El 6 de abril se celebra cómo un pequeño grupo de colonos a orillas del caño Gramalote dio por hecha la fundación de un pequeño poblado en 1840. Dicho poblado se llamó Gramalote hasta 1850 cuando desde Bogotá se estableció que la capital metense tendría el nombre de Villavicencio en honor al prócer Antonio Villavicencio. Pero dicho caño que bañaba en épocas de lluvias toda la llanura, hoy ni figura en los anales de las historias de estas hermosas tierras llaneras de mitos criollos y grandes hazañas.
Un habitante de avanzada edad que fue desalojado de las casas que bordeaban este río en el centro de la ciudad, recuerda lo emocionante que era para él en su niñez bañarse en este caño, que por su naturaleza y riqueza ecológica era considerado como el patrimonio más apreciado por los villavicenses a mediados del siglo XX. Aunque su casa, la misma en la que vivieron sus padres fue desalojada para embellecer la ciudad pero que no hizo más que destruir lo poco de los verdaderos fundadores que trabajaron estas tierras llaneras durante años. Lo que consideramos del caño Gramalote es un cauce con muros y rejas, y que por medio de ellas se ve cómo se desaparece poco a poco por medio de la contaminación y abandono, convirtiéndose en una zona de preferencia criminal.
El caño Gramalote inicia desde el cerro La Estanzuela en el centro de Villavicencio, bordea las primeras casas del barrio San José que se encuentra en la zona del Barzal. San José se extiende desde los suburbios construidos en los bordes de los cerros de la ciudad, para luego descender a un desnivel con respecto al centro comercial y administrativo del municipio. Este accidente geográfico lamentablemente estructura al barrio humilde y antiguo como una zona destinada a la delincuencia común, sin desconocer las maravillas que lleva por dentro este barrio de riqueza patrimonial para el fundador fluvial que bordea las casitas que nacen en la montaña.
No obstante, ni culpa de sus habitantes de a pie ni de los delincuentes, se evidencia el abandono total de las administraciones municipales: vías deterioradas, riesgos de inundaciones, inseguridad extrema, intervenciones de la Policía y casos de microtráfico que al día de hoy son hechos evidentes para la comunidad del Barzal Bajo en pleno centro de la ciudad o de los barrios en el centro o los que se encuentran detrás del Cementerio Central.
Este caño llega a pleno centro de la ciudad y su ribera está oscura por la contaminación explícita debido a que hay desembocaduras de aguas residuales. Hay poca intervención ambiental. Luego atraviesa una zona industrial que convirtió el pequeño cauce en una zona intervenida policialmente que ante se llamó ‘olla del cero uno’, sector reconocido por el expendio de alucinógenos y para las acciones delincuenciales. El caño avanza hasta detrás del Cementerio Central conectando con el barrio Brisas del Guatiquía y finaliza en una zona industrial que sufre las mismas circunstancias que el primer barrio que atraviesa el caño Gramalote.
La administración local y todas las organizaciones ambientales deberán empoderarse del Gramalote, no por la delincuencia que lo circunda sino porque el Gramalote es la esencia histórica de la ciudad, porque este simple caño fue el eje de la fundación y allí llegaron la mayoría de sus habitantes cuando el municipio era considerado un caserío sin importancia.
El caño Gramalote ni se evidencia en Google Maps, ahora ya queda poco de su historia y los barrios pioneros que construyeron esta ciudad. Los restos del pequeño cause y sus riberas son las casas a sus orillas que son, para la cultura popular de los villavicenses, zonas residenciales de alto nivel de criminalidad. Un prejuicio total para los habitantes de una ciudad que le debe todo a este caño, que al día de hoy se le considera despectivamente como un simple caño sucio que pasa por el centro de la ciudad y desemboca en el río Guatiquía…
El 6 de abril se celebra cómo un pequeño grupo de colonos a orillas del caño Gramalote dio por hecha la fundación de un pequeño poblado en 1840. Dicho poblado se llamó Gramalote hasta 1850 cuando desde Bogotá se estableció que la capital metense tendría el nombre de Villavicencio en honor al prócer Antonio Villavicencio. Pero dicho caño que bañaba en épocas de lluvias toda la llanura, hoy ni figura en los anales de las historias de estas hermosas tierras llaneras de mitos criollos y grandes hazañas.
Un habitante de avanzada edad que fue desalojado de las casas que bordeaban este río en el centro de la ciudad, recuerda lo emocionante que era para él en su niñez bañarse en este caño, que por su naturaleza y riqueza ecológica era considerado como el patrimonio más apreciado por los villavicenses a mediados del siglo XX. Aunque su casa, la misma en la que vivieron sus padres fue desalojada para embellecer la ciudad pero que no hizo más que destruir lo poco de los verdaderos fundadores que trabajaron estas tierras llaneras durante años. Lo que consideramos del caño Gramalote es un cauce con muros y rejas, y que por medio de ellas se ve cómo se desaparece poco a poco por medio de la contaminación y abandono, convirtiéndose en una zona de preferencia criminal.
El caño Gramalote inicia desde el cerro La Estanzuela en el centro de Villavicencio, bordea las primeras casas del barrio San José que se encuentra en la zona del Barzal. San José se extiende desde los suburbios construidos en los bordes de los cerros de la ciudad, para luego descender a un desnivel con respecto al centro comercial y administrativo del municipio. Este accidente geográfico lamentablemente estructura al barrio humilde y antiguo como una zona destinada a la delincuencia común, sin desconocer las maravillas que lleva por dentro este barrio de riqueza patrimonial para el fundador fluvial que bordea las casitas que nacen en la montaña.
No obstante, ni culpa de sus habitantes de a pie ni de los delincuentes, se evidencia el abandono total de las administraciones municipales: vías deterioradas, riesgos de inundaciones, inseguridad extrema, intervenciones de la Policía y casos de microtráfico que al día de hoy son hechos evidentes para la comunidad del Barzal Bajo en pleno centro de la ciudad o de los barrios en el centro o los que se encuentran detrás del Cementerio Central.
Este caño llega a pleno centro de la ciudad y su ribera está oscura por la contaminación explícita debido a que hay desembocaduras de aguas residuales. Hay poca intervención ambiental. Luego atraviesa una zona industrial que convirtió el pequeño cauce en una zona intervenida policialmente que ante se llamó ‘olla del cero uno’, sector reconocido por el expendio de alucinógenos y para las acciones delincuenciales. El caño avanza hasta detrás del Cementerio Central conectando con el barrio Brisas del Guatiquía y finaliza en una zona industrial que sufre las mismas circunstancias que el primer barrio que atraviesa el caño Gramalote.
La administración local y todas las organizaciones ambientales deberán empoderarse del Gramalote, no por la delincuencia que lo circunda sino porque el Gramalote es la esencia histórica de la ciudad, porque este simple caño fue el eje de la fundación y allí llegaron la mayoría de sus habitantes cuando el municipio era considerado un caserío sin importancia.
El caño Gramalote ni se evidencia en Google Maps, ahora ya queda poco de su historia y los barrios pioneros que construyeron esta ciudad. Los restos del pequeño cause y sus riberas son las casas a sus orillas que son, para la cultura popular de los villavicenses, zonas residenciales de alto nivel de criminalidad. Un prejuicio total para los habitantes de una ciudad que le debe todo a este caño, que al día de hoy se le considera despectivamente como un simple caño sucio que pasa por el centro de la ciudad y desemboca en el río Guatiquía…