Respuesta:
Para que el hombre pueda entrar en intimidad con Dios, éste ha querido revelarse al
hombre y darle la gracia de poder acoger esa revelación en la fe. Dios sale al encuentro
del hombre revelándose. Esta revelación se transmite pura e íntegra a lo largo de la
historia en la Sagrada Tradición y en la Sagrada Escritura. La revelación de Dios es, por
tanto, el objeto del capítulo segundo de la primera parte y primera sección del
Catecismo de la Iglesia Católica. Está estructurado dicho capítulo en tres secciones que
responden a los temas de la revelación, la transmisión de la revelación y la Sagrada
Escritura en estrecho contacto con la Constitución conciliar sobre la Revelación, Dei
Verbum.
El Catecismo de la Iglesia Católica propone la revelación divina de modo que se evita
un doble escollo: evitar, en primer lugar, separar la revelación de la salvación, de la
comunicación de la verdad divina. Y al mismo tiempo se evita verter toda la realidad de
Dios en su actuar salvífico, en lo que podríamos llamar el aspecto económico. El
misterio de Dios es misterio salvador, que afecta a todo el hombre – no sólo a su
inteligencia – y le invita a penetrar en él, a entregarse a la voluntad amorosa de Dios; y
por ser revelado, el misterio no se ilumina hasta el punto de desaparecer como tal
misterio, sino que permanece misterio hasta la escatología.
Explicación:
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Respuesta:
Para que el hombre pueda entrar en intimidad con Dios, éste ha querido revelarse al
hombre y darle la gracia de poder acoger esa revelación en la fe. Dios sale al encuentro
del hombre revelándose. Esta revelación se transmite pura e íntegra a lo largo de la
historia en la Sagrada Tradición y en la Sagrada Escritura. La revelación de Dios es, por
tanto, el objeto del capítulo segundo de la primera parte y primera sección del
Catecismo de la Iglesia Católica. Está estructurado dicho capítulo en tres secciones que
responden a los temas de la revelación, la transmisión de la revelación y la Sagrada
Escritura en estrecho contacto con la Constitución conciliar sobre la Revelación, Dei
Verbum.
El Catecismo de la Iglesia Católica propone la revelación divina de modo que se evita
un doble escollo: evitar, en primer lugar, separar la revelación de la salvación, de la
comunicación de la verdad divina. Y al mismo tiempo se evita verter toda la realidad de
Dios en su actuar salvífico, en lo que podríamos llamar el aspecto económico. El
misterio de Dios es misterio salvador, que afecta a todo el hombre – no sólo a su
inteligencia – y le invita a penetrar en él, a entregarse a la voluntad amorosa de Dios; y
por ser revelado, el misterio no se ilumina hasta el punto de desaparecer como tal
misterio, sino que permanece misterio hasta la escatología.
Explicación: