Francia es un país muy rico y de gran diversidad cultural, que ha forjado a Europa y al mundo entero en muchas expresiones tanto culturales como políticas. Sus valores de libertad, igualdad y fraternidad y su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, son herencias que la humanidad entera recoge de esta cultura.
Francia tiene destacados aportes a la Humanidad en los campos de las ciencias, las letras, el arte y demás saberes.
Caracterizada por el Protocolo y Buenos Modales, tiene valiosas tradiciones, entre ellas la exquisita gastronomía, en la que destacan sus quesos y vinos; al igual que la Alta costura y su tradición de excelencia en todos los campos.
La Cultura de Francia es un factor presente en el desarrollo de países relativamente nuevos, como Canadá y Estados Unidos.
Una de las principales costumbres son las comidas familiares, que se respeta a pesar del acelerado ritmo de sus ciudades. Otra costumbre francesa es no comer entre comidas ni beber bebidas que estropeen el gusto por los alimentos. Si una familia le invitase a comer, la puntualidad es básica y es recomendable que el arreglo personal sea formal. En el hogar, es costumbre repetir varias veces el plato que más gusta, sin que por ello se descuide a los otros platos del día.
Entre las costumbres más importantes de los habitantes del país está la asistencia a espectáculos teatrales, musicales y cinematográficos. Siendo Francia la cuna del cine, la población prefiere ver la cinematografía nacional, porque, es un rasgo muy propio de los galos.
La gente en Francia tiene una sola costumbre común, la de sorprender por su seguridad, por su variedad y por su facilidad para mezclarse con lo nuevo sin perder lo que han conservado por años. Por la misma razón, para conocer a los franceses hay que trasladarse a las regiones más alejadas de las grandes ciudades. En ellas se conservan costumbres más antiguas, más sencillas, especialmente en cuanto a la alimentación y la diversión, lo que produce un agradable contraste con la vida urbana. La vida religiosa es más activa en estas áreas, en dónde se celebran incontables festividades de carácter religioso cada año.
A pesar de todo, el principal rasgo del galo moderno es su apego a la libertad individual, apego que se fortaleció con el gobierno socialista y que les hace afortunados aunque solitarios. Posiblemente por esa soledad y el agobio económico que viven, actualmente estén buscando con ansiedad las atenciones de adivinos y curanderos, poniendo de manifiesto que no han perdido su carácter mágico, de herencia celta.
Tradicionalmente Francia ha sido uno de los impulsores de la tolerancia racial y cultural, eje de muchas asociaciones internacionales en favor de los derechos humanos. Este aprecio a la diversidad se refleja en su territorio. En él conviven, en buena medida, minorías africanas, judías y de Europa del Este que conforman una población de casi 4 millones.
A los franceses les agrada que los visitantes hagan esfuerzos por hablar en su lengua, aunque sea con un pésimo acento. Rara vez responden en otro idioma aunque lo conozcan muy bien.
Francia es un país muy rico y de gran diversidad cultural, que ha forjado a Europa y al mundo entero en muchas expresiones tanto culturales como políticas. Sus valores de libertad, igualdad y fraternidad y su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, son herencias que la humanidad entera recoge de esta cultura.
Francia tiene destacados aportes a la Humanidad en los campos de las ciencias, las letras, el arte y demás saberes.
Caracterizada por el Protocolo y Buenos Modales, tiene valiosas tradiciones, entre ellas la exquisita gastronomía, en la que destacan sus quesos y vinos; al igual que la Alta costura y su tradición de excelencia en todos los campos.
La Cultura de Francia es un factor presente en el desarrollo de países relativamente nuevos, como Canadá y Estados Unidos.
Una de las principales costumbres son las comidas familiares, que se respeta a pesar del acelerado ritmo de sus ciudades. Otra costumbre francesa es no comer entre comidas ni beber bebidas que estropeen el gusto por los alimentos. Si una familia le invitase a comer, la puntualidad es básica y es recomendable que el arreglo personal sea formal. En el hogar, es costumbre repetir varias veces el plato que más gusta, sin que por ello se descuide a los otros platos del día.
Entre las costumbres más importantes de los habitantes del país está la asistencia a espectáculos teatrales, musicales y cinematográficos. Siendo Francia la cuna del cine, la población prefiere ver la cinematografía nacional, porque, es un rasgo muy propio de los galos.
La gente en Francia tiene una sola costumbre común, la de sorprender por su seguridad, por su variedad y por su facilidad para mezclarse con lo nuevo sin perder lo que han conservado por años. Por la misma razón, para conocer a los franceses hay que trasladarse a las regiones más alejadas de las grandes ciudades. En ellas se conservan costumbres más antiguas, más sencillas, especialmente en cuanto a la alimentación y la diversión, lo que produce un agradable contraste con la vida urbana. La vida religiosa es más activa en estas áreas, en dónde se celebran incontables festividades de carácter religioso cada año.
A pesar de todo, el principal rasgo del galo moderno es su apego a la libertad individual, apego que se fortaleció con el gobierno socialista y que les hace afortunados aunque solitarios. Posiblemente por esa soledad y el agobio económico que viven, actualmente estén buscando con ansiedad las atenciones de adivinos y curanderos, poniendo de manifiesto que no han perdido su carácter mágico, de herencia celta.
Tradicionalmente Francia ha sido uno de los impulsores de la tolerancia racial y cultural, eje de muchas asociaciones internacionales en favor de los derechos humanos. Este aprecio a la diversidad se refleja en su territorio. En él conviven, en buena medida, minorías africanas, judías y de Europa del Este que conforman una población de casi 4 millones.
A los franceses les agrada que los visitantes hagan esfuerzos por hablar en su lengua, aunque sea con un pésimo acento. Rara vez responden en otro idioma aunque lo conozcan muy bien.