Al principio, los franceses llegaron al Nuevo Mundo como exploradores en busca de una ruta al océano Pacífico y riqueza. Las exploraciones francesas en América del Norte se iniciaron durante el reinado del rey Francisco I. En 1524, fue enviado Giovanni da Verrazzano, italiano de origen, a explorar la región entre la Florida y la isla de Terranova para hallar una ruta al océano Pacífico. Verrazano llamó Francesca y Nova Gallia a los territorios entre Nueva España y Terranova y Labrador, con el objeto de promover los intereses franceses.1
Diez años más tarde, Francisco I envía a Jacques Cartier a explorar la costa de Terranova y el río San Lorenzo. En agosto de 1541, este grupo establece una colonia fortificada, bautizada como Charlesbourg-Royal, sobre el emplazamiento del actual distrito de Cap-Rouge en la ciudad de Quebec; sin embargo, más tarde, se decidirá abandonar el lugar debido a las enfermedades, el clima execrable y la hostilidad de los autóctonos. La ubicación precisa de esta colonia fue por mucho tiempo un misterio para los historiadores hasta el descubrimiento, en agosto de 2006, de sus restos arqueológicos.2
Así, los primeros viajes de Giovanni da Verrazzano y Jacques Cartier en el siglo XVI, junto como los frecuentes viajes de pescadores fanceses a los Grandes Bancos de Terranova a lo largo de aquel siglo, fueron los precursores de la historia de la expansión colonial francesa. Pero la celosa protección de España de su imperio en América, y las rupturas causadas en la misma Francia por las Guerras de Religión en los últimos años del siglo XVI, previnieron cualquier esfuerzo consistente de Francia para establecer colonias. Los intentos franceses de fundar colonias en Brasil, en 1555 en Río de Janeiro (la proclamada France Antarctique) y en 1612 en São Luís (la proclamada France Équinoxiale), y en Florida no fue exitosa, debido a la vigilancia y prevención portuguesa y española.
La historia del imperio colonial de Francia comenzó en realidad el 27 de julio de 1605, con la fundación de Port Royal, en la colonia de Acadia en Norteamérica, en lo que es ahora Nueva Escocia, Canadá. Ya unos años antes, Samuel de Champlain había hecho su primer viaje a Canadá en una misión de comercio de pieles. Si bien no contaba con un mandato oficial con respecto a este viaje, redacta una carta y escribe, a su regreso a Francia, una rendición de cuentas titulada Des sauvages (relación de su estancia en una tribu innu cerca de Tadoussac).3 Luego, en 1608, Samuel de Champlain fundó Quebec, la cual se convertiría en la capital de la enorme, pero escasamente poblada, colonia trampera-peletera de Nueva Francia (llamada también Canadá).
Aunque a través de las alianzas con varias tribus nativas americanas, los franceses fueron capaces de ejercer cierto control sobre gran parte del continente norteamericano, las áreas de población francesa estaban limitadas al valle del río San Lorenzo. Antes del establecimiento del Consejo Soberano de 1663, los territorios de Nueva Francia se desarrollaron como colonias mercantiles. Es solo después de la llegada del intendente Jean Talon, que Francia dio a sus colonias americanas los medios apropiados para desarrollar las colonias de población comparables a la de los británicos. Pero hubo relativamente poco interés en el colonialismo en Francia, la cual se concentró más en el dominio dentro de Europa, y para la mayor parte de la historia de Nueva Francia, hasta Canadá estuvo lejos por detrás de las colonias británicas norteamericanas en población y en desarrollo económico. La misma Acadia fue cedida a los británicos en el Tratado de Utrecht en 1713.
En 1699, los reclamos territoriales franceses en Norteamérica se expandieron aún más, con la fundación de Luisiana, en la cuenca del río Misisipi. La extensa red comercial a lo largo de la región conectó a Canadá a través de los Grandes Lagos, y fue mantenida a través de un vasto sistema de fortificaciones, muchas de ellas centradas en el País de los Illinois y en la actual Arkansas.
Quebec fue la Nueva Francia.
Al principio, los franceses llegaron al Nuevo Mundo como exploradores en busca de una ruta al océano Pacífico y riqueza. Las exploraciones francesas en América del Norte se iniciaron durante el reinado del rey Francisco I. En 1524, fue enviado Giovanni da Verrazzano, italiano de origen, a explorar la región entre la Florida y la isla de Terranova para hallar una ruta al océano Pacífico. Verrazano llamó Francesca y Nova Gallia a los territorios entre Nueva España y Terranova y Labrador, con el objeto de promover los intereses franceses.1
Diez años más tarde, Francisco I envía a Jacques Cartier a explorar la costa de Terranova y el río San Lorenzo. En agosto de 1541, este grupo establece una colonia fortificada, bautizada como Charlesbourg-Royal, sobre el emplazamiento del actual distrito de Cap-Rouge en la ciudad de Quebec; sin embargo, más tarde, se decidirá abandonar el lugar debido a las enfermedades, el clima execrable y la hostilidad de los autóctonos. La ubicación precisa de esta colonia fue por mucho tiempo un misterio para los historiadores hasta el descubrimiento, en agosto de 2006, de sus restos arqueológicos.2
Así, los primeros viajes de Giovanni da Verrazzano y Jacques Cartier en el siglo XVI, junto como los frecuentes viajes de pescadores fanceses a los Grandes Bancos de Terranova a lo largo de aquel siglo, fueron los precursores de la historia de la expansión colonial francesa. Pero la celosa protección de España de su imperio en América, y las rupturas causadas en la misma Francia por las Guerras de Religión en los últimos años del siglo XVI, previnieron cualquier esfuerzo consistente de Francia para establecer colonias. Los intentos franceses de fundar colonias en Brasil, en 1555 en Río de Janeiro (la proclamada France Antarctique) y en 1612 en São Luís (la proclamada France Équinoxiale), y en Florida no fue exitosa, debido a la vigilancia y prevención portuguesa y española.La historia del imperio colonial de Francia comenzó en realidad el 27 de julio de 1605, con la fundación de Port Royal, en la colonia de Acadia en Norteamérica, en lo que es ahora Nueva Escocia, Canadá. Ya unos años antes, Samuel de Champlain había hecho su primer viaje a Canadá en una misión de comercio de pieles. Si bien no contaba con un mandato oficial con respecto a este viaje, redacta una carta y escribe, a su regreso a Francia, una rendición de cuentas titulada Des sauvages (relación de su estancia en una tribu innu cerca de Tadoussac).3 Luego, en 1608, Samuel de Champlain fundó Quebec, la cual se convertiría en la capital de la enorme, pero escasamente poblada, colonia trampera-peletera de Nueva Francia (llamada también Canadá).
Aunque a través de las alianzas con varias tribus nativas americanas, los franceses fueron capaces de ejercer cierto control sobre gran parte del continente norteamericano, las áreas de población francesa estaban limitadas al valle del río San Lorenzo. Antes del establecimiento del Consejo Soberano de 1663, los territorios de Nueva Francia se desarrollaron como colonias mercantiles. Es solo después de la llegada del intendente Jean Talon, que Francia dio a sus colonias americanas los medios apropiados para desarrollar las colonias de población comparables a la de los británicos. Pero hubo relativamente poco interés en el colonialismo en Francia, la cual se concentró más en el dominio dentro de Europa, y para la mayor parte de la historia de Nueva Francia, hasta Canadá estuvo lejos por detrás de las colonias británicas norteamericanas en población y en desarrollo económico. La misma Acadia fue cedida a los británicos en el Tratado de Utrecht en 1713.
En 1699, los reclamos territoriales franceses en Norteamérica se expandieron aún más, con la fundación de Luisiana, en la cuenca del río Misisipi. La extensa red comercial a lo largo de la región conectó a Canadá a través de los Grandes Lagos, y fue mantenida a través de un vasto sistema de fortificaciones, muchas de ellas centradas en el País de los Illinois y en la actual Arkansas.