El jaguar (Panthera onca) empieza su vida en una madriguera. Las madrigueras son huecos en paredes rocosas o agujeros en cañones, siempre cerca de alguna fuente de agua dulce. En ella, la madre da a luz a camadas que oscilan en número entre uno y cuatro cachorros. Los cachorros, al nacer, pesan entre 600 y 900 gramos y son completamente ciegos. En esta etapa dependen totalmente de su madre. A los trece días, abren los ojos y poco tiempo después salen de su madriguera a explorar los alrededores y jugar, siempre y cuando su madre esté cerca. Ésta los amamanta hasta que cumplen cinco o seis meses. Es a esa edad cuando empiezan a acompañarla en las cacerías, pero no se separan de ella para cazar solos, sino hasta que cumplen los dos años.
Comportamiento y caza
A partir de ese momento la vida de los jaguares se vuelve solitaria y cada uno tendrá que reclamar un territorio propio. Para marcarlo y avisar a otros jaguares de su presencia, los individuos rasguñan árboles, orinan y dejan marcas de olor con glándulas especiales que producen feromonas (hormonas que pueden ser olidas por otros jaguares).
En este territorio el jaguar cazará, generalmente de noche, aprovechando su fino sentido de la vista. Acecha a sus presas hasta estar lo suficientemente cerca de ellas y entonces las ataca de un salto repentino, a veces desde lo alto de un árbol, pues es muy buen trepador. A las presas grandes las mata perforando sus cráneos con su poderosa mandíbula, a las más pequeñas simplemente les destroza el cuello.
Aunque es una creencia común que el jaguar sólo se alimenta de aquellas presas que él mismo mata, se ha demostrado que esto no es cierto; también aprovecha la carroña ya sea producto de otros depredadores o de muertes naturales. Acostumbra arrastrar a su presa hasta un lugar resguardado al que pueda regresar regularmente durante varios días para seguir devorándola y, en ocasiones, incluso la entierra. También pesca, espera pacientemente al lado de los ríos y, cuando ve un pez, arremete con un veloz zarpazo.
Apareamiento y reproducción
Así transcurre la vida de un jaguar solitario, hasta que un llamado más poderoso que el hambre lo obliga a buscar pareja. Cuando una hembra está lista para aparearse (desde los dos años) sale de su territorio en busca de machos. Los machos alcanzan la madurez sexual a los cuatro años y cuando saben que hay una hembra cerca la llaman con maullidos. El apareamiento puede ocurrir en cualquier momento del año, aunque la hembra sólo es receptiva por un periodo muy corto de entre 6 y 17 días. Una vez preñada, la hembra tardará hasta 110 días en dar a luz y el ciclo se repetirá.
Sus cachorros seguirán su caminos hasta morir según su suerte, entre los 12 y los 16 años.
Explicación:
El jaguar (Panthera onca) empieza su vida en una madriguera. Las madrigueras son huecos en paredes rocosas o agujeros en cañones, siempre cerca de alguna fuente de agua dulce. En ella, la madre da a luz a camadas que oscilan en número entre uno y cuatro cachorros. Los cachorros, al nacer, pesan entre 600 y 900 gramos y son completamente ciegos. En esta etapa dependen totalmente de su madre. A los trece días, abren los ojos y poco tiempo después salen de su madriguera a explorar los alrededores y jugar, siempre y cuando su madre esté cerca. Ésta los amamanta hasta que cumplen cinco o seis meses. Es a esa edad cuando empiezan a acompañarla en las cacerías, pero no se separan de ella para cazar solos, sino hasta que cumplen los dos años.
Comportamiento y caza
A partir de ese momento la vida de los jaguares se vuelve solitaria y cada uno tendrá que reclamar un territorio propio. Para marcarlo y avisar a otros jaguares de su presencia, los individuos rasguñan árboles, orinan y dejan marcas de olor con glándulas especiales que producen feromonas (hormonas que pueden ser olidas por otros jaguares).
En este territorio el jaguar cazará, generalmente de noche, aprovechando su fino sentido de la vista. Acecha a sus presas hasta estar lo suficientemente cerca de ellas y entonces las ataca de un salto repentino, a veces desde lo alto de un árbol, pues es muy buen trepador. A las presas grandes las mata perforando sus cráneos con su poderosa mandíbula, a las más pequeñas simplemente les destroza el cuello.
Aunque es una creencia común que el jaguar sólo se alimenta de aquellas presas que él mismo mata, se ha demostrado que esto no es cierto; también aprovecha la carroña ya sea producto de otros depredadores o de muertes naturales. Acostumbra arrastrar a su presa hasta un lugar resguardado al que pueda regresar regularmente durante varios días para seguir devorándola y, en ocasiones, incluso la entierra. También pesca, espera pacientemente al lado de los ríos y, cuando ve un pez, arremete con un veloz zarpazo.
Apareamiento y reproducción
Así transcurre la vida de un jaguar solitario, hasta que un llamado más poderoso que el hambre lo obliga a buscar pareja. Cuando una hembra está lista para aparearse (desde los dos años) sale de su territorio en busca de machos. Los machos alcanzan la madurez sexual a los cuatro años y cuando saben que hay una hembra cerca la llaman con maullidos. El apareamiento puede ocurrir en cualquier momento del año, aunque la hembra sólo es receptiva por un periodo muy corto de entre 6 y 17 días. Una vez preñada, la hembra tardará hasta 110 días en dar a luz y el ciclo se repetirá.
Sus cachorros seguirán su caminos hasta morir según su suerte, entre los 12 y los 16 años.