Los esclavos participaron activamente en el proceso emancipador , puesto que pensaban que el triunfo les brindaría la ansiada libertad. Wilfredo Kapsoli señala: “Miles de ellos se enrolaron voluntaria o forzadamente a los ejércitos en búsqueda o con promesa de libertad”. Pero no siendo la emancipación un proceso de cambio estructural no permitió la libertad de este sector social, puesto que a la aristocracia limeña no le convenía.
Riva Agüero indicaba a San Martín: “Una vez logrado el desembarque, dar la libertad a sesenta u ochenta entre los negros más hábiles de las cercanías con la condición que recorran la región propagando la noticia de que los patriotas conceden libertad a los esclavos que se alisten en sus filas”.
Acto seguido señalaba: “Esta libertad jamás debe verificarse en el todo, sino en algunos pocos…”.
En 1821 San Martín decretó la libertad de los esclavos, pero éste como otros tantos decretos, sólo quedó en el papel. El 14 de octubre de 1825 se expidió un extenso reglamento sobre las condiciones de vida, trabajo y destino de los esclavos del Perú.
Terminado el proceso de la emancipación los esclavos proseguirían en las haciendas soportando la explotación, mientras que los amos ocupaban las Cortes y los Parlamentos.
Por eso en la mirada de los esclavos, que inválidos se desplazaban por las calles, “habia fuego” cuando “hablaban de la patria que tan mal les pagaba”.
Los Indígenas.
Las masas indígenas desde la conquista tienen un problema principal: la tierra. Creyeron que el proceso de la emancipación serviría para recuperar sus tierras, que les habían sido arrebatadas; por eso participaron en esta lucha, ya sea como soldados de los ejércitos o formando las montoneras o partidas guerrilleras.
Se llamaban montoneros o guerrilleros a las fuerzas irregulares de indios que luchaban en busca de la ansiada solución de su problema: la tierra. Tenían un modo especial de atacar, sin plan previo; su objetivo era dañar al enemigo, privarlo de recursos, dificultar su marcha, hostigarlo y desesperarlo; para ello aparecían y desaparecían alternativamente.
William Miller, refiriéndose a su aspecto externo, señalaba: «su apariencia es grotesca. Unos montaban sobre mulas otros a caballo; algunos llevaban gorros de piel, otros cascos, otros morriones y muchos usaban sombreros. Sus uniformes eran variados: chaquetas de húsares, casacas de infantería arrebatadas a los realistas, y todo ello mezclado con uniforme de la patria… Sus armas ostentaban la misma diversidad: carabinas, fusiles pistolas, sables, largos cuchillos, lanzas, rejones y galgas”.
Así pelearon las amplias masas de indígenas. Toda la zona andina estaba cubierta de montoneros. Son famosos los montoneros Elejalde en Ulcumayo, Fresco en Paucartambo, Juan Vives en Carhuamayo, Huachón y Cachicachi; Aliaga en Apahuay, Lovera en Huaschule, Lozano en Huayllay, Quispe Ninavilca en Huarochirí y otros, como Otero, Carreño, Huavique, Vidal y Villar. Agregamos a todo esto a los célebres morochucos de Cangallo.
Respuesta:
Los Esclavos.
Los esclavos participaron activamente en el proceso emancipador , puesto que pensaban que el triunfo les brindaría la ansiada libertad. Wilfredo Kapsoli señala: “Miles de ellos se enrolaron voluntaria o forzadamente a los ejércitos en búsqueda o con promesa de libertad”. Pero no siendo la emancipación un proceso de cambio estructural no permitió la libertad de este sector social, puesto que a la aristocracia limeña no le convenía.
Riva Agüero indicaba a San Martín: “Una vez logrado el desembarque, dar la libertad a sesenta u ochenta entre los negros más hábiles de las cercanías con la condición que recorran la región propagando la noticia de que los patriotas conceden libertad a los esclavos que se alisten en sus filas”.
Acto seguido señalaba: “Esta libertad jamás debe verificarse en el todo, sino en algunos pocos…”.
En 1821 San Martín decretó la libertad de los esclavos, pero éste como otros tantos decretos, sólo quedó en el papel. El 14 de octubre de 1825 se expidió un extenso reglamento sobre las condiciones de vida, trabajo y destino de los esclavos del Perú.
Terminado el proceso de la emancipación los esclavos proseguirían en las haciendas soportando la explotación, mientras que los amos ocupaban las Cortes y los Parlamentos.
Por eso en la mirada de los esclavos, que inválidos se desplazaban por las calles, “habia fuego” cuando “hablaban de la patria que tan mal les pagaba”.
Los Indígenas.
Las masas indígenas desde la conquista tienen un problema principal: la tierra. Creyeron que el proceso de la emancipación serviría para recuperar sus tierras, que les habían sido arrebatadas; por eso participaron en esta lucha, ya sea como soldados de los ejércitos o formando las montoneras o partidas guerrilleras.
Se llamaban montoneros o guerrilleros a las fuerzas irregulares de indios que luchaban en busca de la ansiada solución de su problema: la tierra. Tenían un modo especial de atacar, sin plan previo; su objetivo era dañar al enemigo, privarlo de recursos, dificultar su marcha, hostigarlo y desesperarlo; para ello aparecían y desaparecían alternativamente.
William Miller, refiriéndose a su aspecto externo, señalaba: «su apariencia es grotesca. Unos montaban sobre mulas otros a caballo; algunos llevaban gorros de piel, otros cascos, otros morriones y muchos usaban sombreros. Sus uniformes eran variados: chaquetas de húsares, casacas de infantería arrebatadas a los realistas, y todo ello mezclado con uniforme de la patria… Sus armas ostentaban la misma diversidad: carabinas, fusiles pistolas, sables, largos cuchillos, lanzas, rejones y galgas”.
Así pelearon las amplias masas de indígenas. Toda la zona andina estaba cubierta de montoneros. Son famosos los montoneros Elejalde en Ulcumayo, Fresco en Paucartambo, Juan Vives en Carhuamayo, Huachón y Cachicachi; Aliaga en Apahuay, Lovera en Huaschule, Lozano en Huayllay, Quispe Ninavilca en Huarochirí y otros, como Otero, Carreño, Huavique, Vidal y Villar. Agregamos a todo esto a los célebres morochucos de Cangallo.
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