Nadie se cree influido por leyes que hace mucho tiempo que ya no están en vigor. Sin embargo, cuando el cumplimiento de dichas leyes estuvo muy promovido, por ejemplo, por la religión o, incluso, cuando una conducta estuvo terriblemente sancionada en el pasado por la legislación, cabe formular la hipótesis de una reminiscencia de la norma en la población que quizás solamente se pueda explicar por la fuerte -a veces, fortísima- persistencia intergeneracional de un anticuado valor obligatorio de esas leyes ya derogadas.
Quizás el ejemplo más evidente sea la llamada ley del talión, de una antigüedad de al menos 4.000 años. Aunque todavía está en vigor en no pocas culturas, el cristianismo produjo su ruptura radical. Ya no era ojo por ojo y diente por diente, sino que había que poner la otra mejilla. Traducido en términos jurídicos y sociológicos, esa última frase significa que, si alguien me lesiona, yo no gano nada viendo cómo le lesionan a él, sino que lo mejor es analizar cómo indemnizarme a mí y ver cómo convencer eficazmente al agresor de que no lo vuelva a hacer. Es decir, la abolición de la venganza.
En ambos puntos, tanto el Derecho penal como la psicología han invertido enormes esfuerzos, planteando la posibilidad de que la pena ya no sea un castigo, sino un tratamiento para rehabilitar al delincuente, sobre todo en conciencia de que ello es mucho más eficaz para la prevención de delitos futuros que el ojo por ojo, que genera espirales de violencia que pueden no cesar nunca, creando constantes problemas entre la sociedad que pueden acabar hasta en la guerra, la culminación más salvaje del talión.
Respuesta:
Nadie se cree influido por leyes que hace mucho tiempo que ya no están en vigor. Sin embargo, cuando el cumplimiento de dichas leyes estuvo muy promovido, por ejemplo, por la religión o, incluso, cuando una conducta estuvo terriblemente sancionada en el pasado por la legislación, cabe formular la hipótesis de una reminiscencia de la norma en la población que quizás solamente se pueda explicar por la fuerte -a veces, fortísima- persistencia intergeneracional de un anticuado valor obligatorio de esas leyes ya derogadas.
Quizás el ejemplo más evidente sea la llamada ley del talión, de una antigüedad de al menos 4.000 años. Aunque todavía está en vigor en no pocas culturas, el cristianismo produjo su ruptura radical. Ya no era ojo por ojo y diente por diente, sino que había que poner la otra mejilla. Traducido en términos jurídicos y sociológicos, esa última frase significa que, si alguien me lesiona, yo no gano nada viendo cómo le lesionan a él, sino que lo mejor es analizar cómo indemnizarme a mí y ver cómo convencer eficazmente al agresor de que no lo vuelva a hacer. Es decir, la abolición de la venganza.
En ambos puntos, tanto el Derecho penal como la psicología han invertido enormes esfuerzos, planteando la posibilidad de que la pena ya no sea un castigo, sino un tratamiento para rehabilitar al delincuente, sobre todo en conciencia de que ello es mucho más eficaz para la prevención de delitos futuros que el ojo por ojo, que genera espirales de violencia que pueden no cesar nunca, creando constantes problemas entre la sociedad que pueden acabar hasta en la guerra, la culminación más salvaje del talión.
Explicación: :D