Muchas personas ven limitada su experiencia con este lenguaje a este tipo de contextos, aunque lo cierto es que a lo largo de nuestra vida estamos expuestos a este tipo de lenguaje creativo y tenemos la oportunidad de utilizarlo en muchos otros contextos. La enorme relevancia y utilización del lenguaje lógico-formal en comunicación, tiene como consecuencia también la poca consideración que se le da a otros elementos de la comunicación, como el lenguaje no verbal.
Una metáfora puede ser una oportunidad de comprensión, para conectar con algo que nos sucede, con un deseo o una fantasía que habíamos olvidado; también ofrece la oportunidad de compartir algo nuestro con el otro, lo que también puede enseñarnos lo mucho que tenemos en común. Con una metáfora, emisor y receptor parten de un lugar común, aunque con diferentes perspectivas e intenciones; del mismo modo, puede que lleguen a lugares distintos, a construcciones de significado diferentes, pero han compartido la misma ruta emocional sugerida en la metáfora.
La clave del significado de una metáfora está en la subjetividad; algunos autores, como Bernardo Ortín y Trinidad Ballester, opinan que “el significado de una metáfora lo aporta el que escucha, y no el narrador. El pensamiento subjetivo, en su divagación, produce nuevos significados“. Todo cobra sentido a partir de las emociones que surgen de esa historia, y que construyo como receptor del mensaje. Para el emisor, el significado puede ser otro, completamente diferente. Lo trascendente es la conexión emocional que aparece entre dos personas que comparten la metáfora, más allá del significado.
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Muchas personas ven limitada su experiencia con este lenguaje a este tipo de contextos, aunque lo cierto es que a lo largo de nuestra vida estamos expuestos a este tipo de lenguaje creativo y tenemos la oportunidad de utilizarlo en muchos otros contextos. La enorme relevancia y utilización del lenguaje lógico-formal en comunicación, tiene como consecuencia también la poca consideración que se le da a otros elementos de la comunicación, como el lenguaje no verbal.
Una metáfora puede ser una oportunidad de comprensión, para conectar con algo que nos sucede, con un deseo o una fantasía que habíamos olvidado; también ofrece la oportunidad de compartir algo nuestro con el otro, lo que también puede enseñarnos lo mucho que tenemos en común. Con una metáfora, emisor y receptor parten de un lugar común, aunque con diferentes perspectivas e intenciones; del mismo modo, puede que lleguen a lugares distintos, a construcciones de significado diferentes, pero han compartido la misma ruta emocional sugerida en la metáfora.
La clave del significado de una metáfora está en la subjetividad; algunos autores, como Bernardo Ortín y Trinidad Ballester, opinan que “el significado de una metáfora lo aporta el que escucha, y no el narrador. El pensamiento subjetivo, en su divagación, produce nuevos significados“. Todo cobra sentido a partir de las emociones que surgen de esa historia, y que construyo como receptor del mensaje. Para el emisor, el significado puede ser otro, completamente diferente. Lo trascendente es la conexión emocional que aparece entre dos personas que comparten la metáfora, más allá del significado.