Los rituales funerarios de finales del Paleolítico continúan durante el inicio del Neolítico.
Solían enterrar a sus muertos bajo sus casas, en posición encogida y la cabeza con una determinada orientación. Los cuerpos se depositaban dentro de pieles, telas, cestos o cajas de piedras, acompañados de ajuares funerarios muy variados: puñales, anillos, broches, collares de conchas o pizarra, espejos de obsidiana, recipientes de cerámica que había utilizado para alimentarse en vida, etc.
Además, de los rituales funerarios, existen pruebas de la existencia de un culto a los muertos o a los antepasados. Bajo las casas se han encontrado cráneos recubiertos de arcilla reproduciendo los rasgos faciales, con los labios pintados y conchas en el lugar de los ojos.
A finales del Neolítico y durante las primeras etapas de la Edad de los Metales, aparecen otro tipo de tumbas de carácter colectivo: son los dólmenes.
En el Neolítico surge el culto a la diosa madre o a la señora de los animales, que podríamos identificar como la "señora de la naturaleza", que protegía los ganados y las cosechas y fertilizaba las tierras. Esta divinidad se solía representar mediante estatuillas femeninas de arcilla, bien como una joven, bien como una madre dando a luz.
Aparecen determinados lugares de culto o santuarios, en las habitaciones de las casas o en edificaciones específicas. La abundancia de pruebas que demuestran la existencia de un mundo simbólico y de creencias mágico-religiosas durante el Neolítico, debía ir acompañado de la aparición de chamanes, brujos, hechiceros y sacerdotes, que ocuparían un lugar importante en estas sociedades.
Los rituales funerarios de finales del Paleolítico continúan durante el inicio del Neolítico.
Solían enterrar a sus muertos bajo sus casas, en posición encogida y la cabeza con una determinada orientación. Los cuerpos se depositaban dentro de pieles, telas, cestos o cajas de piedras, acompañados de ajuares funerarios muy variados: puñales, anillos, broches, collares de conchas o pizarra, espejos de obsidiana, recipientes de cerámica que había utilizado para alimentarse en vida, etc.
Además, de los rituales funerarios, existen pruebas de la existencia de un culto a los muertos o a los antepasados. Bajo las casas se han encontrado cráneos recubiertos de arcilla reproduciendo los rasgos faciales, con los labios pintados y conchas en el lugar de los ojos.
A finales del Neolítico y durante las primeras etapas de la Edad de los Metales, aparecen otro tipo de tumbas de carácter colectivo: son los dólmenes.
En el Neolítico surge el culto a la diosa madre o a la señora de los animales, que podríamos identificar como la "señora de la naturaleza", que protegía los ganados y las cosechas y fertilizaba las tierras. Esta divinidad se solía representar mediante estatuillas femeninas de arcilla, bien como una joven, bien como una madre dando a luz.
Aparecen determinados lugares de culto o santuarios, en las habitaciones de las casas o en edificaciones específicas. La abundancia de pruebas que demuestran la existencia de un mundo simbólico y de creencias mágico-religiosas durante el Neolítico, debía ir acompañado de la aparición de chamanes, brujos, hechiceros y sacerdotes, que ocuparían un lugar importante en estas sociedades.
Durante el Paleolítico el hombre creyó en la influencia del espíritu del animal en la vida del hombre = totemista. Estas creencias se dan porque el hombre es cazador y vive de la caza. Tienen creencias animistas (pinturas rupestres) el animal es el ser sagrado. En el Neolítico aparece la cultura de los hombres agricultores que viven de la tierra (cosechas).
Adoran la fertilidad de la tierra, “Diosa-Madre” = diosa de la fertilidad de la tierra, también representa el ciclo del vegetal (muere y reaparece la tierra es improductiva en invierno y después es productiva). Los hombres de finales del Neolítico adoran a la naturaleza: tierra, sol, agua, ríos, montañas, mares, son dioses en las primeras civilizaciones, es decir las religiones son animistas.
Los rituales funerarios de finales del Paleolítico continúan durante el inicio del Neolítico.
Solían enterrar a sus muertos bajo sus casas, en posición encogida y la cabeza con una determinada orientación. Los cuerpos se depositaban dentro de pieles, telas, cestos o cajas de piedras, acompañados de ajuares funerarios muy variados: puñales, anillos, broches, collares de conchas o pizarra, espejos de obsidiana, recipientes de cerámica que había utilizado para alimentarse en vida, etc.
Además, de los rituales funerarios, existen pruebas de la existencia de un culto a los muertos o a los antepasados. Bajo las casas se han encontrado cráneos recubiertos de arcilla reproduciendo los rasgos faciales, con los labios pintados y conchas en el lugar de los ojos.
A finales del Neolítico y durante las primeras etapas de la Edad de los Metales, aparecen otro tipo de tumbas de carácter colectivo: son los dólmenes.
En el Neolítico surge el culto a la diosa madre o a la señora de los animales, que podríamos identificar como la "señora de la naturaleza", que protegía los ganados y las cosechas y fertilizaba las tierras. Esta divinidad se solía representar mediante estatuillas femeninas de arcilla, bien como una joven, bien como una madre dando a luz.
Aparecen determinados lugares de culto o santuarios, en las habitaciones de las casas o en edificaciones específicas. La abundancia de pruebas que demuestran la existencia de un mundo simbólico y de creencias mágico-religiosas durante el Neolítico, debía ir acompañado de la aparición de chamanes, brujos, hechiceros y sacerdotes, que ocuparían un lugar importante en estas sociedades.
Los rituales funerarios de finales del Paleolítico continúan durante el inicio del Neolítico.
Solían enterrar a sus muertos bajo sus casas, en posición encogida y la cabeza con una determinada orientación. Los cuerpos se depositaban dentro de pieles, telas, cestos o cajas de piedras, acompañados de ajuares funerarios muy variados: puñales, anillos, broches, collares de conchas o pizarra, espejos de obsidiana, recipientes de cerámica que había utilizado para alimentarse en vida, etc.
Además, de los rituales funerarios, existen pruebas de la existencia de un culto a los muertos o a los antepasados. Bajo las casas se han encontrado cráneos recubiertos de arcilla reproduciendo los rasgos faciales, con los labios pintados y conchas en el lugar de los ojos.
A finales del Neolítico y durante las primeras etapas de la Edad de los Metales, aparecen otro tipo de tumbas de carácter colectivo: son los dólmenes.
En el Neolítico surge el culto a la diosa madre o a la señora de los animales, que podríamos identificar como la "señora de la naturaleza", que protegía los ganados y las cosechas y fertilizaba las tierras. Esta divinidad se solía representar mediante estatuillas femeninas de arcilla, bien como una joven, bien como una madre dando a luz.
Aparecen determinados lugares de culto o santuarios, en las habitaciones de las casas o en edificaciones específicas. La abundancia de pruebas que demuestran la existencia de un mundo simbólico y de creencias mágico-religiosas durante el Neolítico, debía ir acompañado de la aparición de chamanes, brujos, hechiceros y sacerdotes, que ocuparían un lugar importante en estas sociedades.
Durante el Paleolítico el hombre creyó en la influencia del espíritu del animal en la vida del hombre = totemista. Estas creencias se dan porque el hombre es cazador y vive de la caza. Tienen creencias animistas (pinturas rupestres) el animal es el ser sagrado.En el Neolítico aparece la cultura de los hombres agricultores que viven de la tierra (cosechas).
Adoran la fertilidad de la tierra, “Diosa-Madre” = diosa de la fertilidad de la tierra, también representa el ciclo del vegetal (muere y reaparece la tierra es improductiva en invierno y después es productiva). Los hombres de finales del Neolítico adoran a la naturaleza: tierra, sol, agua, ríos, montañas, mares, son dioses en las primeras civilizaciones, es decir las religiones son animistas.