos en plataformas programáticas don-de las diferentes dimensiones de lo público se agrupen y se traten en forma más o menos co-herente. En este proceso, los partidos reducen las dimensiones de la decisión colectiva a una dimensión –izquierda a derecha–, facilitando que las decisiones colectivas sean transitivas, y por tanto, estables. En dicho proceso, los parti-dos políticos apelan a ideologías universales e imaginarios colectivos en el proceso de repre-sentación y construcción del interés general. Sin embargo, en la práctica se ha visto que este no siempre es el caso. De hecho, muchos críticos de los partidos políticos, empezando por Madison en “Los Documentos Federales”, consideran que los partidos no sólo no facilitan la agrupación de intereses individuales, sino que además se constituyen en un escollo a la construcción del interés colectivo. El que esto suceda, sin embargo, dependerá de las reglas electorales y del sistema de gobierno que de-termine los incentivos de los políticos a repre-sentar intereses más o menos generales. Si partimos de la base de que luego de duros y sangrientos esfuerzos encaminados hacia el desarrollo político en Latinoamérica, hemos optado por instaurar sistemas políticos de-mocráticos presidencialistas, será interesante evaluar hasta dónde esa opción se está apli-cando adecuadamente. El panorama político actual en nuestro he-misferio nos muestra una gran crisis en el sistema de partidos. El surgimiento de lide-razgos unipersonales de corte populista, y por qué no decirlo, autoritario, sin fundamento ideológico claro y sin una organización po-lítica estructurada que los respalde, nos lle-va a asegurar que algo está funcionado mal. Los partidos políticos efectivamente no están cumpliendo con su tarea de ser instituciones encargadas de agrupar las preferencias políti-cas de una sociedad, y menos aun han podido consolidarse como los motores para la cons-trucción de políticas públicas encaminadas a satisfacer las necesidades de la mayoría de la población. A pesar de lo anterior, los partidos políticos de-ben constituirse en el pilar fundamental para un adecuado funcionamiento de la democracia, sis-tema político que debe defenderse por encima de cualquier otro existente. Sería un gran error desconocerlo, puesto que es el único sistema existente que defiende los principios de la liber-tad –derecho fundamental para la pacificación y justa convivencia de nuestra civilización–. Por lo tanto, cualquier esfuerzo que se haga encaminado a fortalecer los partidos políti-cos en nuestros países es poco, si tenemos en cuenta que sin ellos rápidamente caeremos en el abismo. Populismos unipersonales como el de Hugo Chávez en Venezuela, o el de su discípulo Evo Morales en Bolivia, sin men-cionar el daño que evidentemente hizo a la democracia del Perú un personaje como Al-berto Fujimori, son muestra de un evidente e inadecuado funcionamiento de los partidos políticos en nuestro hemisferio
optado por instaurar sistemas políticos de-mocráticos presidencialistas, será interesante evaluar hasta dónde esa opción se está apli-cando adecuadamente. El panorama político actual en nuestro he-misferio nos muestra una gran crisis en el sistema de partidos. El surgimiento de lide-razgos unipersonales de corte populista, y por qué no decirlo, autoritario, sin fundamento ideológico claro y sin una organización po-lítica estructurada que los respalde, nos lle-va a asegurar que algo está funcionado mal. Los partidos políticos efectivamente no están cumpliendo con su tarea de ser instituciones encargadas de agrupar las preferencias políti-cas de una sociedad, y menos aun han podido consolidarse como los motores para la cons-trucción de políticas públicas encaminadas a satisfacer las necesidades de la mayoría de la población. A pesar de lo anterior, los partidos políticos de-ben constituirse en el pilar fundamental para un adecuado funcionamiento de la democracia, sis-tema político que debe defenderse por encima de cualquier otro existente. Sería un gran error desconocerlo, puesto que es el único sistema existente que defiende los principios de la liber-tad –derecho fundamental para la pacificación y justa convivencia de nuestra civilización–. Por lo tanto, cualquier esfuerzo que se haga encaminado a fortalecer los partidos políti-cos en nuestros países es poco, si tenemos en cuenta que sin ellos rápidamente caeremos en el abismo. Populismos unipersonales como el de Hugo Chávez en Venezuela, o el de su discípulo Evo Morales en Bolivia, sin men-cionar el daño que evidentemente hizo a la democracia del Perú un personaje como Al-berto Fujimori, son muestra de un evidente e inadecuado funcionamiento de los partidos políticos en nuestro hemisferio