Con la Ilustración tiene lugar el maridaje entre las tradiciones historiográficas literaria y erudita, introduciendo una concepción del tiempo como vector y factor de evolución y progreso, y articulando una cronología a modo de cadena causal y evolutiva de cambios significativos e irreversibles en la esfera de la actividad humana. Concepción, a su vez, aplicada a un relato-narración racionalista, construido sobre la crítica de las reliquias materiales conservadas del pasado.
Historiadores
Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu.
Voltaire (1694-1778) destacado por superar el marco de la historia política tradicional para construir la “del espíritu humano”. La concibe como una herramienta para la comprensión de la sociedad, por lo que se centró en el estudio de los progresos de la historia europea.
Montesquieu (1689-1755) arranca su reflexión de la teoría política, en la búsqueda de una explicación racional de la naturaleza de las diferentes formas de gobierno y de las leyes que les corresponde. Legó dos aportaciones: la distinción entre lo accidental y lo estructural y una visión de la evolución humana sustentada en la sucesión de etapas definidas por la forma de subsistencia.
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) se desmarca de esta visión ilustrada del progreso histórico, mostrando a la civilización como causa de la corrupción del ser humano y condenando a la propiedad privada como origen de la desigualdad entre los hombres. Plantea por tanto una concepción degenerativa de la evolución social, aunque coincide con el pensamiento ilustrado en la posibilidad de transformar el interior del hombre a través de la educación.
El desarrollo de las ideas ilustradas sobre la historia tendrá lugar dentro del marco teórico planteado por Montesquieu. Según avance el siglo de las luces, a la concepción de una historia del espíritu, definida por criterios culturales, sucederá la percepción de las relaciones que existen entre las etapas del desarrollo social y las formas de subsistencia. Se plantean entonces dos caminos: transformar el mundo actuando sobre la conciencia o a través de la reforma política:
Turgot (1727-1781) distingue entre la naturaleza, marcada por la repetición, y lo humano, caracterizado por la evolución; las edades del mundo se encadenan mediante una sucesión de causas y efectos en un proceso de cambio cuyo motor fundamental son las transformaciones económicas.
Mably (1709-1785) defiende que el historiador debe discurrir las causas de los acontecimientos y la cadena que los enlaza. Según él en los orígenes no existía la propiedad privada y la desigualdad surgió con la apropiación de la tierra. La solución no sería una imposible vuelta atrás, sino encontrar soluciones a los males creados por una evolución irreversible.
Diderot (1713-1784), coautor y alma de L’Enciclopedie, emplea la historia como arma de denuncia del despotismo; ya no se trata de formar la conciencia de los hombres sino denunciar los abusos que deben combatirse, incitando a los oprimidos a luchar.
Condorcet (1743-1794 constituye el epígono de la idea ilustrada de progreso histórico, defendiendo el cambio social a través de la educación e interesándose por las relaciones de poder entre clases. Son las vísperas de la revolución, que a partir de 1789 amenaza con barrer el Antiguo Régimen de la historia
Ilustración
Véase también: Ilustración
Con la Ilustración tiene lugar el maridaje entre las tradiciones historiográficas literaria y erudita, introduciendo una concepción del tiempo como vector y factor de evolución y progreso, y articulando una cronología a modo de cadena causal y evolutiva de cambios significativos e irreversibles en la esfera de la actividad humana. Concepción, a su vez, aplicada a un relato-narración racionalista, construido sobre la crítica de las reliquias materiales conservadas del pasado.
Historiadores
Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu.
Voltaire (1694-1778) destacado por superar el marco de la historia política tradicional para construir la “del espíritu humano”. La concibe como una herramienta para la comprensión de la sociedad, por lo que se centró en el estudio de los progresos de la historia europea.
Montesquieu (1689-1755) arranca su reflexión de la teoría política, en la búsqueda de una explicación racional de la naturaleza de las diferentes formas de gobierno y de las leyes que les corresponde. Legó dos aportaciones: la distinción entre lo accidental y lo estructural y una visión de la evolución humana sustentada en la sucesión de etapas definidas por la forma de subsistencia.
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) se desmarca de esta visión ilustrada del progreso histórico, mostrando a la civilización como causa de la corrupción del ser humano y condenando a la propiedad privada como origen de la desigualdad entre los hombres. Plantea por tanto una concepción degenerativa de la evolución social, aunque coincide con el pensamiento ilustrado en la posibilidad de transformar el interior del hombre a través de la educación.
El desarrollo de las ideas ilustradas sobre la historia tendrá lugar dentro del marco teórico planteado por Montesquieu. Según avance el siglo de las luces, a la concepción de una historia del espíritu, definida por criterios culturales, sucederá la percepción de las relaciones que existen entre las etapas del desarrollo social y las formas de subsistencia. Se plantean entonces dos caminos: transformar el mundo actuando sobre la conciencia o a través de la reforma política:
Turgot (1727-1781) distingue entre la naturaleza, marcada por la repetición, y lo humano, caracterizado por la evolución; las edades del mundo se encadenan mediante una sucesión de causas y efectos en un proceso de cambio cuyo motor fundamental son las transformaciones económicas.
Mably (1709-1785) defiende que el historiador debe discurrir las causas de los acontecimientos y la cadena que los enlaza. Según él en los orígenes no existía la propiedad privada y la desigualdad surgió con la apropiación de la tierra. La solución no sería una imposible vuelta atrás, sino encontrar soluciones a los males creados por una evolución irreversible.
Diderot (1713-1784), coautor y alma de L’Enciclopedie, emplea la historia como arma de denuncia del despotismo; ya no se trata de formar la conciencia de los hombres sino denunciar los abusos que deben combatirse, incitando a los oprimidos a luchar.
Condorcet (1743-1794 constituye el epígono de la idea ilustrada de progreso histórico, defendiendo el cambio social a través de la educación e interesándose por las relaciones de poder entre clases. Son las vísperas de la revolución, que a partir de 1789 amenaza con barrer el Antiguo Régimen de la historia
Respuesta:
tu des Dedé el momento te quede muy raro