Como los grandes terremotos, las inundaciones, las epidemias y otras calamidades que tanto tememos, pero que al final acabamos por aceptar, las guerras parecen ser una parte inseparable de la ecología humana. Desde un punto de vista psicológico, las guerras son especialmente devastadoras porque nos producen un sentimiento de profundo fracaso. En las guerras, el enemigo no es la fuerza de la naturaleza o un virus mortal; el enemigo es el mismo hombre.
Explicación:
¿cómo lo resolvieron?
Desde los árabes de las marismas en el sur de Iraq hasta los kurdos de Turquía, la lucha por el acceso en pie de igualdad a los recursos de la Tierra está interconectada por encima de las fronteras étnicas, religiosas y nacionales. Como tal, supone una oportunidad única para que las poblaciones tomen conciencia de la interdependencia de las comunidades de la región, creando lazos que trasciendan los intereses de los gobiernos centrales y las potencias internacionales.
Respuesta:
Como los grandes terremotos, las inundaciones, las epidemias y otras calamidades que tanto tememos, pero que al final acabamos por aceptar, las guerras parecen ser una parte inseparable de la ecología humana. Desde un punto de vista psicológico, las guerras son especialmente devastadoras porque nos producen un sentimiento de profundo fracaso. En las guerras, el enemigo no es la fuerza de la naturaleza o un virus mortal; el enemigo es el mismo hombre.
Explicación:
¿cómo lo resolvieron?
Desde los árabes de las marismas en el sur de Iraq hasta los kurdos de Turquía, la lucha por el acceso en pie de igualdad a los recursos de la Tierra está interconectada por encima de las fronteras étnicas, religiosas y nacionales. Como tal, supone una oportunidad única para que las poblaciones tomen conciencia de la interdependencia de las comunidades de la región, creando lazos que trasciendan los intereses de los gobiernos centrales y las potencias internacionales.