La infancia de Kratos es explicada durante el desarrollo del primer juego. Es maltratado como solía hacerse a los niños altos y fuertes en la antigua Grecia. A su hermano, al tener una marca que el oráculo predijo la portaría el que causara la perdición del Olimpo, lo secuestra Ares y lo lleva al reino de la muerte.
Luego de recibir entrenamiento, Kratos, ya casado y con una hija, Calíope, se convierte en un gran general del ejército espartano, a pesar de las advertencias de su esposa, el guerrero prometió no detenerse hasta que la gloria de Esparta estuviera en lo más alto. Las tácticas de sus ejércitos eran brutales, pero muy efectivas. Pero un día, un enfrentamiento contra el batallón de bárbaros dio un resultado adverso para su armada. Con su ejército destruido y a punto de ser asesinado por el líder bárbaro, Kratos pide la ayuda de Ares, el Dios de la Guerra, ofreciéndole su vida a cambio. El Dios desciende de los cielos y acaba con todos los enemigos, luego entrega a Kratos las Espadas del Caos, que son adheridas a sus brazos por cadenas.
El guerrero espartano sucumbe totalmente al poder de Ares, quien le exige ciertas tareas de destrucción y conquista. Las tácticas del ejército de Kratos eran aún más brutales que antes, asesinando sangrientamente a cualquiera que opusiera alguna mínima resistencia. En una de sus misiones, Kratos debía quemar una aldea que se oponía a la armada de Esparta. En su afán de sangre y gloria, Kratos quiso ingresar al templo de la aldea, el oráculo del pequeño pueblo le advierte que no debía entrar a aquel santuario, el guerrero la hace a un lado e ingresa, asesinando con sus espadas a todos los presentes. Cuando lanzó por última vez sus espadas hacia sus víctimas, entendió que había asesinado a su esposa e hija. Kratos queda devastado y como castigo por tal acción y su brutalidad, Kratos tendría pegadas sobre su piel, las cenizas de su esposa e hija por la eternidad; aunque Ares le explica que hizo eso para convertirlo en el guerrero perfecto, aun así, el guerrero espartano renunció a seguir siendo el súbdito del dios de la guerra.
La infancia de Kratos es explicada durante el desarrollo del primer juego. Es maltratado como solía hacerse a los niños altos y fuertes en la antigua Grecia. A su hermano, al tener una marca que el oráculo predijo la portaría el que causara la perdición del Olimpo, lo secuestra Ares y lo lleva al reino de la muerte.
Luego de recibir entrenamiento, Kratos, ya casado y con una hija, Calíope, se convierte en un gran general del ejército espartano, a pesar de las advertencias de su esposa, el guerrero prometió no detenerse hasta que la gloria de Esparta estuviera en lo más alto. Las tácticas de sus ejércitos eran brutales, pero muy efectivas. Pero un día, un enfrentamiento contra el batallón de bárbaros dio un resultado adverso para su armada. Con su ejército destruido y a punto de ser asesinado por el líder bárbaro, Kratos pide la ayuda de Ares, el Dios de la Guerra, ofreciéndole su vida a cambio. El Dios desciende de los cielos y acaba con todos los enemigos, luego entrega a Kratos las Espadas del Caos, que son adheridas a sus brazos por cadenas.
El guerrero espartano sucumbe totalmente al poder de Ares, quien le exige ciertas tareas de destrucción y conquista. Las tácticas del ejército de Kratos eran aún más brutales que antes, asesinando sangrientamente a cualquiera que opusiera alguna mínima resistencia. En una de sus misiones, Kratos debía quemar una aldea que se oponía a la armada de Esparta. En su afán de sangre y gloria, Kratos quiso ingresar al templo de la aldea, el oráculo del pequeño pueblo le advierte que no debía entrar a aquel santuario, el guerrero la hace a un lado e ingresa, asesinando con sus espadas a todos los presentes. Cuando lanzó por última vez sus espadas hacia sus víctimas, entendió que había asesinado a su esposa e hija. Kratos queda devastado y como castigo por tal acción y su brutalidad, Kratos tendría pegadas sobre su piel, las cenizas de su esposa e hija por la eternidad; aunque Ares le explica que hizo eso para convertirlo en el guerrero perfecto, aun así, el guerrero espartano renunció a seguir siendo el súbdito del dios de la guerra.