Lo que la historia de David y Goliat nos enseña de los gigantes
4 ENERO, 2019 | Jairo Namnún
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BIBLIA & TEOLOGÍA
La victoria de David contra Goliat narrada en 1 Samuel 17 es sencillamente emocionante. ¡Qué final! ¡Cuánta valentía en este joven!
Imagina al pueblo de Israel saltando de alegría, con nuevos bríos para luchar contra los filisteos. Imagina a los villanos —los filisteos—, ahora desanimados, pensando en que si un pequeño israelita pudo con su gran gigante, ¿qué les quedaría a ellos? El pastor débil y joven terminó trayendo la victoria al pueblo. Y ahora, en su victoria, todo Israel sería libre.
Y tú que conoces la historia y tienes un gigante económico, un gigante de salud, o un gigante de pecado delante, lo miras y dices: “Yo tengo que ser como David. Yo tengo que ser valiente, confiar en Dios, y enfrentar a mi gigante con todas mis fuerzas”. Y al pensar así, perdemos de vista la mejor y más hermosa enseñanza del pasaje.
No me malinterpretes. Es bueno ver a David como ejemplo. Él era un hombre de fe que procuraba ver las cosas cómo Dios las veía y glorificarlo en todo. Pero el propósito del autor del relato no es que pienses que eres David. Es que entiendas que necesitas a un David.
Lo que la historia de David y Goliat nos enseña de los gigantes
4 ENERO, 2019 | Jairo Namnún
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La victoria de David contra Goliat narrada en 1 Samuel 17 es sencillamente emocionante. ¡Qué final! ¡Cuánta valentía en este joven!
Imagina al pueblo de Israel saltando de alegría, con nuevos bríos para luchar contra los filisteos. Imagina a los villanos —los filisteos—, ahora desanimados, pensando en que si un pequeño israelita pudo con su gran gigante, ¿qué les quedaría a ellos? El pastor débil y joven terminó trayendo la victoria al pueblo. Y ahora, en su victoria, todo Israel sería libre.
Y tú que conoces la historia y tienes un gigante económico, un gigante de salud, o un gigante de pecado delante, lo miras y dices: “Yo tengo que ser como David. Yo tengo que ser valiente, confiar en Dios, y enfrentar a mi gigante con todas mis fuerzas”. Y al pensar así, perdemos de vista la mejor y más hermosa enseñanza del pasaje.
No me malinterpretes. Es bueno ver a David como ejemplo. Él era un hombre de fe que procuraba ver las cosas cómo Dios las veía y glorificarlo en todo. Pero el propósito del autor del relato no es que pienses que eres David. Es que entiendas que necesitas a un David.