Respuesta:Investigadores del CONICET participan del Programa que se replica en otros lugares del mundo, y que sacó de la lista de especies en peligro de extinción al yacaré overo. En la ciudad de Santa Fe, en un predio arbolado de 13 hectáreas se encuentra la Granja “La Esmeralda”, un centro de rescate de animales silvestres autóctonos y ámbito de numerosos programas de conservación ex situ, que pertenece al Ministerio del Medio Ambiente y Ministerio de Producción de la provincia de Santa Fe y que mediante un convenio le ceden las instalaciones al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Allí investigadores y becarios del Consejo participan del Proyecto Yacaré, un programa de desarrollo sustentable que comenzó en 1990 el veterinario Alejandro Larriera, y que logró transferir de la lista de animales en peligro de extinción al yacaré overo. En el marco de este programa de conservación, se llevan adelante distintas líneas de investigación que tienen como protagonistas a los yacarés. Como consecuencia de las actividades realizadas por dicho Programa, se han alcanzado aumentos significativos en las poblaciones silvestres de yacarés y esto se ve claramente reflejado en la cantidad de nidos cosechados en los ambientes naturales: las cosechas de huevos durante los primeros años no superaban la decena de nidos y actualmente se cosechan más de 500 por año. Eso trae aparejado tener en incubación unos 15mil huevos y un plantel en crianza de aproximadamente 18 mil animales por año. Cómo el Proyecto Yacaré logró revertir el peligro de extinción de la especie El Programa utiliza la técnica de “rancheo” que es un método que busca desarrollar y promover el equilibrio entre el aprovechamiento de las especies y su conservación a largo plazo.
Parte fundamental del éxito del programa, son los pobladores locales que se dedican a la identificación de los nidos y a la recolección de huevos. “Este sistema permite valorar los ecosistemas naturales, contribuyendo a la generación de empleo y concientización de los pobladores en pos de proteger la especie y desalentar la caza furtiva”, explica Pablo Siroski, doctor en Ciencias Veterinarias e investigador adjunto del CONICET, quien se desempeña en el Proyecto Yacaré hace más de 25 años.Después de colectar los huevos, los colocan en bateas especiales con vermiculita y material del nido. “Los ubicamos en incubadoras artificiales que tienen la temperatura y la humedad necesarias para su desarrollo embrionario, hacemos un seguimiento durante los meses que dura su incubación y cuando están listos para nacer, los asistimos. Inmediatamente, los marcamos individualmente, con combinaciones de cortes en los verticilos caudales para las diferentes tareas de investigación y liberación, como también para evaluar la trazabilidad de aquellos destinados a la cría comercial”, explica Virginia Parachú Marcó, doctora en Biología, investigadora asistente del CONICET e integrante del Proyecto. De esa manera, se evita la mortalidad que tienen durante su desarrollo embrionario y sus primeros estadíos de vida, principalmente por bajas temperaturas y predadores naturales.
A los diez meses de edad, cuando tienen un tamaño significativo, se los libera en los mismos lugares donde se cosecharon los huevos. Dichos huevos provienen de nidos georeferenciados para saber de donde provino cada huevo que dio origen al animal.
Asimismo, “durante los programas de recaptura que llevamos adelante en los ambientes silvestres, se realizan seguimientos de las hembras con comportamientos reproductivos para evaluar la cantidad de animales liberados por el Proyecto Yacaré se están reproduciendo, por ejemplo”, sostiene Siroski.
Respuesta:Investigadores del CONICET participan del Programa que se replica en otros lugares del mundo, y que sacó de la lista de especies en peligro de extinción al yacaré overo. En la ciudad de Santa Fe, en un predio arbolado de 13 hectáreas se encuentra la Granja “La Esmeralda”, un centro de rescate de animales silvestres autóctonos y ámbito de numerosos programas de conservación ex situ, que pertenece al Ministerio del Medio Ambiente y Ministerio de Producción de la provincia de Santa Fe y que mediante un convenio le ceden las instalaciones al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Allí investigadores y becarios del Consejo participan del Proyecto Yacaré, un programa de desarrollo sustentable que comenzó en 1990 el veterinario Alejandro Larriera, y que logró transferir de la lista de animales en peligro de extinción al yacaré overo. En el marco de este programa de conservación, se llevan adelante distintas líneas de investigación que tienen como protagonistas a los yacarés. Como consecuencia de las actividades realizadas por dicho Programa, se han alcanzado aumentos significativos en las poblaciones silvestres de yacarés y esto se ve claramente reflejado en la cantidad de nidos cosechados en los ambientes naturales: las cosechas de huevos durante los primeros años no superaban la decena de nidos y actualmente se cosechan más de 500 por año. Eso trae aparejado tener en incubación unos 15mil huevos y un plantel en crianza de aproximadamente 18 mil animales por año. Cómo el Proyecto Yacaré logró revertir el peligro de extinción de la especie El Programa utiliza la técnica de “rancheo” que es un método que busca desarrollar y promover el equilibrio entre el aprovechamiento de las especies y su conservación a largo plazo.
Parte fundamental del éxito del programa, son los pobladores locales que se dedican a la identificación de los nidos y a la recolección de huevos. “Este sistema permite valorar los ecosistemas naturales, contribuyendo a la generación de empleo y concientización de los pobladores en pos de proteger la especie y desalentar la caza furtiva”, explica Pablo Siroski, doctor en Ciencias Veterinarias e investigador adjunto del CONICET, quien se desempeña en el Proyecto Yacaré hace más de 25 años.Después de colectar los huevos, los colocan en bateas especiales con vermiculita y material del nido. “Los ubicamos en incubadoras artificiales que tienen la temperatura y la humedad necesarias para su desarrollo embrionario, hacemos un seguimiento durante los meses que dura su incubación y cuando están listos para nacer, los asistimos. Inmediatamente, los marcamos individualmente, con combinaciones de cortes en los verticilos caudales para las diferentes tareas de investigación y liberación, como también para evaluar la trazabilidad de aquellos destinados a la cría comercial”, explica Virginia Parachú Marcó, doctora en Biología, investigadora asistente del CONICET e integrante del Proyecto. De esa manera, se evita la mortalidad que tienen durante su desarrollo embrionario y sus primeros estadíos de vida, principalmente por bajas temperaturas y predadores naturales.
A los diez meses de edad, cuando tienen un tamaño significativo, se los libera en los mismos lugares donde se cosecharon los huevos. Dichos huevos provienen de nidos georeferenciados para saber de donde provino cada huevo que dio origen al animal.
Asimismo, “durante los programas de recaptura que llevamos adelante en los ambientes silvestres, se realizan seguimientos de las hembras con comportamientos reproductivos para evaluar la cantidad de animales liberados por el Proyecto Yacaré se están reproduciendo, por ejemplo”, sostiene Siroski.