Cuando comenzó el verano, la cigarra se puso muy contenta. – Al fin llegó mi estación favorita del año – y comenzó a cantar sin parar.
Pasaron los días y la cigarra continuaba con su canto alegre, mientras se relajaba sentada bajo la sombra de una hoja.
– Cómo me gusta el verano, tralaralalá…bajo mi sombra disfruto tralaralalá… –
Nada hacía que la cigarra se inquietara, ni siquiera el ir y venir de su vecina la hormiga.
– Querida vecina, ¿por qué no te sientas un rato conmigo a escuchar mi canto y así descansas un poco?
La hormiga, que llevaba todo el verano trabajando para recoger comida y provisiones para hacer frente al invierno, no entendía que la Cigarra estuviera tan relajada.
– No puedo quedarme sentada. Pronto llegará el otoño y el frío se nos echará encima. Es importante almacenar ahora toda la comida que pueda, pues cuando acabe el verano ya no habrá nada que recoger. Te aconsejo que dejes de cantar y comiences a trabajar, de lo contrario te quedarás sin alimentos para pasar los meses fríos del invierno y morirás de frío y de hambre.
Dicho esto, la hormiga siguió su con sus labores de recogida de provisiones y la cigarra continuó con su alegre cantar.
Poco a poco, los días se hicieron más fríos y más cortos. Anochecía antes y a la cigarra ya no le apetecía cantar.
Fue entonces cuando la pequeña cantarina se dio cuenta de que había llegado el invierno y ya no podía encontrar alimentos.
El viento y la nieve habían cubierto el campo y ella no tenía ni alimentos, ni refugio preparado.
FÁBULA DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA
Entonces, recordó que su vecina, la hormiga, debía tener comida suficiente – Al fin y al cabo, lleva todo el verano trabajando. Seguro que tiene un lugar cálido y comida de sobra para las dos –
La cigarra se fue en busca de la hormiga.
(Toc, toc, toc)
La hormiga abrió ligeramente la puerta, para no dejar que entrase el frío
La cigarra se asomó por la rendija que dejó y, tiritando de frío dijo, – Buenas tardes señora hormiga. Sería usted tan amable de compartir conmigo su comida. El invierno es muy frío y no queda ningún alimento que recoger –
La hormiga, bastante enfadada, le dijo – Ya te lo advertí cigarra. Debiste dejar de cantar y ponerte a trabajar. Yo me pasé todo el verano trabajando para poder sobrevivir al invierno. Además, mi casa es demasiado pequeña y sólo tengo alimentos para mí. – Y, sin dar más explicaciones, cerró la puerta de su casa.
La cigarra se dio cuenta de que la hormiga tenía razón: había sido tan perezosa que ahora no podría encontrar un refugio y alimentos para pasar el frío invierno.
CUENTO DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA
Cuando comenzó el verano, la cigarra se puso muy contenta. – Al fin llegó mi estación favorita del año – y comenzó a cantar sin parar.
Pasaron los días y la cigarra continuaba con su canto alegre, mientras se relajaba sentada bajo la sombra de una hoja.
– Cómo me gusta el verano, tralaralalá…bajo mi sombra disfruto tralaralalá… –
Nada hacía que la cigarra se inquietara, ni siquiera el ir y venir de su vecina la hormiga.
– Querida vecina, ¿por qué no te sientas un rato conmigo a escuchar mi canto y así descansas un poco?
La hormiga, que llevaba todo el verano trabajando para recoger comida y provisiones para hacer frente al invierno, no entendía que la Cigarra estuviera tan relajada.
– No puedo quedarme sentada. Pronto llegará el otoño y el frío se nos echará encima. Es importante almacenar ahora toda la comida que pueda, pues cuando acabe el verano ya no habrá nada que recoger. Te aconsejo que dejes de cantar y comiences a trabajar, de lo contrario te quedarás sin alimentos para pasar los meses fríos del invierno y morirás de frío y de hambre.
Dicho esto, la hormiga siguió su con sus labores de recogida de provisiones y la cigarra continuó con su alegre cantar.
Poco a poco, los días se hicieron más fríos y más cortos. Anochecía antes y a la cigarra ya no le apetecía cantar.
Fue entonces cuando la pequeña cantarina se dio cuenta de que había llegado el invierno y ya no podía encontrar alimentos.
El viento y la nieve habían cubierto el campo y ella no tenía ni alimentos, ni refugio preparado.
FÁBULA DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA
Entonces, recordó que su vecina, la hormiga, debía tener comida suficiente – Al fin y al cabo, lleva todo el verano trabajando. Seguro que tiene un lugar cálido y comida de sobra para las dos –
La cigarra se fue en busca de la hormiga.
(Toc, toc, toc)
La hormiga abrió ligeramente la puerta, para no dejar que entrase el frío
La cigarra se asomó por la rendija que dejó y, tiritando de frío dijo, – Buenas tardes señora hormiga. Sería usted tan amable de compartir conmigo su comida. El invierno es muy frío y no queda ningún alimento que recoger –
La hormiga, bastante enfadada, le dijo – Ya te lo advertí cigarra. Debiste dejar de cantar y ponerte a trabajar. Yo me pasé todo el verano trabajando para poder sobrevivir al invierno. Además, mi casa es demasiado pequeña y sólo tengo alimentos para mí. – Y, sin dar más explicaciones, cerró la puerta de su casa.
La cigarra se dio cuenta de que la hormiga tenía razón: había sido tan perezosa que ahora no podría encontrar un refugio y alimentos para pasar el frío invierno.