La religión romana se basaba en prácticas como sacrificios y rituales tendientes a establecer el vínculo entre dioses y hombres para que éstos consiguieran el favor de aquéllos. No era una religión revelada que tuviera dogmas definidos ni una institución a la cual afiliarse; los rituales eran el centro de la práctica, no la creencia, lo importante era la participación de todos, lo cual ayudaba a fortalecer el carácter comunitario y cohesivo de la religión en la sociedad. En Roma, el aparato religioso estatal fue representado por magistrados religiosos como los diversos sacerdotes reunidos en colegios que tenían como cabeza al pontífice máximo, quien junto con los flamines, los pontífices y las vestales formaban la estructura religiosa. Otros actores eran los augures que cuidaban las formalidades religiosas en las asambleas para asegurar que los procedimientos fueran adecuados y que las señales sobrenaturales indicaran la aprobación divina. Por su parte, los arúspices interpretaban los hígados de los animales sacrificados para ver si eran favorables. Los quindecimviri eran los guardianes de los libros sibilinos y brindaban recomendaciones rituales, siendo su función básica buscar la anuencia divina y sugerir ritos para obtenerla o volver
Respuesta:
La religión romana se basaba en prácticas como sacrificios y rituales tendientes a establecer el vínculo entre dioses y hombres para que éstos consiguieran el favor de aquéllos. No era una religión revelada que tuviera dogmas definidos ni una institución a la cual afiliarse; los rituales eran el centro de la práctica, no la creencia, lo importante era la participación de todos, lo cual ayudaba a fortalecer el carácter comunitario y cohesivo de la religión en la sociedad. En Roma, el aparato religioso estatal fue representado por magistrados religiosos como los diversos sacerdotes reunidos en colegios que tenían como cabeza al pontífice máximo, quien junto con los flamines, los pontífices y las vestales formaban la estructura religiosa. Otros actores eran los augures que cuidaban las formalidades religiosas en las asambleas para asegurar que los procedimientos fueran adecuados y que las señales sobrenaturales indicaran la aprobación divina. Por su parte, los arúspices interpretaban los hígados de los animales sacrificados para ver si eran favorables. Los quindecimviri eran los guardianes de los libros sibilinos y brindaban recomendaciones rituales, siendo su función básica buscar la anuencia divina y sugerir ritos para obtenerla o volver
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