El Concilio enseñará lapidariamente: “El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de los hijos” y “el cultivo verdadero del amor conyugal y todo el sistema de vida familiar que de él procede, sin posponer los otros fines del matrimonio
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El Concilio enseñará lapidariamente: “El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de los hijos” y “el cultivo verdadero del amor conyugal y todo el sistema de vida familiar que de él procede, sin posponer los otros fines del matrimonio