Esta parábola no hace referencia que podemos comprar con nuestro dinero el reino de Dios, pues lo que realmente significa es que el reino de Dios llega a nuestras vidas de manera gratuita, pero debe ser más valorado que todo lo que poseemos. Jesús dijo: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.(Mateo 19:29)”, esto ubica nuestro corazón, tener puesta la mirada en las cosas terrenales, nos desvían de las riquezas celestiales, las cuales son eternas. Hay que cambiar nuestra mentalidad con respecto al significado de la vida con la ayuda de Dios, pues la Escritura dice: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”(Lucas 12:15), entonces los afanes por las cosas de este mundo comienzan a menguar y descansamos en Cristo, aquel que por su gracia y misericordia reina en nuestros corazones.
Nuestro Señor Jesucristo es nuestro tesoro preciado, y si lo valoramos por lo que significa, no estaremos tan preocupados como los que no conocen a Dios. La verdadera riqueza es Dios, ya que donde este nuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón.
Respuesta:
Explicación:
Esta parábola no hace referencia que podemos comprar con nuestro dinero el reino de Dios, pues lo que realmente significa es que el reino de Dios llega a nuestras vidas de manera gratuita, pero debe ser más valorado que todo lo que poseemos. Jesús dijo: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.(Mateo 19:29)”, esto ubica nuestro corazón, tener puesta la mirada en las cosas terrenales, nos desvían de las riquezas celestiales, las cuales son eternas. Hay que cambiar nuestra mentalidad con respecto al significado de la vida con la ayuda de Dios, pues la Escritura dice: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”(Lucas 12:15), entonces los afanes por las cosas de este mundo comienzan a menguar y descansamos en Cristo, aquel que por su gracia y misericordia reina en nuestros corazones.
Nuestro Señor Jesucristo es nuestro tesoro preciado, y si lo valoramos por lo que significa, no estaremos tan preocupados como los que no conocen a Dios. La verdadera riqueza es Dios, ya que donde este nuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón.