El 24 de marzo entraba en Madrid el nuevo monarca, cuando las tropas francesas del general Murat, cuñado de Napoleón, se hallaban ya en Aranda. Ante las noticias de los sucesos de Aranjuez, Murat se dirigió rápidamente a la capital con 20.000 infantes y un numeroso cuerpo de caballería. Una vez en Madrid, y creyendo que si actuaba hábilmente podría conseguir ser nombrado rey de España por el Emperador, persuadió al rey destronado y al propio Fernando VII para que se dirigiesen a Bayona para entrevistarse con Napoleón. Toda la familia real aceptó la sugerencia pensando que podría tratar al emperador de igual a igual y que cada uno acabaría por obtener su apoyo para su causa personal. Primero salieron Carlos y María Luisa, y con ellos Godoy. Al poco lo hizo Fernando. Napoleón les esperaba en el castillo de Marrac, cerca de Bayona, y allí, con una habilidosa jugada diplomática, consiguió que Carlos renunciase a todos sus derechos sobre el trono español y que después fuese Fernando quien abdicase en su padre. De esa forma el Emperador se quitaba de en medio a padre e hijo y disponía de los derechos a la corona española para designar como rey a quien mejor conviniese a sus intereses. Fernando, su hermano Carlos, así como su tío el infante don Antonio, serían recluidos por Napoleón en el castillo de Valençay. Carlos y María Luisa marcharían a Italia, donde acabarían sus días, y Godoy quedaría también en Francia. Las vergonzosas abdicaciones de Bayona tuvieron lugar el 5 y el 6 de mayo de 1808. Unos días antes, concretamente el día 2 de ese mismo mes, se había producido el levantamiento contra los franceses en Madrid. Con él daba comienzo la Guerra de la Independencia, que mantendría en vilo al país durante los seis años siguientes y daría lugar a grandes acontecimientos de incalculables consecuencia para todos los españoles. Como advierte J. R. Aymes, la Guerra de la Independencia no ha de inscribirse en la tradicional enemistad entre Francia y España, pues durante más de un siglo el gobierno galo asumió gustosamente el papel de tutor al pretender inspirar la política extranjera del país vecino, estando destinada España a servir a aquélla. Las lanas españolas y las riquezas de su imperio colonial -todavía intacto-, habían suscitado el interés del Directorio, y a Napoleón le interesaba el valor estratégico de la Península para el control del Mediterráneo occidental y para poder neutralizar a Portugal, la tradicional aliada de Inglaterra. Pero por otra parte, también entra en juego en esta atención sobre España, la antipatía personal de Napoleón hacia los Borbones, aunque hasta las entrevistas de Bayona, en las que el Emperador se hace consciente de la gravedad del enfrentamiento en el seno de la familia real española, no concibe el proyecto de colocar en el trono español a un miembro de su propia familia. Napoleón creía en aquellos momentos que esta empresa no iba a encerrar mayor dificultad, puesto que pensaba que la Monarquía española era un edificio que estaba derrumbándose y que sus súbditos habían perdido las virtudes de las que habían hecho gala en épocas pasadas. "En fin -concluye Aymes- la expedición a España deriva de una serie de consideraciones entre las que se encuentran mezclados la debilidad militar del estado vecino, la complacencia de los soberanos españoles, la presión de los fabricantes franceses, la necesidad de arrojar a los ingleses fuera de Portugal, la enemistad del Emperador hacia la dinastía de los Borbones, los imperativos de una estrategia política para el conjunto del Mediterráneo y, por fin, para remate y para ocultar ciertos cálculos sucios, los designios de Dios o las exigencias de una filosofía ad hoc". Este párrafo resume acertadamente, en muy pocas palabras, la multiplicidad de causas que llevaron a Napoleón a volcar su interés por el dominio de España. Cuando Fernando VII partió desde Madrid hacia Bayona, nombró una junta de Gobierno presidida por el infante don Antonio e integrada por cuatro ministros de su, hasta entonces, efímero reinado. Esta Junta sería depositaria de una soberanía que no será capaz de ejercer a satisfacción de los españoles que demandaban una actitud firme frente a los invasores franceses. El descontento de la población ante el descrédito que le merecía la Junta, sería el desencadenante del conflicto. El incidente que hizo estallar la crisis fue el traslado del infante don Francisco de Paula, el único de los hijos de Carlos IV que aún permanecía en Madrid.
Respuesta:
nose............................
Explicación:
.........n..........
Explicación:
Inicio
1808DC
Fin
1814DC
Rango
1808DC to 1814DC
Periodo
Reinado Fernando VII
Lugar
España
Derechos
Rafael Sánchez Mantero
Desarrollo
El 24 de marzo entraba en Madrid el nuevo monarca, cuando las tropas francesas del general Murat, cuñado de Napoleón, se hallaban ya en Aranda. Ante las noticias de los sucesos de Aranjuez, Murat se dirigió rápidamente a la capital con 20.000 infantes y un numeroso cuerpo de caballería. Una vez en Madrid, y creyendo que si actuaba hábilmente podría conseguir ser nombrado rey de España por el Emperador, persuadió al rey destronado y al propio Fernando VII para que se dirigiesen a Bayona para entrevistarse con Napoleón. Toda la familia real aceptó la sugerencia pensando que podría tratar al emperador de igual a igual y que cada uno acabaría por obtener su apoyo para su causa personal. Primero salieron Carlos y María Luisa, y con ellos Godoy. Al poco lo hizo Fernando. Napoleón les esperaba en el castillo de Marrac, cerca de Bayona, y allí, con una habilidosa jugada diplomática, consiguió que Carlos renunciase a todos sus derechos sobre el trono español y que después fuese Fernando quien abdicase en su padre. De esa forma el Emperador se quitaba de en medio a padre e hijo y disponía de los derechos a la corona española para designar como rey a quien mejor conviniese a sus intereses. Fernando, su hermano Carlos, así como su tío el infante don Antonio, serían recluidos por Napoleón en el castillo de Valençay. Carlos y María Luisa marcharían a Italia, donde acabarían sus días, y Godoy quedaría también en Francia. Las vergonzosas abdicaciones de Bayona tuvieron lugar el 5 y el 6 de mayo de 1808. Unos días antes, concretamente el día 2 de ese mismo mes, se había producido el levantamiento contra los franceses en Madrid. Con él daba comienzo la Guerra de la Independencia, que mantendría en vilo al país durante los seis años siguientes y daría lugar a grandes acontecimientos de incalculables consecuencia para todos los españoles. Como advierte J. R. Aymes, la Guerra de la Independencia no ha de inscribirse en la tradicional enemistad entre Francia y España, pues durante más de un siglo el gobierno galo asumió gustosamente el papel de tutor al pretender inspirar la política extranjera del país vecino, estando destinada España a servir a aquélla. Las lanas españolas y las riquezas de su imperio colonial -todavía intacto-, habían suscitado el interés del Directorio, y a Napoleón le interesaba el valor estratégico de la Península para el control del Mediterráneo occidental y para poder neutralizar a Portugal, la tradicional aliada de Inglaterra. Pero por otra parte, también entra en juego en esta atención sobre España, la antipatía personal de Napoleón hacia los Borbones, aunque hasta las entrevistas de Bayona, en las que el Emperador se hace consciente de la gravedad del enfrentamiento en el seno de la familia real española, no concibe el proyecto de colocar en el trono español a un miembro de su propia familia. Napoleón creía en aquellos momentos que esta empresa no iba a encerrar mayor dificultad, puesto que pensaba que la Monarquía española era un edificio que estaba derrumbándose y que sus súbditos habían perdido las virtudes de las que habían hecho gala en épocas pasadas. "En fin -concluye Aymes- la expedición a España deriva de una serie de consideraciones entre las que se encuentran mezclados la debilidad militar del estado vecino, la complacencia de los soberanos españoles, la presión de los fabricantes franceses, la necesidad de arrojar a los ingleses fuera de Portugal, la enemistad del Emperador hacia la dinastía de los Borbones, los imperativos de una estrategia política para el conjunto del Mediterráneo y, por fin, para remate y para ocultar ciertos cálculos sucios, los designios de Dios o las exigencias de una filosofía ad hoc". Este párrafo resume acertadamente, en muy pocas palabras, la multiplicidad de causas que llevaron a Napoleón a volcar su interés por el dominio de España. Cuando Fernando VII partió desde Madrid hacia Bayona, nombró una junta de Gobierno presidida por el infante don Antonio e integrada por cuatro ministros de su, hasta entonces, efímero reinado. Esta Junta sería depositaria de una soberanía que no será capaz de ejercer a satisfacción de los españoles que demandaban una actitud firme frente a los invasores franceses. El descontento de la población ante el descrédito que le merecía la Junta, sería el desencadenante del conflicto. El incidente que hizo estallar la crisis fue el traslado del infante don Francisco de Paula, el único de los hijos de Carlos IV que aún permanecía en Madrid.
espero que te sirva