MD: Enseñar la ciudadanía, formar un buen ciudadano es algo indispensable y sin duda posible. Como dice el padre, el paso de esas instancias culturales a lo que ya implica una nación es algo que se aprende desde que se llega a este mundo y una vez que se está habitando en una sociedad.
FDR: Vale la pena detenerse en el desafío de lo que significa la preparación para vivir como ciudadanos. El juego está en cómo pasar de las motivaciones profundas, de las tradiciones culturales, de la herencia moral de la comunidad, a establecer normas y leyes objetivas que todos vamos a cumplir. Ese paso requiere una finura pedagógica única, de tal manera que las leyes y las normas respondan a lo que la comunidad -ya amplia y compleja- considera que es absolutamente indispensable para poder sobrevivir.
Para poder ser un buen ciudadano se necesita una combinación de cosas indispensables y esto es lo que hace tan exigente la formación ciudadana. En el programa del Ministerio, esto se visualiza con propiedad en la manera como está trabajando la metodología de apropiación de las competencias ciudadanas, tanto en convivencia y paz como en participación y responsabilidad democrática, y en pluralidad, identidad y valoración de las diferencias; allí hay unas intuiciones muy serias y unos cuidados metodológicos finos en la forma como se están enfrentando las cosas. Yo agregaría unos elementos sustanciales que para mí son tres: 1. Formación de la conciencia moral, del sentido de recoger las tradiciones morales que se trae desde el entorno; 2. El paso de éstas a transformar los deberes en leyes y normas, mínimos que todos vamos a cumplir, necesarios para sobrevivir como sociedad humana; 3. y luego la formación del sujeto para ser consistente y coherente consigo mismo.
AT: Miremos la ciudadanía en términos de desarrollo y crecimiento social
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MD: Enseñar la ciudadanía, formar un buen ciudadano es algo indispensable y sin duda posible. Como dice el padre, el paso de esas instancias culturales a lo que ya implica una nación es algo que se aprende desde que se llega a este mundo y una vez que se está habitando en una sociedad.
FDR: Vale la pena detenerse en el desafío de lo que significa la preparación para vivir como ciudadanos. El juego está en cómo pasar de las motivaciones profundas, de las tradiciones culturales, de la herencia moral de la comunidad, a establecer normas y leyes objetivas que todos vamos a cumplir. Ese paso requiere una finura pedagógica única, de tal manera que las leyes y las normas respondan a lo que la comunidad -ya amplia y compleja- considera que es absolutamente indispensable para poder sobrevivir.
Para poder ser un buen ciudadano se necesita una combinación de cosas indispensables y esto es lo que hace tan exigente la formación ciudadana. En el programa del Ministerio, esto se visualiza con propiedad en la manera como está trabajando la metodología de apropiación de las competencias ciudadanas, tanto en convivencia y paz como en participación y responsabilidad democrática, y en pluralidad, identidad y valoración de las diferencias; allí hay unas intuiciones muy serias y unos cuidados metodológicos finos en la forma como se están enfrentando las cosas. Yo agregaría unos elementos sustanciales que para mí son tres: 1. Formación de la conciencia moral, del sentido de recoger las tradiciones morales que se trae desde el entorno; 2. El paso de éstas a transformar los deberes en leyes y normas, mínimos que todos vamos a cumplir, necesarios para sobrevivir como sociedad humana; 3. y luego la formación del sujeto para ser consistente y coherente consigo mismo.
AT: Miremos la ciudadanía en términos de desarrollo y crecimiento social